En Bruselas nadie llora la caída de Boris Johnson. No sólo fue el abanderado más popular del Brexit, sino que después ha incumplido sistemáticamente el acuerdo de divorcio que él mismo firmó con la Unión Europea. "Durante su tiempo como primer ministro ha tensado las relaciones entre la UE y Reino Unido hasta su punto más bajo", asegura la jefa del grupo socialista en la Eurocámara, Iratxe García.
"El reinado de Boris Johnson termina en desgracia, al igual que el de su amigo Donald Trump. ¿El fin de una era de populismo transatlántico? Ojalá. Las relaciones entre la UE y el Reino Unido han sufrido enormemente con el Brexit elegido por Johnson. ¡Las cosas sólo pueden mejorar!", ha escrito en su cuenta de Twitter el eurodiputado liberal belga Guy Verhofstadt, que fue el negociador del Parlamento Europeo durante el divorcio.
Sin embargo, en la Comisión de Ursula von der Leyen no son tan optimistas como Verhofstadt. Es innegable la sensación de alivo por librarse de los modos estrambóticos y las mentiras e incumplimientos constantes de Johnson. Pero pocos confían en que su dimisión vaya a resolver el principal foco de conflicto entre la Unión Europea y Reino Unido: el protocolo sobre la frontera de Irlanda del Norte.
[Bruselas lanza un arsenal de acciones legales contra Londres por saltarse el acuerdo del Brexit]
"Los acontecimientos políticos (en Reino Unido) no cambian nuestra posición sobre el protocolo ni nuestro trabajo con las autoridades británicas y con Irlanda del Norte. Nuestra posición es buscar soluciones para poner en práctica el protocolo, y eso no cambia", ha dicho el portavoz del Ejecutivo comunitario para el Brexit, Daniel Ferrie.
El primer ministro irlandés, Micheal Martin, el que ha vivido más de cerca los desaires de Johnson, admite que "las relaciones entre nuestros Gobiernos han sido tensas y problemáticas en los últimos tiempos". "Pido de nuevo que se dé marcha atrás en las medidas unilaterales, ya sea para lidiar con el legado del pasado, los derechos humanos o el protocolo de Irlanda del Norte", reclama Martin.
No obstante, es improbable que el llamamiento del primer ministro irlandés y del resto de socios europeos sea escuchado en Londres. Pese a sus múltipes diferencias, si hay algo que comparten los principales aspirantes para suceder a Johnson es su rechazo al protocolo de Irlanda del Norte y su voluntad de renegociarlo -algo que la UE descarta- o saltárselo de forma unilateral.
"La posible sucesión de Boris Johnson no supondrá un cambio en el Brexit porque nadie en Reino Unido -tampoco los laboristas- se atreve a cuestionar el proceso de ruptura con la UE. Además, cabe bien la posibilidad de que los tories se decanten por un sucesor de la línea dura del partido que mantenga la política de confrontación en Bruselas y en Irlanda del Norte", explica a EL ESPAÑOL Carme Colomina, investigadora principal del CIDOB de Barcelona.
"Pero la salida de un personaje polémico y desleal como Johnson es una oportunidad, como mínimo, para las formas: para restaurar la credibilidad, la confianza perdida entre Londres y Bruselas, erosionada con cada desafío del primer ministro británico a los acuerdos firmados con la UE", señala Colomina.
El origen del problema está en el tipo de Brexit escogido por Johnson: una ruptura total en la que Reino Unido ha abandonado tanto el mercado interior como la unión aduanera. Con el fin de evitar una frontera física en la isla de Irlanda -que hubiera puesto en riesgo el Acuerdo de Paz del Viernes Santo- el primer ministro saliente pactó con la UE en octubre de 2019 un estatus especial para Irlanda del Norte, región que sí sigue vinculada a las reglas del mercado interior de la UE.
Eso significa que, en la práctica, la frontera se ha desplazado al mar de Irlanda, con nuevos controles aduaneros y fitosanitarios a los productos que llegan a los puertos de Irlanda del Norte procedentes de la isla de Gran Bretaña. La nueva frontera ha enfurecido en particular a los unionistas norirlandeses, que denuncian que pone en peligro la integridad territorial de Reino Unido.
A mediados de junio, Johnson envió al Parlamento un nuevo proyecto de ley para modificar unilateralmente el protocolo de Irlanda del Norte, suprimiendo gran parte de los controles y acabando con la tutela del Tribunal de Justicia de Luxemburgo (TJUE). Un movimiento que ha indignado a la UE y le ha llevado a lanzar un arsenal de medidas legales contra Londres. ¿Y quién era la promotora de esta legislación? La ministra de Exteriores, Liz Truss, una de las principales candidatas a sustituir a Johnson.
"La grave situación en Irlanda del Norte significa que no podemos permitir que el problema se pudra. En tanto que Gobierno de todo el Reino Unido, es nuestro deber tomar las medidas necesarias para preservar la paz y la estabilidad", aseguro Truss, que ha liderado con entusiasmo el choque con Bruselas con el fin de ganarse a los más euroescépticos en su partido.
Para apuntalar este proyecto de ley, Johnson contó con la opinión favorable de su procuradora general, Suella Braverman, responsable de prestar apoyo legal al Gobierno. Su dictamen sostenía que la reescritura del protocolo de Irlanda del Norte no vulnera el derecho internacional, en contra de lo que sostiene la UE. Braverman fue la primera en declarar su interés en convertirse en la nueva primera ministra británica el miércoles por la noche.
"La forma en la que está operando el protocolo en estos momentos plantea enormes problemas para la estabilidad en Irlanda del Norte", afirma en una reciente entrevista el ex ministro de Finanzas, Rishi Sunak. Sunak fue uno de los primeros en dimitir para forzar la caída de Johnson y situarse en la pole position para sucedederle. Pero su posición la comparten en resto de candidatos (Sajid Javid, Jeremy Hunt, Penny Mordaunt, Ben Wallace o Steve Baker), ya que es ahora mismo la línea oficial del partido conservador británico.
Por todo ello, la Unión Europea se resigna a proseguir la batalla del Brexit, sea quien sea el sucesor de Johnson. Tras la apertura de nuevos procedimientos de infracción, en el arsenal de medidas de represalia figuran también recargos arancelarios contra productos británicos o incluso la suspensión del acuerdo de libre comercio entre la UE y Reino Unido. De momento, compás de espera en Bruselas hasta la llegada del nuevo primer ministro y su actuación respecto al protocolo.
"Pase lo que pase a continuación, la UE debe insistir en la plena aplicación del protocolo de Irlanda del Norte. No hay oportunidades del Brexit, sólo costes del Brexit. El protocolo existe para minimizar el daño provocado por el Brexit", destaca el líder del grupo popular en la Eurocámara, el alemán Manfred Weber.
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