Los trabajadores ferroviarios, los maestros y los médicos de emergencias protagonizaron el jueves una de las huelgas más grandes del sector público en Francia durante décadas. Se han mostrado decididos a obligar al presidente Emmanuel Macron a abandonar sus planes para revisar el generoso sistema de pensiones de Francia.
Las redes de transporte en París y ciudades de toda Francia se detuvieron casi por completo cuando los sindicatos convocaron una huelga que amenaza con paralizar a Francia durante días y plantea el desafío más severo a la agenda de reformas de Macron desde que estallaron las protestas de los 'chalecos amarillos'.
Las estaciones de tren y metro en París estaban en gran parte desiertas a primera hora, ya que los viajeros decidieron moverse en bicicletas y en coche o trabajaban desde casa.
"Lo que tenemos que hacer es cerrar la economía", afirma Christian Grolier, un alto funcionario del sindicato Force Ouvriere, de extrema izquierda.
Se espera que los trabajadores del aeropuerto, los camioneros, la policía y los recolectores de basura se unan a la huelga en un momento de descontento generalizado hacia el impulso de Macron para hacer que la economía de Francia sea más competitiva y reducir el gasto público.
Macron quiere simplificar el difícil sistema de pensiones de Francia, que comprende más de 40 planes diferentes, muchos con diferentes edades y beneficios de jubilación.
El presidente francés asevera que el sistema es injusto y demasiado costoso. Quiere un sistema único basado en puntos bajo el cual por cada euro contribuido, cada pensionista tenga los mismos derechos. La batalla entre Macron y los sindicatos por el apoyo público será fundamentales para el éxito de la huelga.
Una encuesta de opinión el mes pasado mostró que casi la mitad de todos los franceses se opusieron a la reforma. "Durante 30 años, los sucesivos gobiernos han tratado de introducir reformas y fracasaron porque los sindicatos paralizan el país", afirma Isabelle Guibal, propietaria de una cafetería.
Protestas en la calle
Antes del amanecer, la policía antidisturbios erigió barreras en las calles que rodean las oficinas del presidente y del primer ministro y registraron las bolsas de peatones a lo largo de Champs Elysees, antes de un día de protestas callejeras en las que el Gobierno advirtió que puede haber infiltrados grupos violentos.
Los manifestantes marcharán desde la Gare du Nord de la capital hasta la Place de la Nation en la tarde. El ministro del Interior, Christophe Castaner, dijo que se esperaba que miles de manifestantes anarquistas causen estragos.
Ordenó cerrar tiendas a lo largo de la ruta. Se desplegarán alrededor de 6,000 policías, incluidos docenas de oficiales de respuesta rápida en motocicletas. El ferrocarril estatal SNCF dijo que sólo uno de cada 10 trenes de cercanías y TGV de alta velocidad funcionarían. Los operadores de trenes Eurostar y Thalys han cancelado los servicios que unen París con Londres y Bruselas. La autoridad de aviación civil pidió a las aerolíneas que cancelen el 20% de los vuelos debido a los efectos de la huelga.
En el sur de Francia, los manifestantes bloquearon al menos una instalación petrolera. La producción de energía se redujo en dos plantas de energía de combustión de carbón y una planta de gas cuando algunos trabajadores de la energía se marcharon, aunque no hubo impacto en la producción nuclear, según dijo el operador de la red RTE. Los intentos anteriores de reforma de las pensiones han terminado mal.