Aunque cobrará más de 25.000 euros al mes, la presidenta electa de la Comisión Europea, la conservadora alemana Ursula Von der Leyen, no tiene previsto alquilar ni comprar casa en Bruselas. Casada y con siete hijos, mantendrá su residencia familiar en Hannover. Y durante los cinco años de su mandato, vivirá en un minipiso de apenas 25 metros cuadrados al lado de su despacho, dentro del edificio Berlaymont, la sede del Ejecutivo comunitario en la capital belga.
"Podemos confirmar que a la presidenta electa le gustaría utilizar un espacio personal que ya existe al lado del despacho de la presidencia de la Comisión para pernoctar durante sus días en Bruselas", explica una portavoz. Durante su etapa como ministra de Angela Merkel, Von der Leyen ya pernoctaba entre semana en las diferentes sedes de los ministerios en los que trabajó.
¿Es un gesto de austeridad alemana? Desde el Ejecutivo comunitario explican que las condiciones del minipiso son "modestas". Una de las principales ventajas de vivir en la sede de la Comisión consiste en que el gasto adicional en seguridad que se necesitaría en otros alojamientos (ya sea un hotel o una vivienda) no hará falta porque el Berlaymont ya es un edificio altamente protegido, alegan.
Además, resulta práctico para Von der Leyen porque se ahorrará los atascos que colapsan Bruselas por la mañana y por la tarde (y también al conductor y el personal de seguridad para estos desplazamientos), señalan las fuentes consultadas.
El actual titular del cargo, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, siempre se ha quejado de que no haya una residencia oficial en Bruselas para el presidente de la Comisión. Juncker ha vivido durante los últimos cinco años en un apartahotel de 50 metros cuadrados por el que paga 3.250 euros al mes.
"El mayor problema es que nunca he podido invitar a nadie. No puedo hacer que los húespedes oficiales se sienten en mi cama!", explicó Juncker en una entrevista al diario Bild. También se quejó de que no dispone de avión oficial en tanto que presidente de la Comisión.
"Cuando estaba reunido con Donald Trump (en julio de 2018), no paraba de mirar la hora para no perder mi vuelo de vuelta. Trump me repetía sin parar: 'Tu avión puede esperar'. Ni se le ocurrió que yo no tengo avión", explicaba Juncker.
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