El expresidente norteamericano, Donald Trump, tachó a la OTAN de "obsoleta", acusó incesantemente a sus socios de no pagar su cuota y aprovecharse del paraguas de seguridad de Estados Unidos e incluso amenazó con salirse. El resultado es que la Alianza Atlántica ha vivido los últimos cuatro años una situación de "muerte cerebral", según la definió el presidente francés, Emmanuel Macron.
Ahora, Joe Biden, pretende reparar los daños causados por Trump, volver a un orden mundial basado en reglas y recuperar a sus aliados tradicionales, empezando por los europeos. Para ejecutar esta misión, el nuevo inquilino de la Casa Blanca ha enviado a Bruselas a su secretario de Estado, Antony Blinken, pese a las restricciones por la Covid-19.
Un viaje con dos paradas fundamentales: este martes, Blinken asiste a la reunión de ministros de Exteriores de la OTAN, en la que también participa Arancha González Laya; el miércoles tiene cita con los dirigentes de la UE, empezando por la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen.
"He venido aquí a expresar el compromiso inquebrantable de Estados Unidos hacia la OTAN, que ha sido la piedra angular de la paz, la prosperidad y la estabilidad para la comunidad transatlántica durante más de 70 años. Y he venido a Bruselas porque Estados Unidos quiere reconstruir sus alianzas, principalmente con nuestros socios de la OTAN", ha dicho Blinken en rueda de prensa conjunta con el secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg.
"Cuando vemos todos los retos a los que nos enfrentamos como país y que van a afectar a las vidas de nuestros ciudadanos, ninguno puede ser afrontado por un único país actuando en solitario, ni siquiera EE. UU. con todos los recursos que tenemos", argumenta el secretario de Estado. Su mensaje en Bruselas es que el presidente Biden apuesta firmemente por trabajar con sus aliados a la hora de abordar cuestiones como el cambio climático, el auge de China o la deriva de Rusia.
Stoltenberg no ha querido ocultar que en los últimos años la OTAN ha vivido "discusiones difíciles", pero ha hecho valer que se trata de una institución "fuerte" que al final ha podido resistir a las turbulencias de la era Trump. "Ningún país ni ningún continente puede hacer frente a estos desafíos en solitario. Ni Europa ni América. Pero sí Europa y América juntas, en la OTAN", sostiene.
En su primera muestra de buena voluntad, el secretario de Estado ha prometido que consultará con sus aliados de la OTAN el futuro de las tropas estadounidenses en Afganistán y tendrá en cuenta sus opiniones. Trump se comprometió a marcharse del país el próximo 1 de mayo, un movimiento que el resto de socios considera prematuro por el riesgo de que el país se convierta de nuevo en refugio de terroristas. Blinken asegura que escuchará a sus aliados, pero la decisión final sigue siendo de Biden.
Rusia y China
En cuanto a las relaciones con Moscú y Pekín, el secretario de Estado asegura que la posición de Estados Unidos es "clara". "Trabajaremos con Rusia cuando haga avanzar nuestros intereses y uno de ellos es generar estabilidad: ya lo hemos demostrado con la extensión del acuerdo Start (sobre control de armas nucleares)", ha explicado Blinken.
"Por otro lado, nos mantendremos firmes ante las agresiones de Rusia y otras acciones que intenten socavar nuestra alianza y creo que ese enfoque es el mismo que el de la OTAN. De forma similar, vamos a garantizar que la OTAN se centre en algunos de los retos que China plantea al orden internacional basado en reglas", sostiene el secretario de Estado.
La nueva administración estadounidense es además partidaria de "mantener a Turquía anclada en la OTAN". Pese a que mantiene "diferencias" en cuestiones como la adquisición de misiles rusos S-400 o las disputas en el Mediterráneo Oriental con Grecia y Chipre, Estados Unidos considera a Ankara un "aliado valioso y duradero".
Eso sí, hay conflictos entre Europa y Estados Unidos que no se han resuelto con el cambio de guardia en la Casa Blanca. Uno de los más importantes es la oposición de Washington al gaseoducto Nord Stream 2, cuya construcción está a punto de terminar y que suministrará directamente gas ruso a Alemania. En una visita a Bruselas, Trump acusó a Angela Merkel de ser "rehén" de Moscú.
"El presidente Biden ha sido muy claro al decir que cree que este gaseoducto es una mala idea. Mala para Europa y mala para Estados Unidos. En última instancia, contradice los propios objetivos de la UE en materia de seguridad energética. Puede socavar los intereses de Ucrania, Polonia y otros aliados cercanos", ha repetido este martes Blinken.