El Partido Nacionaldemocrático de Alemania (NPD) abría en 2016 a EL ESPAÑOL las puertas de su cuartel general en Berlín. Su vicepresidente, Frank Schwerdt, en una de las últimas entrevistas que concedió antes de morir a finales de ese mismo año, ya hablaba sobre los peligros existenciales que amenazaban a una formación conocida por sus numerosos frentes judiciales.
Actualmente las autoridades del país de la canciller Angela Merkel tratan de acabar con esta formación, a la que todos aquí conocen como el partido 'neonazi'. Las autoridades podrían impedir al NPD durante seis largos años el acceso a los fondos públicos ya que se le reprocha, entre otras cosas, querer “eliminar las bases democráticas” del país.
En 2018, el partido recibió casi 900.000 euros de dinero público, pese a que en las últimas citas con las urnas los resultados del NPD dan cuenta de que es un partido menguante, sin apenas electorado. En las últimas elecciones europeas, celebradas en mayo del año pasado, esta formación tuvo que conformarse con un 0,27% de los votos. En consecuencia, la formación neonazi perdió el escaño que desde 2014 ocupaba en su nombre Udo Voigt, miembro de la directiva del partido.
Para hacer olvidar traspiés electorales, problemas de dinero y su enfrentamiento con las autoridades, en el NPD confían ahora en que un cambio de nombre les saque del aparente callejón sin salida político al que han llegado tras más de medio siglo de historia. Así, en el último congreso nacional del NPD, celebrado el mes pasado en la pequeña ciudad sajona de Riesa (este germano), se acordó que un grupo de trabajo estudie hasta marzo las posibilidad de cambiar de nombre.
En lenguaje mercadotécnico, al proceso en que está enfrascado el NPD se le llama rebranding. En el NPD, sus responsables minimizan el alcance de esta fase. El cambio de nombre es sólo “una posibilidad”, dicen.
Un partido 'víctima' de la ultraderechista AfD
“Dado que en los últimos años no hemos podido tener éxitos electorales, en parte también porque [el partido de ultraderecha, ndlr.] Alternativa para Alemania se ha quedado con mucho de nuestro electorado, nos hemos planteado de nuevo cómo dirigirnos al espacio público. No es una obligación cambiar de nombre, pero la dirección está estudiándolo”, explican a EL ESPAÑOL fuentes del partido extremista.
Lo cierto es que ya han sonado varias opciones con las que rebautizar el partido. Por ejemplo, los medios germanos han apuntado que se han barajado nombres como el de Partido Socialista de la Patria (SHP, por sus siglas alemanas). El diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung recogía recientemente que otras de las opciones consistían en añadir a las siglas NPD las palabras “Los Nacionales” o “Las Derechas”.
También los hay que han querido cambiar las siglas del partido para que sean SRP, seguramente sin pensar que el Partido Socialista del Reich las llevó hasta 1952. Esa formación, creada en 1949, fue la primera en ser prohibida en Alemania por no haber roto ideológicamente con el partido nazi de Adolf Hitler.
Puede que en el NPD se refieran ahora al 'rebranding' como una mera “posibilidad”. Sin embargo, para el que es el presidente de los neonazis alemanes, Frank Franz, el cambio de nombre es algo muy serio. Tanto es así que su permanencia como líder del NPD – confirmada en el congreso del mes pasado – está sujeta al éxito que tenga el proceso de 'rebranding', según han apuntado los medios de comunicación alemanes.
El empeño de Franz desde que entró en la presidencia del NPD ha consistido en cambiar la imagen del partido. Sus críticos en el NPD lo han acusado de querer convertir a esta formación histórica de la extrema derecha en una especie de “Greenpeace de derechas”. “El NPD es el partido de la gente activa”, defiende uno de sus responsables a este periódico, aludiendo, entre otras cosas, a la campaña de patrullas ciudadanas de militantes del partido que atiende al nombre de “zonas protegidas”.
En su afán por presentarse como partido históricamente 'rebelde', el NPD ha querido incluso reivindicar como propia la figura de Martin Lutero. Esta iniciativa, lanzada en 2017 y aprovechando el 500º aniversario de la Reforma protestante, no trajo buenos resultados al NPD en las elecciones generales de ese año. En esa cita con las urnas, la formación consiguió apenas un 0,4% de los votos.
Un partido de 'nipsters', neonazis hipsters
Por su aspecto, el propio Franz también busca diferenciarse de los “nazis” a los que en el propio NPD dicen dirigirse desde siempre. A Franz se le ha visto aquí como la expresión perfecta del “nipsterismo”, a saber, del neonazismo hipster. Sus adeptos son neonazis que ya no llevan la cabeza rapada ni visten botas militares o chaquetas de estética militar. En lugar de eso, lucen cuidadas barbas, piercings, ropa hipster o prendas de vestir oscuras, algo que antes se asociaba a los grupos anarquistas o de extrema izquierda.
En el caso particular de Franz, a éste se le suele ver bien trajeado en redes sociales junto a la cuestionable cartelería de su partido. Sus mensajes suelen ser polémicos como demuestra la última campaña por la que el NPD ha tenido que rendir cuentas en los tribunales alemanes. En ella se decía: “Paren la invasión. ¡La inmigración mata!”.
Pese a las airadas reacciones de rechazo generadas por ese mensaje, el cual el NPD tuvo que explicar ante los jueces, las autoridades han terminado aceptándolo al considerarlo protegido por la libertad de expresión. Así lo dictaminó un tribunal de Potsdam esta misma semana.
Libertad de expresión tienen también en el NPD para renombrar al partido. Otra cosa bien distinta es que el NPD supere el pulso que le plantea, por un lado, AfD, y, por otro, quienes quieren cortarles la financiación pública. También es muy complicado que el NPD pueda cambiar la “marca” del partido. Ésta, según reconocía al Frankfurter Allgemeine Zeitung uno de sus responsables en diciembre: “Por un lado tenemos una marca desde hace cincuenta años, y por otro lado está el problema de que esa marca tenga un mal significado”.
¿Puede un 'rebranding' acabar con la crisis del partido neonazi alemán o pondrá el marketing político la puntilla al NPD?