La Unión Europea prometió una y mil veces que nunca reabriría el acuerdo de divorcio firmado en noviembre pasado con Theresa May. Ahora acaba de aprobar cambios fundamentales para acomodar las peticiones de Boris Johnson. El Gobierno británico garantizó que nunca aceptaría una frontera en el mar de Irlanda que separe a Irlanda del Norte del resto del Reino Unido. Pero esta es precisamente la solución adoptada para evitar una frontera dura dentro de la isla de Irlanda. Bruselas se oponía de manera inflexible a una salida unilateral de esta salvaguarda irlandesa. Ahora permite que el Parlamento de Stormont pueda decidir abandonarla en 2024.
Las negociaciones del brexit han dado un vuelco espectacular en cuestión de días. Tanto Bruselas como Londres han hecho cesiones impensables hace tan solo una semana, lo que ha permitido cerrar este jueves un nuevo Acuerdo de Retirada que permite a Reino Unido marcharse el 31 de octubre, en menos de dos semanas.
El punto de inflexión se produjo en la reunión el jueves pasado en Liverpool entre Johnson y el primer ministro irlandés, Leo Varadkar. Allí los dos primeros ministros renunciaron a muchas de sus líneas rojas y desbloquearon el camino hacia el compromiso final. "Un brexit salvaje iba a plantear unos problemas tan gordos que era mejor ceder un poquito", se justifica un alto diplomático europeo.
Pero la aprobación unánime del nuevo acuerdo del brexit en la cumbre de líderes de la UE que continúa este viernes en Bruselas no es todavía el final del camino. Queda un gran escollo pendiente con el que tropezó Theresa May hasta en tres ocasiones: el Parlamento británico. La Cámara de los Comunes empieza a discutir el sábado el texto y a Johnson no le salen los números. No tiene votos suficientes para ratificarlo.
Sobre todo porque sus socios de Gobierno, los unionistas norirlandeses del DUP, han anunciado formalmente que votarán en contra. "Estas propuestas no son beneficiosas para el bienestar económico de Irlanda del Norte y socavan la integridad" de Reino Unido, ha dicho el DUP en un comunicado. Johnson necesitaría hasta 19 laboristas rebeldes -su líder, Jeremy Corbyn, ha anunciado que votará en contra- para compensar los votos perdidos del DUP, según los cálculos de la prensa británica. Una cifra muy difícil, por no decir imposible.
A la UE le interesa tanto o más que a Johnson que el Parlamento británico ratifique de una vez el acuerdo de divorcio. Es cierto que todos los jefes de Estado y de Gobierno se declaran tristes por la marcha de Reino Unido. "¿Cuál es su mensaje para el 48% de los británicos que votó quedarse en el referéndum de 2016?", ha preguntado un periodista en la rueda final de la cumbre. "Me gustaría decir al 48% que tenían razón", ha contestado el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker.
Al mismo tiempo, los líderes de los Veintisiete están agotados del culebrón interminable del brexit, que absorbe toda la energía de la UE y le impide centrarse en cuestiones urgentes como la lucha contra el cambio climático o la política migratoria. Quieren cerrar de una vez este capítulo, pasar página. Por eso, durante los debates celebrados este jueves han escondido la posibilidad de una nueva prórroga en el caso de que Westminster tumbe otra vez el acuerdo de divorcio. Es una forma de presionar a los parlamentarios británicos: o el acuerdo de Johnson o el caos.
La prórroga no se menciona en las conclusiones aprobadas por los jefes de Estado y de Gobierno, que señalan la fecha del 1 de noviembre como el primer día en que Reino Unido ya no estará en la UE. Juncker ha ido un paso más allá y la ha descartado expresamente. "Si tenemos un acuerdo, tenemos un acuerdo y no hay necesidad de prórroga", ha insistido cuando le han preguntado los periodistas británicos.
Las declaraciones de Juncker han enfurecido al líder del Partido del Brexit, Nigel Farage. "Un burócrata al que nadie ha elegido y que está a punto de retirarse dice: no habrá prórroga, o tomas este nuevo Tratado o te vas. Se está saltando la ley Benn (que obliga a Johnson a pedir una prórroga)", ha escrito en Twitter. Unas palabras cuanto menos pasmosas si se tiene en cuenta que Farage defiende una salida salvaje inmediata.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, no ha querido llegar tan lejos y ha evitado descartar la prórroga. "Nuestra intención es trabajar por la ratificación. Apoyamos el acuerdo y estamos preparados para esta ratificación: logísticamente, políticamente y técnicamente. Ahora la pelota pasa a Reino Unido. No tengo ni idea de cuál será el resultado del debate en la Cámara de los Comunes el sábado. No me corresponde comentar los acontecimientos políticos en Reino Unido. Pero si hay una petición de prórroga, consultaré con los Estados miembros para ver cómo reaccionar", ha dicho.
Pero el propio Johnson ha rechazado de nuevo otro retraso en la fecha del brexit, que ya sería el tercero. "Como no me canso de decir y repetiré una vez más, no creo que tenga ningún sentido una prórroga. Debemos continuar y hacer el trabajo para el 31 de octubre", ha resaltado. El primer ministro británico le ha asegurado a Juncker que "tiene confianza en su capacidad de convencer a una mayoría de parlamentarios de la Cámara de los Comunes". No obstante, no ha sabido explicar cómo piensa hacerlo.
"Nuestra satisfacción va acompañada de una legítima prudencia, porque instruidos por la historia sabemos también que los parlamentos pueden finalmente rechazar los acuerdos. Quiero creer que el primer ministro Johnson tendrá una mayoría para sostener este acuerdo ásperamente discutido durante las últimas semanas", sostiene el presidente francés, Emmanuel Macron.
Pese a las amenazas, lo cierto es que en Bruselas ya está todo preparado para otra nueva prórroga si Westminster tumba el sábado el segundo acuerdo de divorcio. El Parlamento británico aprobó a principios de septiembre la ley Benn, que obliga a Boris Johnson a pedir el aplazamiento. Y tanto la Eurocámara como todos los líderes europeos, incluso los más reticentes como Macron, han dicho que la concederán si hay un buen motivo: por ejemplo, la celebración de elecciones anticipadas en Reino Unido, el escenario más probable.
En todo caso, la UE preferiría una solución rápida. Aval del Parlamento británico el sábado. Ratificación en la Eurocámara el jueves de la semana que viene. Y salida ordenada de Reino Unido el próximo 31 de octubre. Un divorcio amistoso exprés después de tres años de interminables negociaciones.