El centrista Armin Laschet será el candidato del bloque conservador para las elecciones generales del próximo septiembre, tras imponerse en un duro pulso al derechista bávaro Markus Söder y a modo de apuesta continuista para la era post-Angela Merkel.
Tres meses después de ser elegido jefe de la Unión Cristianodemócrata (CDU), el partido de la canciller, Laschet superó su siguiente prueba de resistencia frente a las corrientes internas conservadoras, pese a no haber consolidado aún su liderazgo y con los sondeos en contra.
El duelo con el derechista Söder puso en evidencia las grietas internas del bloque, tras el largo liderazgo de Merkel, que pese a todos sus logros a escala nacional y global no ha conseguido la sucesión ordenada y armónica deseada.
Laschet, primer ministro del "Land" de Renania del Norte-Westfalia, el más poblado del país, reaccionó a la obstinación de Söder por liderar el bloque en los comicios nacionales de acuerdo con una de las características de su personalidad: no darse por vencido.
Los índices de popularidad apostaban claramente por Söder, que es uno de los políticos mejor valorados del país, en parte gracias a su gestión frente a la pandemia en Baviera.
Pero Laschet hizo valer la posición de fortaleza de la CDU, con 200 diputados en el Bundestag frente a los 46 del partido bávaro. Un sector notable de su partido prefería a Söder, aunque fuera porque los sondeos le dan más opciones de victoria, pero optó por persistir en su empeño.
Las relaciones entre ambos partidos hermanos nunca han sido fáciles. Legendarios son los enfrentamientos entre los patriarcas respectivos, Helmut Kohl y Franz Josef Strauss, o las presiones sufridas por Merkel en plena crisis migratoria, que pusieron en jaque su coalición.
En contra de Laschet hablaba el precedente marcado por la propia Merkel en 2002, cuando renunció a luchar por la cancillería a favor del bávaro Edmund Stoiber, presionada por varios hombres fuertes del partido.
Stoiber no ganó esos comicios, sino que fue reelegido el socialdemócrata Gerhard Schröder, al que Merkel derrotaría tres años después, lo que a posteriori dio por bueno su sacrificio anterior.
Laschet no se ha apartado a favor de Söder. Asume así el compromiso de luchar por retener el poder para CDU/CSU que mantiene la primera posición en intención de voto.
Amable y familiar
De rostro afable y tono conciliador, Laschet suele presentarse como un tipo familiar y consumidor de la serie policiaca Tatort, la más popular del país y casi una señal de identidad para el alemán de a pie.
Representa, además, al "corazón minero" de Renania del Norte-Westfalia, un "Land" con 18 millones de habitantes y en el pasado feudo socialdemócrata. Hijo de un minero de Aquisgrán, creció en una familia de fuertes raíces católicas, dominante en su región. No fue un estudiante prodigioso, como ha admitido, sino más bien repetidor. Pero terminó Derecho y se estableció como abogado.
Con 18 años ingresó en la CDU, en 1994 entró en el Bundestag (Parlamento federal) con un escaño por mandato directo de su distrito. En 1999 se convirtió en eurodiputado y a partir de 2005 volvió al ámbito regional como ministro de la Familia del "Land". Desde 2017 está al frente de la coalición de gobierno en su estado federado, con el Partido Liberal (FDP) como socio.
Se presenta como un hombre sencillo, que se entrega con pasión a los carnavales renanos -otra seña de identidad, en ese caso regional-, sin rehuir arriesgadas parodias. Ese mismo carácter de tipo familiar y arraigado en lo renano puede verse ahora como un obstáculo para ascender a la alta política europea.
Se le identifica con su región. Costaba ya imaginárselo como líder del partido dominante en el país y mucho más a escala internacional, como le corresponderá si alcanza la Cancillería.
Pero representa, a cambio, un continuismo sin desviaciones respecto a las grandes líneas de la política exterior alemana: fidelidad a la UE, al motor franco-alemán y al eje transatlántico.
Comparte con la canciller una capacidad de trabajo inextinguible. Es capaz de mantener jornadas maratonianas, lo que le acerca a la máxima característica de Merkel: la no levantarse de una mesa de negociación hasta lograr un acuerdo.