Vladimir Putin vuelve a amagar con el desastre nuclear mientras Occidente estrangula su economía con nuevas sanciones financieras sin precedentes. El ataque del Kremlin a la central nuclear de Zaporiyia ha generado alarma en todo el mundo y la condena enérgica contra Moscú de todas las potencias occidentales. Las tropas rusas han tomado este viernes el control de la planta, la mayor de Europa, después de incendiarla en un bombardeo, dando lugar a escenas de pánico. "Si explota, (la catástrofe) será 10 veces más grande que la de Chernóbil", ha dicho el ministro ucraniano de Exteriores, Dmytro Kueba.
En las horas siguientes, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha informado de que el personal de plantilla sigue operando la central nuclear y no ha habido emisión de material radiactivo. Los sistemas de seguridad de los seis reactores no se han visto afectados por el bombardeo ni por el incendio, según ha indicado el director general de la OIEA, Rafael Mariano Grossi.
Pero no es la primera vez que Putin recurre a la amenaza nuclear para tratar de amedrentar a los aliados occidentales en pleno ataque militar a Ucrania. El pasado lunes, el presidente ruso ya ordenó la puesta en alerta máxima de sus fuerzas de disuasión nuclear como respuesta a las sanciones sin precedentes impuestas por la Unión Europea. "Los líderes de los principales países de la OTAN están haciendo declaraciones agresivas contra nosotros. Por eso ordeno al ministro de Defensa y al jefe del Estado mayor poner las fuerzas de disuasión del Ejército ruso en alerta", afirmó.
Aparte de la condena generalizada, los aliados occidentales han decidido no responder a estas provocaciones de Putin, en un intento de evitar que la tensión bélica se dispare todavía más y desemboque en una Tercera Guerra Mundial. Una estrategia que se ha evidenciado en la reunión de ministros de Exteriores de la OTAN celebrada este viernes en Bruselas.
Allí, los Estados miembros han rechazado enviar aviones a territorio ucraniano para imponer una zona de exclusión aérea. Una iniciativa que había reclamado el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, para evitar bombardeos de aviones rusos. La medida, que se ha llegado a discutir en el Consejo Atlántico, contaba con el apoyo de algunos Estados miembros, como Letonia, pero al final ha sido descartada.
"La OTAN es una alianza defensiva. Nuestra tarea central es mantener seguros a nuestros 30 Estados miembros. No somos parte de este conflicto y tenemos la responsabilidad de garantizar que no escale y se extienda más allá de Ucrania. Porque eso sería todavía más devastador y peligroso, con más sufrimiento humano", ha explicado el secretario general, Jens Stoltenberg, al término de la reunión.
"La OTAN no está buscando una guerra con Rusia", ha insistido Stoltenberg. La única forma de imponer una zona de exclusión aérea es enviar aviones de combate de la OTAN al espacio aéreo ucraniano y derribar los aviones rusos. Entenemos la desesperación (de los ucranianos), pero si hiciéramos eso acabaríamos en una guerra total en Europa que implicaría a muchos más países", alega el líder de la Alianza Atlántica.
También el secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken, ha insistido en que la OTAN es una alianza "defensiva" que no busca "ningún conflicto". No obstante, ha dejado claro que la OTAN sí intervendría si Moscú ataca a algún país miembro, como los bálticos o Polonia. "Si el conflicto viene a nosotros, estamos preparados. Y defenderemos cada centímetro de territorio de la OTAN", asegura Blinken.
Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, sostiene que la OTAN no debe "hacer nada que suponga una escalada". "Esta es la guerra de Putin. Él es el único que quiere la guerra. Ni la OTAN, ni los aliados europeos, ni siquiera los propios ucranianos o el Gobierno de Ucrania, quieren la guerra. Lo que queremos es paz", ha insistido el jefe de la diplomacia española.
