El ministro de Finanzas de Alemania, el liberal Christian Lindner, y la presentadora de televisión Francha Lehfeldt celebraron su boda este fin de semana. La ceremonia, "el evento del año" según la revista Bunte, ha desatado un gran malestar y fuertes críticas entre la población.
¿El motivo? No es tanto por la fiesta en sí, un evento privado, como por el importante gasto para las arcas que ha supuesto, en un momento de espiral inflacionista en el que el Gobierno insta al ahorro por la crisis energética.
Al tratarse del enlace de un ministro, gran parte de los invitados fueron lógicamente políticos, y eso conllevó un gran despliegue de seguridad, con furgones policiales, cortes de calles, perros detectores de explosivos...
La boda tuvo lugar en la exclusiva isla de Sylt, situada en el mar del Norte y conocida por sus lujosos hoteles y caros restaurantes, no aptos para todos los bolsillos. Al líder de la oposición -el democristiano Friedrich Merz- le han llovido las críticas por su imagen de ostentación: llegó a la isla a los mandos de su propio avión privado.
Austeridad
La ceremonia, un evento de carácter personal, se ha convertido en el debate político de la semana en Alemania. Algunos rostros populares como la humorista Ilka Bessin se preguntan por qué deben los contribuyentes financiar la seguridad de una fiesta privada.
La celebración tuvo lugar un día después de que el Gobierno hiciera un llamamiento a la austeridad por la incertidumbre derivada de la guerra en Ucrania y sus repercusiones económicas.
Además del jefe de la oposición, también asistieron a la boda el canciller, el socialdemócrata Olaf Scholz; su esposa, la ministra de Educación de Brandenburgo Britta Ernst o el vicepresidente del Bundestag, el liberal Wolfgang Kubicki.
Esta polémica llega en un momento en el que el Consejo de Ministros alemán acaba de aprobar un proyecto de presupuesto para 2023 con el que volverá a la senda de austeridad. Por primera vez desde 2019, Alemania quiere cumplir con el llamado "freno a la deuda", un precepto constitucional que exige que en tiempos de normalidad económica el déficit no supere el 0,35 por ciento del PIB.
Y a la llamada al ahorro se suma el cierre del gasoducto Nord Stream 1, que transporta gas ruso al país germano través del mar Báltico, por labores de mantenimiento. En principio, la interrupción del suministro durará diez días, pero Alemania sospecha que el Kremlin bloqueará completamente el gasoducto.
Ante este complejo escenario, el país contiene la respiración y ha decidido subir al nivel máximo la alerta ante posibles cortes de gas. ¿Qué significa esto? Racionar la electricidad, que los ciudadanos acorten el tiempo de la ducha, bajar 2ºC la calefacción y el aire acondicionado, apagar los electrodomésticos durante la noche, no mover el coche cuando sea prescindible o haya alternativa, y volver al carbón.