Una prostituta camina por Oranienburgen Strasse, en Berlín.

Una prostituta camina por Oranienburgen Strasse, en Berlín.

Europa

Cabinas para el sexo en Berlín: la última idea para luchar contra la prostitución callejera

El responsable del distrito de Mitte planea acabar con las escenas de mujeres ligeras de ropa o los problemas para los vecios como preservativos usados o jeringuillas.

6 septiembre, 2019 03:10
Berlín

Puede que sea la zona de Alemania donde en peores condiciones se ejerce la prostitución. Al menos tiene esa fama. En la céntrica Kurfürtenstraße, prácticamente a cualquier hora del día, hay prostitutas ofreciendo sus servicios. “¿Tienes ganas?”, suelen decirle a los viandantes que consideran clientes en potencia.

Las escenas de mujeres ligeras de ropa paseando por la calle, la clientela y la basura que deja esta activad – incluidos preservativos usados y jeringuillas que consumen in situ las adictas que se prostituyen en este punto de la ciudad –, sumado al mucho ruido que se genera en este ambiente, tiene hartos a los vecinos. Especialmente a los nuevos.

Esta zona de Berlín, como muchas otras de la capital, ha cambiado radicalmente en los últimos años. Han aflorado muchos edificios de obra nueva, con flamantes y caros apartamentos inaccesibles para los vecinos que solían ocupar este barrio del distrito céntrico distrito de Mitte. En la Kurfürtenstraße se enfrentan cara a cara gentrificación y prostitución.

Las mujeres que se prostituyen aquí son, en su mayoría, extranjeras. Las autoridades tienen asumido que vienen del este y del sureste europeo. También que abundan las que sufren adicciones a drogas, las que se prostituyen porque están en una situación socio-económica de urgencia y las vinculadas a organizaciones criminales.

No hay solución definitiva a una problemática tan compleja, consecuencia seguramente indeseada de que en Alemania la prostitución es legal desde 2002. Pero el alcalde del distrito de Mitte, el ecologista Stephan von Dassel, ha hecho público – no sin crear polémica – su interés en valorar la idea de crear cabinas para que las prostitutas puedan ofrecer sus servicios en ellas.

Von Dessel se muestra así decidido a actuar y a considerar nuevas ideas. No en vano, el alcalde se ha manifestado estos días muy empático con los vecinos de una Kurfürtenstraße que hoy día se muestra “indigna, ruidosa y sucia”, según los propios términos que ha empleado Von Dessel en los medios de comunicación alemanes.

Un botón de alarma

Dos tipos de cabinas parecen estar sobre la mesa. En unas habría que acceder en coche. El cliente, para aparcar, tendría que situarse con el vehículo dejando una pared casi pegada a su puerta de conductor. La puerta de la prostituta y copiloto quedaría libre para ser abierta en caso de que la situación dentro del coche degenerara y pasara a ser peligrosa para la trabajadora del sexo. En la cabina también habría un botón de alarma, situado cerca de la puerta del copiloto del coche.

La instalación de este tipo de cabinas que sirve de ejemplo al responsable político berlinés está a las afueras de Colonia. “El pajar” es el nombre que le han dado los habitantes de la metrópolis cultural del oeste germano. Von Dessel lo considera un modelo, aunque en otras ciudades, como Dortmund, una iniciativa similar fracasó en 2011.

La otra idea consiste en instalar las “cabinas del sexo” en una zona cercana a donde hoy se ejerce la prostitución en la calle, bajo las vías del metro que tiene cerca la Kurfürtenstraße. No lejos de allí la línea U2 de metro tiene un trayecto elevado sobre la superficie de la ciudad. También se ha apuntado el espacioso y el antiguo aeropuerto de Tempelhof que desde hace años ha sido reconvertido en parque público.

Ideas criticadas por las trabajadoras sexuales

“Yo veo esas ideas como completamente absurdas”, dice a EL ESPAÑOL Stephanie Klee, trabajadora sexual y responsable de la Asociación Federal de Servicios Sexuales (BSD, por sus siglas alemanas). Se refiere, especialmente a la idea de instalar las cabinas bajo las vías del metro.

