El expresidente de Portugal Jorge Sampaio, que desempeñó varios altos cargos políticos en los primeros años de la democracia lusa y dedicó sus últimos años al apoyo a refugiados sirios, ha muerto este viernes en un hospital de Lisboa a los 81 años.
El deceso, confirmado a medios locales por su entorno, llega dos semanas después de que fuera ingresado en un centro hospitalario de la capital lusa por problemas respiratorios que se sumaban a varias dolencias cardíacas con las que convivía desde hacía años.
Sampaio, abogado, exalcalde, y expresidente de Portugal, fue presidente de Portugal entre 1996 y 2006. Destacó durante su vida política por ser el hombre que estrenó los grandes acuerdos entre diferentes partidos de la democracia lusa, al liderar una histórica coalición de izquierda que mostró las posibilidades del diálogo a todo un país.
Nacido en Lisboa en 1939, en el seno de una familia de ascendencia judía, ya en sus primeros años obtuvo cimientos diferentes a los de sus coetáneos que vivieron sus primeros años bajo la dictadura salazarista.
Sampaio pasó parte de su infancia en el extranjero, entre Estados Unidos e Inglaterra, una experiencia que le marcó, y que se interrumpió en la adolescencia, que transcurrió en Lisboa, donde también se licenció en Derecho en 1961.
Su paso por partidos de izquierda
Es en esta década cuando despierta su inquietud política, especialmente contestataria mientras fue estudiante y uno de los protagonistas de la crisis académica de oposición a la dictadura, contexto en el que participó en la creación del Movimiento de Acción Revolucionario, de izquierda radical.
Ya licenciado se involucró en la defensa y los presos políticos, participando además en movimientos de resistencia que apostaban por una alternativa democrática y fundamentada en una base socialista.
Se lanzaría a concretar esa visión tras la Revolución de los Claveles, el 25 de abril de 1974, que trajo la democracia al país. Sampaio participó en la fundación del Movimiento de Izquierda Socialista (MES, por sus siglas en portugués), pero su presencia fue sin embargo efímera por desencuentros con su rumbo.
Su tono se va entonces moderando, y surge su perfil de hombre de encuentro y de acuerdos, lo que le convierte en enlace entre las instituciones democráticas y el ala moderada del Movimiento de las Fuerzas Armadas, motor de la revolución.
Y sigue reflexionando. Hasta 1978, cuando sus opciones se definen e ingresa en el Partido Socialista, formación con la que se estrena como diputado tras las elecciones de 1979. Pero no se presenta como actor para cambiar las reglas del juego a través del consenso hasta 1989.
El hombre de los acuerdos
Ese año, Sampaio consigue lo que nadie había logrado hasta el momento en la democracia portuguesa: una histórica coalición entre el Partido Socialista y el Partido Comunista Portugués (PCP) para presentarse al Ayuntamiento de Lisboa, que vence frente al candidato de centro derecha (y hoy presidente de Portugal), Marcelo Rebelo de Sousa.
Es un punto de no retorno, la prueba de los resultados que se obtienen alcanzando unos pactos. El modelo se repetiría cuatro años después, cuando Sampaio fue reelegido, y tendría un resurgimiento nacional casi 30 años más tarde, en un sistema que ha traspasado las fronteras de Portugal: la geringonça del socialista António Costa.
Pese al hito, Sampaio no se conformó. Compaginó la alcaldía con el cargo de secretario general de los socialistas de Portugal hasta 1992, cuando le sucedió António Guterres (hoy secretario general de la ONU), y dejó su cargo como regidor de Lisboa en 1995 para aspirar a la presidencia del país.
Contexto pionero
Venció en primera vuelta y logró así Sampaio otra "primera vez" en la democracia lusa: Presidencia y Gobierno eran del mismo partido. Usó su mandato para potenciar los aspectos sociales y culturales, contribuyendo para que se tomara conciencia de la causa por la independencia de Timor Oriental.
Solo conoció turbulencias al final de su segundo mandato presidencial, en el que protagonizó encendidos debates sobre hasta dónde debían llegar los poderes presidenciales, especialmente en lo referido a la disolución del Parlamento.
Al salir de la presidencia, fue nombrado por el secretario de la ONU enviado especial para la Lucha contra la Tuberculosis y un año más tarde, en 2007, Alto Representante de la ONU para la Alianza de las Civilizaciones.
Dedicó sus últimos años a causas humanitarias, especialmente a la atención a las víctimas de la guerra de Siria, convirtiéndose en responsable de la Plataforma Global de Asistencia Académica de Emergencia a Estudiantes Sirios, que en sus primeros ocho años de existencia ha dado becas a 650 estudiantes de ese país.
A lo largo de su vida ha recibido varios doctorados honoris causa, además del premio Nelson Mandela en 2015, y la Orden del Infante Don Henrique, el reconocimiento más importante de Portugal.