El próximo 26 de septiembre más de 60 millones de ciudadanos alemanes están llamados a las urnas para elegir el nuevo Bundestag, cámara de la que deberá salir el nuevo Gobierno para los próximos cuatro años. Los electores no eligen directamente a su canciller, sino que designan a los miembros del parlamento federal, que es quien tiene el mandato de nombrar al jefe del Gobierno.
Por qué son importantes
Con casi 80 millones de habitantes, Alemania es el país más poblado de la UE y representa la mayor economía de Europa. Tiene un PIB de 3,861 billones de dólares, muy por delante de economías como la británica o la francesa. De hecho, a raíz de la crisis de deuda de hace una década, se ganó el calificativo de locomotora de Europa.
Con estos datos, la expectación que generan estas elecciones en los países vecinos es alta. Sin embargo, si los herederos de Angela Merkel -que ya no concurre en estos comicios- consiguen mantenerse en el poder, el nuevo gobierno será continuista en lo político.
Lo que decida Alemania el próximo domingo también es importante para el resto del mundo precisamente porque su industria tiene mucho peso en el mercado global. La economía germana descansa fuertemente en sus exportaciones: sus socios comerciales más significativos son China, Francia y Estados Unidos.
Qué partidos se presentan
Merkel deja el Ejecutivo tras 16 años en la Cancillería. Los candidatos más conocidos son Armin Laschet y Olaf Scholz, pero a estos comicios se presentan más de 30 partidos y alguno de ellos será clave para que el ganador pueda formar su ejecutivo.
Armin Laschet es el candidato de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y su principal rival es Olaf Scholz, del Partido Socialdemócrata (SPD). A ellos irán destinados la mayoría de los votos, pero en la cámara también estarán otras cuatro formaciones.
Susanne Hennig-Wellsow y Janine Wissler son las líderes de La Izquierda (Die Linke), Annalena Baerbock representará a Los Verdes. Tino Chrupalla y Alice Weide, del AfD (Alternativa para Alemania), buscan el voto más antiinmigración; y Christian Lindner será el candidato de los liberales del FDP.
Qué dicen las encuestas
A pocos días de las elecciones, el socialdemócrata Olaf Scholz, actual vicecanciller y ministro de Hacienda, es el favorito en la mayoría de los sondeos, con entre el 25 y el 26% de los apoyos. En segunda posición, y pisándole los talones a Scholz, se sitúaría el sucesor de Merkel, el conservador Laschet, con entre el 21 y 22% de los votos. La demoscopia coloca en tercer lugar a Los Verdes, con entre el 16 y el 17% de los sufragios. Los ecologistas lograrían el mejor resultado de su historia en unos comicios generales.
Las dudas surgen a partir del cuarto puesto. Aquí entran en guerra los liberales y los ultraderechistas de Alternativa para Alemania. Las encuestas sonríen menos a los poscomunistas de Die Linke, que quizá no logren entrar en el Parlamento. Deberá superar el mínimo legal del 5% para obtener representación en el Bundestag.
Cómo funciona el sistema electoral alemán
Es un sistema complejo. Algunos alemanes ni lo entienden. Las papeletas se dividen en dos partes. Por un lado, se elige a un diputado por distrito electoral -Alemania está dividida en 299 distritos- y, por otro, los electores votan no por una persona concreta sino por un partido político –la circunscripción aquí es el land o el estado federado-.
Es decir, se emiten dos votos independientes, pero el segundo, el de las listas cerradas, es el más importante, ya que es el que sirve para medir la presencia de las formaciones políticas dentro del Bundestag.
No existe un número fijo de parlamentarios. El parlamento consta de 598 escaños más los llamados asientos adicionales, que tienen el objetivo de mantener la proporcionalidad entre los dos tipos de voto.
Esta estructura hace que sea difícil que un partido pueda gobernar en solitario. Evita las mayorías absolutas y obliga a las formaciones a pactar.
¿Cuáles son las posibles coaliciones?
Lo que está claro es que habrá gobierno de coalición, algo que no es raro en una democracia parlamentaria como la teutona: los gobiernos en minoría generan desconfianza. Quien resulte vencedor deberá llegar a otros acuerdos con otros partidos para poder formar gobierno. El fragmentado panorama político complicará una alianza viable y, en esa búsqueda de socios, se abren distintas opciones:
1. La Gran Coalición. Es más de lo mismo. Consistiría en reeditar el pacto que nació en 2013 entre la Unión Demócrata Cristiana y los socialdemócratas. En términos de estado es la solución más estable si se tiene en cuenta que una coalición tripartita puede traer más inestabilidad política. Pero esta vez quizá la CDU y el SPD no sumen.
2. La Coalición Jamaica. Se trataría de un gobierno formado por los conservadores del CDU, Los Verdes y los liberales del FDP. Se llama así por los colores de los tres partidos (negro, verde y amarillo), que coinciden con la bandera del país caribeño.
Esta alianza tripartita, que nunca ha sido probada a nivel federal, no la ven con buenos ojos ni los ecologistas ni los centristas. ¿El motivo? Las grandes diferencias de programa en temas clave como inmigración o energía.
3. Los conservadores de Merkel + los liberales del FDP. Sería la coalición Jamaica pero sin Los Verdes. Esta alianza ya se materializó en la segunda legislatura de Merkel (2009-2013), pero no pudo reeditarse en su tercer mandato porque los diputados liberales desaparecieron del mapa político. En 2017 los liberales volvieron al Bundestag, pero no sumaban con Merkel para convertirla en canciller, por lo que ésta optó por reeditar la gran coalición.
4. Coalición de izquierdas. Los socialdemócratas de Scholz podrían pactar con La Izquierda y Los Verdes -tripartito de izquierdas-, una coalición que no convence del todo a los poscomunistas, debido a las posiciones de La Izquierda en política exterior, con su rechazo a la OTAN y a las misiones militares y su postura ambigua ante la UE. Este pacto de las tres izquierdas tampoco gusta a los conservadores, que llevan días alertando del "peligro" de un gobierno ecosocialposcomunista.
5. Gobierno roji-verde de minoría. Es una variante de la que se ha hablado poco. Se trataría de un ejecutivo socialdemócrata-ecologista tolerado desde fuera por La Izquierda.