La enésima crisis política que vive Bélgica -con el Gobierno en funciones desde hace un año y sin perspectivas claras para formar una nueva coalición- ha disparado las perspectivas electorales de la extrema derecha separatista en Flandes. El partido ultra Vlaams Belang sería ya la primera fuerza flamenca con un 27,3% de intención de voto, adelantando a los nacionalistas de la N-VA (22,1%), los socios de Carles Puigdemont en Bélgica que ganaron las últimas elecciones del pasado 26 de mayo, según una encuesta del periódico Le Soir y la cadena RTL.
A continuación se situarían los democristianos del CD&V (11,4%) y los Verdes (10,7%). Por debajo de la barrera simbólica del 10% de intención de voto están los liberales del VLD (9,9%), los socialdemócratas del SP.A (8,9%) y la izquierda radical del PVDA (8,4%). Un panorama electoral que complica todavía más las de por sí endiabladas negociaciones para formar Gobierno.
¿Supone el auge irresistible del Vlaams Belang un fracaso de la práctica belga de aislar a la extrema derecha? Precisamente, el cordón sanitario es una estrategia que tiene su origen en Bélgica y se ha venido aplicando de forma sistemática en este país desde hace 30 años. Consiste en excluir a los ultras de cualquier coalición de Gobierno por considerar que sus ideas políticas, en particular en materia migratoria, atentan contra los derechos humanos. En Valonia existe además un cordón sanitario mediático que no rige en Flandes, donde los medios tratan al Vlaams Belang casi como un partido normal.
Tras las elecciones del 26-M, el Rey Felipe de Bélgica recibió en audiencia al líder del Vlaams Belang, Tom Van Grieken, dentro de la ronda de contactos para formar Gobierno, un gesto que según los analistas ha contribuido a la normalización del partido. Ni su padre Alberto II ni su tío Balduino lo habían hecho nunca antes.
"Creo que el auge del Vlaams Belang es principalmente la consecuencia de la ruptura del cordón sanitario tras las elecciones, que llevó a prolongadas negociaciones para el Gobierno flamenco, en las que la N-VA y el Vlaams Belang se estaban acercando. Aunque al final el Vlaams Belang ha quedado excluido, el Gobierno de coalición ha adoptado claramente muchos de sus marcos y políticas", explica a EL ESPAÑOL el politólogo holandés Cas Mudde, que acaba de publicar el libro La extrema derecha hoy. Al final, el Gobierno flamenco está formado por N-VA, CD&V y VLD.
"El cordón sanitario se ha acabado en Flandes, incluso aunque el Vlaams Belang siga sin ser incluido en el Gobierno. Se les ha tratado como un partido normal y hay pocos motivos para pensar que esto va a cambiar en las próximas elecciones", sostiene Mudde.
Otro factor determinante en el ascenso de la ultraderecha flamenca es su omnipresencia en las redes sociales. El partido ha invertido cerca de 800.000 euros en apenas siete meses y dirige su propaganda a la franja de edad entre 18-29 años, ya que muchos de sus votantes son jóvenes. "Se encuentra sin duda entre los mejores partidos en la focalización de los electores y la la utilización más eficaz de las redes sociales", ha explicado el politólogo Pascal Dewit a la RTL.
También ayuda a la progresión del Vlaams Belang la situación de bloqueo político en Bélgica. Al no participar en las negociaciones para formar Gobierno, los electores lo ven como un partido de protesta por la inoperancia total de la clase política. Bélgica ostenta el récord mundial de un país sin Gobierno: tras las elecciones de 2010 tardó un total de 541 días en lograrlo, un periodo en el que se cuestionó incluso la propia supervivencia del país.
¿Hacia una coalición arcoiris?
Este miércoles 18 de diciembre se cumplen ya 365 días de la dimisión del último primer ministro plenipotenciario, Charles Michel. Se marchó después de que sus socios de la N-VA dejaran el Gobierno por su negativa a firmar el Pacto Migratorio de la ONU y de que él fuera incapaz de encontrar una coalición alternativa. Desde entonces, el Ejecutivo belga está en funciones. A petición propia tras ser nombrado presidente del Consejo Europeo, Michel fue sustituido el 27 de octubre por la también liberal Sophie Wilmès, la primera mujer jefa de Gobierno en la historia del país: pero igualmente está en funciones.
Y es que las elecciones del pasado 26 de mayo dejaron una Bélgica más dividida que nunca, en la que la formación del Gobierno se antoja casi imposible. Mientras que en Flandes triunfó la derecha radical y la ultraderecha, en Valonia ganaron las izquierdas: el Partido Socialista se mantiene como el más votado y tanto los verdes como los comunistas suben. Los liberales de Michel y Wilmès se hundieron, lo que hace imposible reeditar la coalición con la N-VA.
Desde mayo, los diferentes informadores nombrados por el Rey Felipe han explorado la posibilidad de un Gobierno entre los socialistas valones y los nacionalistas flamencos de la N-VA. Una solución que hasta ahora se ha desvelado imposible por las diferencias irreconciliables entre ambos. La otra alternativa es una "coalición arcoiris" entre socialistas, democristianos, liberales y verdes. Una opción que tampoco parece sostenible puesto que dejaría fuera a los dos partidos más votados en Flandes.