Después de cuatro meses y medio desde el inicio de la invasión de Ucrania, el ejército ruso y sus distintos aliados han conseguido completar el control sobre la provincia de Lugansk. Esta frase resume a la perfección lo que está siendo la guerra hasta el momento: Rusia sigue llevando la iniciativa, sigue atacando y sigue luchando por hacerse con las dos díscolas provincias del este de Ucrania. Por otro lado, no deja de ser ilustrativo que el (supuestamente) segundo ejército más poderoso del mundo solo haya conseguido en este tiempo hacerse con una provincia que ya controlaba a más del 50% antes de la guerra.
La situación dice bastante de las dificultades con las que se está encontrando Rusia y lo importante que es ir midiendo cada paso. De entrada, el propio Vladimir Putin dio este lunes la orden de dar descanso a las tropas que acaban de tomar Lisichansk y Sievierodonetsk, con la idea de reutilizarlas más adelante en la batalla por el control de Sloviansk y Kramatorsk. Parece haber cierto consenso en que, desde abril, Rusia ha dejado de cometer errores groseros en el aspecto estratégico. Quiso conquistar Ucrania de una sola vez en febrero, atacando al mismo tiempo Kiev, Járkov, Jersón, Odesa, Melitopol, Zaporiyia, Mariúpol y todo lo que se le pusiera por delante y así no iba a ningún sitio.
Desde el inicio de la llamada “segunda fase” de la “operación militar especial”, una recomposición de objetivos y tácticas en toda regla, Rusia está optando por avances lentos, coordinados, que no expongan a sus tropas a posibles contraofensivas y que protejan a su vez las líneas de suministro, completamente expuestas en los primeros días. El gran problema al que se enfrenta Rusia es que, a este ritmo, y aunque aún se esperan más pequeñas victorias a lo largo del verano, solo la conquista del Donbás ya va a absorber todas sus fuerzas, renunciando a su verdadero objetivo inicial: cambiar el gobierno de Kiev por uno más afín a sus intereses.
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Lo que implica la obsesión con el Donbás
El otro gran problema es de número. ¿Cuánto tiempo puede aguantar Rusia en Ucrania sin una movilización general? Con un cálculo de unas 100.000 bajas, entre prisioneros, heridos de consideración y muertos, el ejército ruso ha perdido prácticamente una generación de soldados en la conquista de un territorio muy escaso y muy poco aprovechable, puesto que ellos mismos se han encargado de destrozarlo todo antes de ocuparlo.
En ese sentido, la gran pregunta es si Rusia puede seguir atacando Donetsk, como todo hace parecer, dar descanso a distintos regimientos, y defender los puertos del sur. ¿Tiene tropas y armamento para eso? ¿Le merece la pena en cualquier caso? ¿Son correctas sus prioridades? Todo apunta a que el Donbás es un objetivo irrenunciable. No en vano llevan ya ocho años en guerra, es decir, no es nada nuevo. Ahora bien, ¿es un objetivo militar valioso en términos estratégicos?
Si de verdad Rusia solo quisiera “liberar” estas dos provincias y dejar la cosa ahí, la guerra podría acabar relativamente pronto. El asunto es que quieren formar un corredor que una ese Donbás conquistado con Transnitria. En otras palabras, quieren tomar Artemivsk, Sloviansk y Kramatorsk, tres huesos durísimos de roer, defender con éxito Jersón y Melitopol de los ataques ucranianos y de la disidencia interna… y conquistar de alguna manera Odesa, algo que, hasta el momento, ha estado por completo fuera de sus posibilidades.
La idea que tiene Putin en mente es que, al final, Occidente abandonará a Ucrania, dejará de enviar armamento y Rusia se impondrá por una pura cuestión de número, pero, incluso aunque eso acabara ocurriendo, ¿qué precio va a pagar Moscú por una victoria así? Y, sobre todo, en caso de elegir, ¿qué clase de victoria quiere: la que amplía su “espacio vital” hacia el oeste con la conquista del Donbás o la que facilita la unión con Crimea mediante los distintos puertos del sur?
Por qué el sur es tan importante para Ucrania
Tarde o temprano, es probable que Putin tenga que hacer esa elección. Lo que más perjudicaría a Ucrania a largo plazo sería que Rusia se hiciera fuerte en el sur. Continuar la guerra de desgaste en el este, en la línea de los últimos años, procurando no perder el territorio ocupado… e intentar fortalecer sus regimientos situados alrededor de Crimea, donde se juegan el control de las cosechas, tanto en su recolección como en su transporte. Consolidaría así Rusia el bloqueo marítimo al que está sometiendo a Ucrania, amenazando seriamente a la economía local y provocando una hambruna en medio planeta.
En principio, a la hora de sentarse a una mesa de negociaciones, estos argumentos parecen más poderosos que los de un villorrio más o menos en el Donbás, pero Rusia funciona por orgullo y el orgullo no entiende de lógica. Tras hacerse con el control de la autopista T1302, que tantos esfuerzos le ha costado, y una vez tomada por fin Bilohorivka, la ansiedad les invitará a dirigirse hacia Artemivsk primero, y, en caso de éxito, intentarán cerrar la pinza sobre Kramatorsk y Sloviansk, los núcleos militares de Ucrania en la zona.
No será fácil. Hasta ahora, con alguna excepción como la maniobra de Zolote, el ejército ruso ha ido persiguiendo sombras. Ocupan territorios, sí, pero no hacen prisioneros ni dañan al enemigo con la intensidad que cabría esperar de una guerra tan cruenta. Aunque probablemente Ucrania haya tardado más de la cuenta en abandonar sus posiciones en Lugansk, todo indica a que finalmente lo ha hecho de forma ordenada y cubriendo con éxito la retaguardia. Todas esas tropas están ahora mismo en las inmediaciones de Sloviansk y Kramatorsk, preparadas para una lucha feroz.
A eso hay que sumar los constantes ataques de los HIMARS, los lanzamisiles enviados por Estados Unidos, sobre la retaguardia rusa, haciendo explotar varios almacenes de armas. Rusia necesita tomar el Donbás porque es lo que le ha prometido a su pueblo, pero, en rigor, no hay mucho que ganar ahí. Son zonas industriales terriblemente dañadas que costará un tiempo reconstruir. Perder todo lo que ha perdido Rusia para ganar solo eso sería desolador para Putin y su gobierno. Necesita algo más grande. Algo como Járkov al norte o Zaporiyia al sur. Algo como el control total del Mar del Azov y del Mar Negro, con todos sus puertos incluidos.
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Ahora bien, la pregunta es la misma que al principio: ¿tiene medios para ello? Sin movilización, no. Y para promover una movilización general, hay que llamar “guerra” a la guerra… y reconocer que no se están cumpliendo los objetivos. Mientras esto no se dé, Ucrania tiene territorio de sobra para esperar y contraatacar cuando el enemigo flojee. No se entiende que decenas de miles de soldados rusos estén luchando en tierra quemada mientras Jersón queda ya a tiro de piedra de las tropas ucranianas. Lo dicho, demasiado orgullo en juego y poca visión de conjunto.
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