El Vaticano de Jorge Mario Bergoglio da un paso concreto contra los mafiosos y su contradictorio sentimiento de pertenencia a la Iglesia Católica. Tras la creación de una comisión específica con expertos del máximo nivel, el Papa Francisco sienta las bases para que, técnicamente, los mafiosos puedan ser excomulgados y, de facto, no poder ejercer su credo cristiano.
Sacerdotes, juristas y expertos de otros campos, a partir de ahora, se pondrán a trabajar juntos para establecer, en un futuro no muy lejano, cuál será el marco de actuación de la Iglesia para echar de su comunidad a los miembros de las mafias. El Vaticano, a través de su Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, acaba de crear una comisión específica para estudiar, en la práctica, los futuros procedimientos para excomulgar a las personas ligadas al crimen organizado y que profesan el cristianismo.
No es infrecuente que los mafiosos recurran a la simbología católica para camuflar sus acciones delictivas dentro de la narrativa religiosa. A menudo ocurre, que en los funerales de los mafiosos, sobre todo en el sur del país, sus familias tratan de reforzar su identidad como creyentes para legitimar al mafioso fallecido; convirtiendo así los funerales en una suerte de puesta en escena.
Así pues, dado que el hecho de ser creyente es uno de los elementos a menudo más identificativos del mafioso, la Iglesia Católica del Papa Francisco quiere poner toda la carne en el asador para que los criminales no puedan agarrarse por ningún lado a su fe cristiana.
La nueva medida promovida por el Vaticano no tiene un enfoque de tipo penal o civil, sino religioso y canónico. Traducido, la Iglesia de Roma va a intervenir precisamente en ese aspecto moral que tanto interesa a los mafiosos para redimirse en su acción criminal y, a menudo, para autojustificarse.
"La Iglesia no intervendrá en el ámbito de los delitos mafiosos, sino en el de los pecados", explica a EL ESPAÑOL Luigi Ciotti, sacerdote y activista muy conocido en Italia tras décadas en defensa de las víctimas de la mafia. Ciotti, quien pertenece a la recién creada comisión para la excomunión de los mafiosos, recuerda que "la tarea penal está en manos del Estado y de su Justicia", mientras que "la Iglesia se interesa por la dimensión relativa a la conciencia y a las relaciones [del criminal] con Dios, consigo mismo y con la sociedad".
Y añade: "Quien decida vivir haciendo un uso programado de la violencia para la acumulación del dinero, instrumentalizando las relaciones sociales y políticas, y además empleando expresiones religiosas para ello; vivirá en una condición de pecado", explica Luigi Ciotti. "La Iglesia lucha contra la mafia, concibiéndola como una estructura y un fenómeno de pecado social. Ya lo dijo el Papa, que quien escoja esta vía estará excomulgado". Hasta ahora esa había sido sólo una declaración, a partir de este momento arranca el camino que permitirá que dichas premisas pertenezcan al Derecho Canónico. Ciotti lo resume de forma muy clara en una sola frase: "El Evangelio es incompatible con la mafia".
El Papa Francisco se ha pronunciado muy duramente contra la mafia y los mafiosos desde el comienzo de su pontificado. Un año después de su proclamación como obispo de Roma, en 2014, Jorge Mario Bergoglio aseguró en Calabria, tierra donde opera la mafia de la 'Ndrangheta, que "son sirvientes del mal aquellos que viven de negocios sucios y violencia" y que 'Ndrangheta "es precisamente la adoración de un mal, que hay que contrastar, alejar y decir que no".
Francisco sabe que, en este ámbito, la Iglesia puede ser de gran ayuda para los más frágiles y por esta razón aquel día en Calabria aseguró que ésta "tiene que esforzarse cada vez más para que el bien prevalezca" porque "quien elija el mal, como los mafiosos, no están en comunión con Dios ¡están excomulgados!". El Santo Padre protagonizó una escena análoga el año siguiente, en 2015, en el problemático barrio napolitano de Scampia: "La corrupción huele mal, la sociedad corrupta huele mal y un cristiano que deja que la corrupción entre dentro de sí, huele mal".
En los últimos días la Iglesia de Francisco está lanzando importantes mensajes antimafia dentro de su poder simbólico. Sin ir más lejos, el pasado domingo beatificó a Rosario Livatino, juez asesinado por la mafia en Sicilia en 1990 cuando tenía tan sólo 38 años.
El Papa Francisco, asomado como de costumbre desde su ventana en el Palacio Apostólico y mirando a la Plaza de San Pedro en el Vaticano, aseguró que Livatino "fue un juez que no se dejó corromper nunca" y que con su trabajo se convirtió en "testigo del Evangelio con su muerte heróica". "Su ejemplo", afirmó el Santo Padre, "es un estímulo para todos, especialmente para los jueces, como leales defensores de la legalidad y de la libertad". Rosario Livatino es el juez más joven asesinado por la mafia y el primero en haber sido beatificado por la Iglesia Católica.
Uno de los aspectos más controvertidos acerca de la postura del Papa Francisco en la lucha contra la mafia es que, visto desde fuera de Italia, parece que dichas medidas están encaminadas especialmente contra los criminales italianos, principalmente porque es allí donde se encuentran tres de las principales mafias del mundo: la Cosa Nostra siciliana, la Camorra napolitana y la 'Ndrangheta calabresa.
Pero cambiando la palabra "mafia" por "crimen organizado", lo cual amplía mucho más el campo interpretativo; lo cierto es que en el mundo hay numerosas mafias, con arraigo en países particularmente católicos, que delinquen y predican en total contradicción con el mensaje de cualquier religión. Ahora será trabajo del Vaticano convencer a todos los criminales del mundo de que no habrá sitio para ellos dentro de la Iglesia. Pero para ello, sería bueno que la lucha antimafia del Vaticano saliera con fuerza más allá de las fronteras de la Península Itálica.