Tras la reunión de la OTAN, los ministros de Exteriores de la UE han celebrado otro encuentro extraordinario, al que han invitado a Blinken y también a los jefes de la diplomacia de Reino Unido y Canadá. Se trataba de escenificar el frente común de los aliados contra Putin, pero también de empezar a hablar de nuevas sanciones si el Kremlin no cesa en su agresión bélica contra Ucrania. En paralelo, el G7 ha anunciado la imposición de "más sanciones severas en respuesta a la agresión rusa".
Una "tormenta de ideas" en la que se ha evocado la posibilidad de prohibir la entrada de buques rusos en puertos europeos, desconectar a más bancos de la red internacional de pagos SWIFT o ampliar la lista negra de oligarcas próximos a Putin, según ha desvelado el jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell. Todavía no hay ninguna decisión firme, pero la nueva tanda de medidas restrictivas podría adoptarse a principios de la semana que viene.
El Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común ha subrayado que el propósito de las sanciones de la UE no es tumbar a Putin, sino socavar la financiación de la maquinaria de guerra del Kremlin. "Las sanciones no tienen como objetivo provocar un cambio de régimen en Rusia. Han sido desencadenadas por la guerra y el objetivo es debilitar la economía rusa, hacer que sienta las consecuencias y reforzar la posición de los ucranianos en las negociaciones", ha indicado.
La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, asegura que las medidas de represalia de la UE y de los aliados occidentales ya están surtiendo efecto. "El Banco Central de Rusia no puede utilizar una parte importante de sus reservas para defender el rublo, ahora en caída libre. Además, ha tenido que subir los tipos de interés al 20%, avivando la inflación", ha destacado.
"Importantes bancos comerciales están aislados de los mercados globales y de SWIFT, lo que reduce su capacidad para financiar la economía. La bolsa de valores de Moscú permanece cerrada desde principios de esta semana. Una tras otra, las empresas occidentales anuncian sus propias medidas, deteniendo la producción, la inversión y las ventas" en Rusia, ha explicado Von der Leyen.
Además, la Federación Mundial de Bolsas (WFE, por sus siglas en inglés) ha decidido este viernes suspender a sus miembros y afiliados rusos después de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Por su parte, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, controlado por China, ha decidido que todas las actividades relacionadas con Rusia y Bielorrusia están "suspendidas y bajo revisión". Un movimiento que podría indicar que Pekín abandona la neutralidad que mantenía hasta ahora en el conflicto y endurece el tono hacia Moscú.
En todo caso, Borrell admite que las sanciones no servirán para detener la guerra a corto plazo. "Hacemos lo que podemos y podemos mucho. Pero si alguien espera que las sanciones financieras detengan la guerra mañana, no sabe de lo que habla. Desgraciadamente, no tenemos la capacidad de detener la guerra mañana. Tenemos la capacidad de debilitar la economía rusa y mucho, pero evidentemente eso llevará tiempo", ha reconocido.
Por su parte, la OTAN hace un diagnóstico muy sombrío de la evolución de la guerra en Ucrania. "Los próximos días serán probablemente peores, con más muerte, más sufrimiento y más destrucción a medida que las fuerzas armadas rusas utilicen armamento más pesado y continúen sus ataques en todo el país", ha admitido Stoltenberg.
"Desafortunadamente, trágicamente, horriblemente, es posible que esto no termine pronto. Por ello, los esfuerzos que estamos haciendo juntos, tenemos que sostenerlos, tenemos que construir sobre ellos", ha dicho Blinken.
Noticias relacionadas
- La BBC suspende el trabajo de sus periodistas en Rusia para evitar "un proceso criminal"
- El miedo se instala en las bolsas: el Ibex pierde un 9% en su peor semana desde marzo de 2020
- Rusia acusa a Ucrania de sabotear la central nuclear de Zaporiyia para culparles del ataque
- La UE dice que las sanciones contra Putin funcionan y amenaza con endurecerlas