La ministra de Defensa de Alemania, Annegret Kramp-Karrenbauer, ha confirmado la disolución de la segunda compañía de combate del Comando de Fuerzas Especiales (KSK) por los vínculos de algunos de sus integrantes con la extrema derecha.
"El KSK no puede continuar bajo su forma actual", según la ministra en declaraciones al periódico Süddeutsche Zeitung. "Las Fuerzas Especiales -lamenta- se declararon parcialmente autónomas respecto al resto del Ejército por una cultura tóxica de algunos de sus jefes".
Kramp-Karrenbauer tenía opción de sustituir a los mandos, pero ha optado por no dar continuidad al cuerpo y que la decisión se ejecute con carácter inmediato.
En mayo, uno de los miembros del KSK fue detenido tras hallarse en su jardín explosivos, armas y munición sustraidos al ejército, además de abundante material nazi. Investigadores de las fuerzas armadas cifraron en 48.000 los cartuchos y en 62 los kilos de explosivos sustraídos tanto por este soldado como por otros compañeros a fin supuestamente de desencadenar una guerra civil.
"Perturbadores y alarmantes"
La ministra, además, ha informado sobre un paquete de medidas con el que pretende poner fin a la tolerancia a la extrema derecha en las filas del ejército alemán. Hace unos meses ya avisó: "Si las facultades de autolimpieza del KSK no tienen efecto, se planteará inevitablemente la cuestión de si puede mantenerse en su forma actual".
Las reformas ya tienen consecuencias: toda actividad en el extranjero se suspende hasta nueva orden, caso también de las misiones en Afganistán o Malí, donde las unidades del KSK serán reemplazadas.
Los sucesivos escándalos han sido calificados por Kramp-Karrenbauer como "perturbadores y alarmantes". Son los que le han llevado a suspender unas fuerzas especiales que se crearon en 1996 como una unidad dentro de la Bundeswehr centrada en operaciones antiterroristas.