“La idea, en la práctica, significa que las mujeres siguen trabajando en la Kurfürtenstraße, los clientes paran con sus coches, cliente y prostituta se deciden, ambos viajan en coche hasta encontrar un aparcamiento, lo que en la zona es muy complicado, y luego van andando hasta la cabina. ¿Cómo quieren hacer algo así?” señala Klee, dando cuenta de lo poco práctico de estas “consideraciones” que contemplan tanto Von Dassel como la socialdemócrata, Angelika Schöttler, alcaldesa del distrito Tempelhof-Schöneberg.

Por otro lado, según Klee, “construir las cabinas en el antiguo aeropuerto de Tempelhof también es totalmente irrealista, todos los vecinos se opondrían”. Para ella, el problema radica en que “los políticos están bajo presión por los vecinos del barrio” en Mitte. “Es una cosa histórica en ese barrio. Los vecinos, recurrentemente, se dirigen a los políticos, con cartas, actos públicos e incluso manifestaciones. Las autoridades se ven obligadas a reaccionar, y las organizaciones de prostitutas también. Al final, todo suele calmarse”, sostiene Klee.

Pero de un tiempo a esta parte la gentrificación y el encarecimiento del precio del suelo han complicado mucho las condiciones de trabajo de las prostitutas en la Kurfürtenstraße, donde no es raro ver prostitutas teniendo sexo con clientes en plena calle.

“Las mujeres ya no tienen lugares cercanos a los que ir donde hacer su trabajo. Tienen que irse desde allí a otros lugares de la ciudad, ya sea un parque cercano como el Tiergarten, o ir a un garaje subterráneo, lo que también es algo complicado”, comenta la responsable de la BSD. Alude al céntrico y conocido parque del centro de la capital alemana, situado a proximidad de la monumental Puerta de Brandeburgo o del edificio del Reichstag, la sede del Bundestag.

Solución a este problema, según conviene en afirmar Klee, no lo ha habido nunca. Ha sido un tira y afloja constante entre prostitución y vecinos que coge de por medio a los responsables políticos de turno. Éstos parecen pulsar la opinión pública aireando “consideraciones” como las de las “cabinas del sexo”. No está claro que vayan a ser finalmente instaladas. A Von Dessel tampoco le funcionó hace dos años manifestarse a favor de prohibir la prostitución en la zona de la Kurfürtenstraße. La medida no contó con el apoyo ni de su propio partido.

Una instalación como un estadio de fútbol para la prostitución

Estos días, la responsable de Igualdad del Gobierno de la ciudad-estado que es Berlín, la socialdemócrata Barbara König, ha recordado que “en Berlín la instalación de zonas de prohibición no está planeada ni tiene sentido”. La capital alemana, junto a Rostock (noreste germano), es la única del país de la canciller Angela Merkel en la que no existe este tipo de zonas. En Colonia, el equivalente a la Kurfürtenstraße fue en su día declarado zona prohibida para la prostitución, en beneficio de la creación de “El pajar”.

Pero éste, según Klee, sólo ha resuelto a medias la situación de las trabajadores del sexo. “Esta instalación es tan grande como un campo de fútbol, hay otro edificio al lado, donde a veces sí y a veces no van la policía y las autoridades sanitarias”, dice Klee, que conoce bien la situación en Colonia. “También hay instalaciones para que las mujeres se puedan lavar. El problema es que es muy difícil ir allí y no hay nada infraestructura, ni siquiera para comprar agua o un snack y, como no hay controles, ni se lavan los baños. El sitio está totalmente sucio”, abunda.

El resultado es que “hay prostitutas, especialmente las drogodependientes, volviendo a las zonas de la ciudad en las que trabajaban antes”, asegura Klee. “Y son perseguidas por la policía, por lo que no tienen unas condiciones de trabajo razonables”, subraya antes de evocar por qué las “cabinas del sexo” en Berlín podrían acabar no teniendo ningún efecto. “La Kurfürtenstraße es, por tradición, un lugar donde se prostituyen drogodependientes”, dice la responsable de la BSD.

Klee entiende que lo ideal sería concienciar a los vecinos e invitarlos a hablar con las prostitutas y, llegado el caso, “pedirles por favor que no griten”. Otra opción sería avanzar en la profesionalización de las prostitutas que trabajan en la zona. “Sí, que alguien que vaya allí y les explique que no está bien tener sexo en plena calle, o que no está bien tirar los preservativos en cualquier sitio”, recomienda Klee. Sus ideas aún tienen que inspirar las “consideraciones” de los alcaldes de Mitte y Tempelhof-Schöneberg.