Bruselas

Fumata blanca. Después de tres jornadas de conflictivas y agotadoras negociaciones en Bruselas, los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete han alcanzado un acuerdo sobre el reparto de poder en la Unión Europea para la nueva legislatura. Justo en tiempo de descuento: la Eurocámara acaba de celebrar su pleno inaugural y este martes confirmará a su nuevo presidente. El paquete de nombramientos ha requerido un complicado encaje de equilibrios ideológicos, geográficos y de género.

Al final, el acuerdo se ha aprobado por unanimidad, con la única excepción de la abstención de Alemania por el desacuerdo entre los socios de la Gran Coalición entre democristianos y socialdemócratas.

El presidente francés, Emmanuel Macron, y la canciller Angela Merkel emergen una vez más como los grandes ganadores del reparto: se quedan con los dos cargos más importantes. Para Berlín, la presidencia de la Comisión Europea, cargo que ocupará la ministra alemana de Defensa, la conservadora Ursula von der Leyen.

París coloca como presidenta del Banco Central Europeo (BCE) a Christine Lagarde, actual directora gerente del Fondo Monetario Internacional y ex ministra de Economía durante el Gobierno de Nicolas Sarkozy. Las dos son candidatas tapadas que han surgido en el último minuto y garantizan por primera vez la igualdad de género en el reparto de altos cargos. Hasta ahora ninguna mujer había ocupado ni la presidencia de la Comisión ni la del BCE.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que ha actuado como representante de los socialistas europeos en la negociación, había forjado una alianza con Macron con el objetivo de frenar a Merkel y destronar a los populares europeos de la presidencia de la Comisión. Pero en el momento decisivo, el presidente francés ha dejado tirado a Sánchez y ha pactado con Merkel a sus espaldas.

Sánchez dice que España ha vuelto 

El presidente del Gobierno se conforma con un premio de consolación: el ministro de Exteriores, Josep Borrell, será jefe de la diplomacia europea en sustitución de la italiana Federica Mogherini. Si no hay problemas en su confirmación en la Eurocámara, empezaría a ejercer el cargo el 1 de noviembre. "Este acuerdo demuestra que España ha vuelto y ha vuelto con fuerza, representando la política exterior y de defensa común de la UE", ha asegurado Sánchez. "Es extraordinario", ha agregado.

De los cinco puestos en juego, el de Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad común es el que nadie quería, un premio de consolación. El nombre de Borrell circuló desde el primer día porque es la cartera que más se corresponde con su actual perfil de ministro de Exteriores. Pero ni siquiera en Moncloa estaban convencidos de que mereciera la pena dar la batalla: preferían una vicepresidencia económica potente en la Comisión.

Es un cargo con nulo poder y escasa influencia, ya que las decisiones en esta materia se adoptan por unanimidad y la voz cantante la llevan París, Berlín y hasta ahora también Londres. Nadie fuera de la burbuja bruselense conoce a Mogherini, de cuyo nombramiento se ha arrepentido incluso su valedor, el ex primer ministro italiano Matteo Renzi. El español Javier Solana ya fue Alto Representante entre 1999 y 2009.

El nombramiento de Borrell es una especie de compensación a Sánchez por haber perdido la batalla para colocar al candidato socialista, Frans Timmermans, como presidente de la Comisión. Todavía el martes por la mañana, el presidente del Gobierno insistía en que su prioridad era aupar al holandés como sustituto de Jean-Claude Juncker. Un aliado de España en la gestión de la crisis catalana pero defensor de la disciplina presupuestaria frente al aumento de gasto público que promueve Sánchez.

El bloque del Este clama victoria

Pero los populares europeos, con la ayuda de Italia y del bloque del Este (Polonia, Hungría, Eslovaquia y República Checa) se han enrocado hasta tumbar a Timmermans, pese a ser el favorito gracias a un pacto entre España, Francia, Holanda y Alemania en el G-20 de Osaka. El PPE se ha rebelado contra Merkel y al final ha conseguido preservar su monopolio sobre la Comisión, que dura ya 15 años.

Para lograrlo, se ha servido de una candidata sorpresa: Von der Leyen (60 años). Su nombre figuraba en algunas quinielas, pero nunca estuvo entre las favoritas. Con su nombramiento, los populares europeos dejan caer a su cabeza de lista a las elecciones del 26-M, Manfred Weber. Y entierran definitivamente el principio del Sptizenkandidat, según el cual sólo podían optar a la presidencia de la Comisión los candidatos de las distintas familias políticas que hubieran hecho campaña para las europeas.

Timmermans y la candidata liberal, Margrethe Vestager, deberán conformarse con la pedrea: sendas vicepresidencias del Ejecutivo comunitario. Por su parte, Weber podría ocupar la presidencia de la Eurocámara durante la segunda mitad de la legislatura.

Los países del bloque del Este se han jactado de haber acabado con los Spitzenkandidaten y han expresado su apoyo a Von der Leyen. "En nuestra unidad, los 4 de Visegrado hemos demostrado de nuevo nuestra creciente fuerza e influencia en la dirección de la UE. Tras derrotar a Weber, los cuatro primeros ministros han tumbado a Timmermans también", ha escrito el portavoz del primer ministro húngaro, Viktor Orbán.

Los socialistas europeos han criticado duramente el resultado de la negociación de Sánchez. Y lo más sangrante es que la encargada de hacerlo ha sido su nueva presidenta, la española Iratxe García.

"Esta propuesta es profundamente decepcionante para nosotros. Nuestro grupo se ha mantenido firme en la defensa de la democracia europea y del principio del Spitzenkandidat y no queremos que muera. Es inaceptable que los Gobiernos populistas representados en el Consejo hayan descartado al mejor candidato sólo porque ha defendido el Estado de derecho y nuestros valores europeos compartidos", ha dicho García.

De hecho, los socialistas se quedan con los mismos resultados que hace cinco años en el reparto de poder en la UE, pese a la ofensiva de Sánchez con los liberales. 

Lagarde garantiza la continuidad de la política de Draghi

La otra gran sorpresa del reparto es la designación de la actual directora gerente del FMI, Christine Lagarde, como presidenta del Banco Central Europeo (BCE) en sustitución de Mario Draghi.

En su etapa en el FMI, Lagarde siempre ha defendido las medidas de estímulo monetario del BCE e incluso le ha animado a ir más allá, con lo que su nombramiento garantiza la continuidad del activismo de Draghi, que fue decisivo para salvar al euro.

El actual primer ministro en funciones de Bélgica, el liberal Charles Michel, será el próximo presidente del Consejo Europeo en sustitución de Donald Tusk. Por su parte, la presidencia de la Eurocámara se la repartirán socialistas y populares.

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