La República en Marcha (LREM), partido político del presidente francés, se ha dividido tras otra polémica en torno a los símbolos religiosos, la laicidad y el separatismo islamista. El jefe del partido político del presidente francés Emmanuel Macron ha amenazado con retirar el apoyo a uno de sus propios candidatos en las elecciones regionales después de que una candidata suplente por un municipio de Montpellier, Sara Zemmahi, apareciera en un cartel de campaña con un hiyab en la cabeza.
La amenaza de Stanislas Guerini, quien ayudó a fundar el movimiento centrista de Macron en 2016, provocó una ruptura dentro del partido y algunos parlamentarios ya expresaron su disconformidad.
En el cartel, Zemmahi aparece sonriendo con un pañuelo blanco en la cabeza, junto a tres compañeros del partido. El cartel fue compartido en twitter por Jordan Bardella, el número dos del partido de extrema derecha de Le Pen, Reagrupamiento Nacional (RN) y la polémica se desató en las redes.
"El uso de símbolos religiosos ostentosos en un documento de campaña no es compatible con los valores de LREM", escribió Guerini en respuesta al tuit de Bardella el lunes por la noche. "O estos candidatos cambian su foto o LREM retirará su apoyo".
Las criticas no han tardado en aparecer. Guerini ha sido acusado de caer en el juego del RN, algo que Guerini ha llegado a admitir. Sin embargo, en entrevista el martes en la emisora RTL, insistió en que el partido "considera que los símbolos religiosos ostentosos no tienen lugar" en las campañas, más allá de lo que cada uno decida hacer en su vida privada, y que retirará el apoyo a Zemmahi.
El portavoz del gobierno Gabriel Attal respaldó el martes el ultimátum en la radio France Inter. "Legalmente, nada impide que alguien que se presenta a una elección muestre un símbolo religioso, en este caso un pañuelo en la cabeza" dijo, subrayando, sin embargo, que se trata de una "decisión política y no legal", la de tener candidatos que no enseñen sus creencias religiosas.
La ley francesa no impide el uso del velo en campaña electoral, pero la influencia cada vez mayor de la ultraderecha francesa, que acusa al Gobierno de tibieza con el islamismo, está influyendo cada vez más los discursos políticos.
El Gobierno de Macron el Gobierno ha reforzado sus mensajes en torno a la lucha contra el separatismo islamista, el refuerzo de la seguridad y la defensa de la laicidad. Además, sigue en trámite legislación para reprimir lo que el mismo Gobierno ha denominado de "separatismo islamista", que le daría al estado más poder para investigar y disolver los grupos religiosos considerados amenazas para la nación.
Las encuestas para las próximas presidenciales, que se celebrarán en menos de un año, dan a Marine Le Pen máximos históricos, presentándose como la principal rival de Macron, quien fue elegido en 2017 como el candidato del centro político.
La ley francesa obliga a los trabajadores estatales a respetar la estricta neutralidad religiosa y les prohíbe llevar símbolos religiosos, como un hiyab, un yamulka judío o una cruz cristiana visible.Pero nada impide que las figuras electas locales muestren su religión o que los ciudadanos practiquen libremente su fe.
Una de las candidatas compañeras de Zemmahi en Montpellier criticó que se la juzgara por lo que eligió ponerse. "Veo las habilidades de Sara, no veo lo que lleva puesto", dijo a la televisión France 3 Mahfoud Benali, fotografiada con Zemmahi en el cartel.
La diputada local de la Asamblea Nacional del LREM, Coralie Dubost, también condenó el ultimátum de Guerini. "Zemmahi es una joven ingeniera que hace horas de trabajo de caridad y que está involucrada en un partido que tiene valores progresistas. Hay un lugar para ella con nosotros", sentenció.
En una reunión de diputados el martes, Guerini supuestamente admitió que responder directamente a la extrema derecha fue "un error". "Si algunas personas se han molestado, lo siento", dijo.
En septiembre pasado, una representante estudiantil musulmana fue boicoteada por varios diputados de derecha y uno del partido de Macron cuando asistió a una audiencia parlamentaria con un pañuelo en la cabeza.
Durante años se ha debatido en Francia sobre si el velo es una declaración política o simplemente un signo cultural y una elección de vestimenta adoptada por muchas mujeres musulmanas.