El Vaticano ha detenido a la empresaria Cecilia Marogna, acusada de malversar en una misión diplomática ordenada por el cardenal Angelo Becciu, destituido por el papa Francisco por su gestión de la Secretaría de Estado.
El arresto se produjo la pasada noche en la ciudad italiana de Milán (norte) después de que la Santa Sede emitiera una orden de detención internacional, según informan los medios locales.
La mujer, de 39 años, fue intervenida por la Guardia de Finanzas (policía de delitos fiscales italiana) y será extraditada al Estado de la Ciudad del Vaticano para quedar a su disposición.
Las autoridades de la Santa Sede deberán interrogarla para saber si recibió del antes poderoso cardenal Becciu la suma de 500.000 euros de fondos cuando este era sustituto de la Secretaría de Estado (2011-2018), número tres en la jerarquía vaticana.
El supuesto objetivo de esa inversión sería la creación de una red diplomática paralela, aunque acabó gastándola en artículos de lujo.
Su detención se enmarca en la investigación al purpurado, obligado por el papa Francisco a renunciar a su cargo de prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos y a los derechos del cardenalato el 24 de septiembre por supuestas irregularidades en la gestión de fondos de la Santa Sede.
La mujer, natural de Cerdeña, como Becciu, entró en contacto con el purpurado en 2015 presentándose como experta en diplomacia y relaciones internacionales.
Así le ofreció crear una "red diplomática paralela en los países del norte de África y Oriente Medio", según ha relatado ella misma a "Il Corriere della Sera", para proteger de los terroristas las nunciaturas y sedes diplomáticas de la Santa Sede en esas zonas.
Sobre si gastó ese dinero en artículos de lujo como ropa, joyas o cosméticos, alegó: "Quizás el bolso era para la esposa de un amigo nigeriano que pudo hablar con el presidente de Burkina Faso para vigilar los riesgos y peligros de las nunciaturas del Vaticano".
El caso de la "dama del cardenal", como se la conoce, es un nuevo episodio en el escándalo que ha salpicado a Becciu, sobre el que se investiga la compra irregular de un edificio en Londres que acabó generando un agujero de 400 millones de euros en las cuentas vaticanas.
Pero además ha trascendido que el purpurado supuestamente envió fondos de la Conferencia Episcopal Italiana y una vez del Óbolo di San Pedro, la institución que recoge las colectas para la misión del papa, a Cáritas de Cerdeña para que se usasen a favor de una empresa cooperativa propiedad de su hermano Tonino.
Becciu explicó que el papa le retiró porque los magistrados le acusaban de malversación, pero él aunque confirmando que envió los fondos a Caritas, explicó que no veía nada de malo en ello.
También se le atribuye una transferencia de 700.000 euros a una cuenta bancaria en Australia, un dinero que pudo utilizarse durante el juicio por abuso sexual que afrontó el cardenal australiano George Pell, con quien mantiene fuertes diferencias.
Los medios italianos especulan con que ese dinero habría podido servir para pagar a testigos en contra de Pell, exministro de Economía del Vaticano y que finalmente quedó absuelto.
El pasado 8 de octubre Becciu rompió su silencio y a través de su abogado rechazó haber realizado "ninguna actividad ilícita" y expresó su deseo de mostrar pronto su fidelidad al pontífice.