El liberal neerlandés Mark Rutte tratará de salvar su futuro político, tras sobrevivir el jueves de madrugada a una moción de censura, y buscará recuperar la confianza perdida de sus socios de gobierno, en busca de jugar un rol relevante en las negociaciones de la formación de una nueva coalición en Países Bajos.
Si el 17 de marzo Rutte parecía tenerlas todas consigo para repetir como jefe del Gobierno, ahora todos sus socios lo miran con escepticismo y desconfianza, después de que el Congreso desaprobara su forma de actuar en la fase exploratoria, con una moción de reprobación presentada por la progresista Sigrid Kaag (D66) y el democristiano Wopke Hoekstra (CDA), evitando un respaldo suficiente a la moción de censura del ultraderechista Geert Wilders.
Muchos diputados le acusaron de “mentir”, de mostrar “arrogancia”, y de ya no ser apto para ocupar por cuarta vez el cargo de primer ministro, pero el escándalo sólo acabó por reafirmar la imagen de “superviviente” que se ha creado Rutte desde su llegada al poder en 2010, al salir ileso de múltiples controversias, pero ninguna tan grave como esta.
El escándalo no logró aclararse del todo en un debate parlamentario que empezó a la 13.30 hora local del jueves (11.30 GMT), y terminó a las 3.00 (1.00 GMT) del viernes, con Rutte tratando de convencer de que “no mintió”, que se “acordó mal” de lo que había dicho durante las reuniones de tanteo previas a las negociaciones de gobierno.
La semana pasada, Kasja Ollongren (D66), una de las encargadas de tantear a los líderes políticos, dejó accidentalmente a la vista de las cámaras un documento donde anotó la necesidad de buscar un cargo al democristiano Pieter Omtzigt, un diputado crítico con el Ejecutivo, incluso si su propio partido es socio de coalición.
Mencionar cargos, con nombres y apellidos, en una fase prematura, es saltarse el protocolo de búsqueda de aliados para una coalición. Todos, incluido Rutte, negaron haber mencionado a Omtzigt, y las “exploradoras”, Ollongren y la liberal Annemarie Jorritsma (VVD), rechazaron que fuera objeto de debate.
El problema no solo estaba en que alguien habló de cargos tan pronto, sino que la anotación daba a entender que se quería sacar del Parlamento a Omtzigt, dándole un puesto desde el que no pudiera hacer oposición al Ejecutivo. Este diputado fue una de las voces más críticas con el escándalo de las ayudas a las familias, que llevó en enero a la dimisión del tercer gobierno de Rutte.
El Parlamento exigió ver las anotaciones y cuando las recibió este jueves, resultó que fue Rutte quien mencionó a Omtzigt pidiendo darle un Ministerio, pero tanto Rutte como Ollongren y Jorritsma usaron un argumento de “amnesia colectiva” (término acuñado por los verdes), alegando que solo se acordaron de esa conversación al ver sus propios papeles.
La polémica se complicó aún más cuando Rutte reconoció que alguien le llamó la mañana del jueves para advertirle de que Omtzigt aparecía en las anotaciones que se iban a enviar al Parlamento, lo que se vio como abuso de poder.
Le exigieron que revelara el nombre de su interlocutor, pero Rutte se negó, y los diputados exigieron la comparecencia inmediata de los nuevos exploradores (Ollongren y Jorritsma dimitieron tras la filtración), que acudieron de madrugada para negar haber sido ellos.
Al final, el liberal no reveló su fuente, y logró que D66, CDA y Unión Cristiana -sus actuales socios en funciones- no respaldaran la moción de censura que podría haber fulminado su carrera política, aunque apoyaron la alternativa: una moción de reprobación de su comportamiento porque nadie se creyó que se hubiera “acordado mal” de lo que dijo.
Kaag habló de que Rutte tenía un “patrón de olvido” cada vez que se veía involucrado en un escándalo y que, de estar en su lugar, ya habría dimitido. Hoekstra, dio la espalda al liberal y habló de un “caos total”, pero al final, ambos salvaron a Rutte votando contra la moción de censura. Ahora les debe un favor a devolver durante las negociaciones de la futura formación, en la que los liberales pondrían 34 de los 150 escaños del Parlamento.
“Yo también estoy decepcionado”, dijo Rutte, tras pedir perdón en reiteradas ocasiones. Sus socios ya le han dicho que no le van a recibir con los brazos abiertos, y él prometió que había entendido el mensaje, que luchará por recuperar la confianza perdida y ganarse al nuevo explorador, aún por nombrar, pero que no dimitirá.