En tiempo de descuento, España y Reino Unido alcanzaron la pasada Nochevieja un acuerdo agónico para derribar la Verja de Gibraltar una vez consumado el Brexit. El objetivo prioritario era facilitar el tránsito de los más de 10.000 trabajadores que cruzan cada día la frontera y crear un "área de prosperidad compartida". Los controles se trasladarían al puerto y el aeropuerto del Peñón. El pacto, sostienen ambas partes, no cambia en nada la disputa sobre la soberanía de Gibraltar.
Este acuerdo político tendría que haberse traducido en un nuevo Tratado entre la Unión Europea y Reino Unido sobre el Peñón, negociado por la Comisión de Ursula von der Leyen, que debía estar listo en un plazo máximo de seis meses. Sin embargo, trascurrido casi un año, las conversaciones entre Bruselas y Londres sobre Gibraltar están atascadas.
Para empezar, la aprobación por parte de la UE del mandato de negociación se retrasó 9 meses: no hubo fumata blanca hasta el 5 de ocubre. Desde entonces se han celebrado dos rondas de diálogo sin resultados concretos: la primera del 11 al 13 de octubre y la segunda del 10 al 12 de noviembre. El próximo jueves 2 de diciembre comienza en Bruselas la tercera ronda, en la que tampoco se espera un acuerdo. De hecho, ya se ha programado una ronda extra para la semana del 13 de diciembre.
Mientras tanto, la situación en la frontera pende de un hilo. Madrid y Londres han acordado mantener de momento el statu quo anterior al Brexit y seguir facilitando al máximo el cruce diario de trabajadores a ambos lados, algo que en teoría no debería ser posible una vez que Reino Unido ya ha salido definitivamente de la UE y el acuerdo de Comercio y Cooperación posterior no se aplica al Peñón.
"No hay ninguna ley que sostenga esto. Gibraltar no ha aprobado legislación para realizar controles más estrictos, que es lo que tendríamos que hacer si al final no hay acuerdo. Y España no ha aplicado la plena fuerza del código de fronteras de Schengen", explicó la semana pasada el ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo, en una comparecencia en la Cámara de los Comunes. Sin acuerdo con la UE, los controles en la frontera terrestre entre Gibraltar y España tendrán que endurecerse sustancialmente.
El papel de Frontex
¿Cuál es el principal obstáculo en la negociación? En un primer momento, Londres se indignó por la propuesta inicial de Bruselas de que fuera España la responsable del control y la vigilancia de las fronteras en el puerto y el aeropuerto de Gibraltar. El Gobierno de Boris Johnson denunció que eso equivaldría a socavar la soberanía británica sobre el Peñón.
Tras las protestas de Reino Unido, los Gobiernos de la UE corrigieron el mandato negociador y especificaron que será la Agencia Europea de Fronteras y Costas (Frontex) la que hará los controles durante los 4 primeros años, tal y como habían pactado Madrid y Londres.
"Tanto el Gobierno británico como el de Gibraltar han dejado claro que la realización de controles fronterizos Schengen en primera línea en el territorio de Gibraltar por parte de agentes españoles no sería aceptable. Por eso celebramos que se reconozca el papel de Frontex", señala la ministra británica para Europa, Wendy Morton, en una carta a la Cámara de los Comunes.
Sin embargo, aunque el problema más importante parece haberse resuelto, Morton explica en su misiva que todavía persisten muchos puntos de desacuerdo entre Reino Unido y la UE. En particular, el Gobierno británico no quiere que España sea la responsable última de emitir visados de corta y larga duración y permisos de residencia válidos para Gibraltar, tal y como recoge el mandato negociador de Bruselas.
El mandato señala además que España, en cooperación con el Reino Unido, sería responsable del examen de las solicitudes de asilo presentadas en Gibraltar. Morton lo rechaza y replica que el Peñón procesa ahora las solicitudes de asilo que se presentan en su territorio de acuerdo con el derecho internacional.
Finalmente, el Gobierno de Johnson considera que las medidas en materia de cooperación policial que reclama la UE son excesivas y atentan contra la soberanía británica del Peñón. Londres se opone también a que el Peñón tenga que aplicar las leyes de la UE en materia de mercado interior y unión aduanera para facilitar la circulación de mercancías, así como cualquier intervención del Tribunal de Justicia de Luxemburgo (TJUE) en la resolución de disputas.
¿Habrá acuerdo?
Al margen de los problemas específicos de una negociación tan compleja, el diálogo sobre Gibraltar se ha visto contaminado además por la disputa entre Bruselas y Londres sobre el protocolo sobre Irlanda del Norte. Las dos partes han alcanzado ahora una tregua, pero nadie descarta una próxima reanudación de las hostilidades que acabe en guerra comercial total. Un escenario que complicaría cualquier acuerdo sobre el Peñón.
La ministra británica para Europa asegura que sigue estando "plenamente comprometida" en el diálogo para alcanzar un acuerdo con la UE sobre Gibraltar. Al mismo tiempo, Reino Unido se prepara para "todas las posibilidades", incluida la de un 'no acuerdo' con Bruselas. "Nos mantenemos firmes en nuestro apoyo a Gibraltar y no aceptaremos nada que ponga en cuestión la soberanía del Reino Unido", asegura.
La Comisión Europea elude dar detalles sobre el estado de las negociaciones, pero también dice que seguirá negociando hasta el final.
Por su parte, el ministro principal de Gibraltar se declara todavía "optimista". "Creo que es posible finalizar el acuerdo antes de fin de año", aseguró en la Cámara de los Comunes.
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