Ucrania y sus principales apoyos, Estados Unidos y Gran Bretaña, consideran que la campaña militar rusa entra en una fase crítica para Moscú debido a las dificultades que tiene para mantener su ofensiva casi cinco meses después del comienzo de las acciones.
"En cuanto recibimos los HIMARS, cundió el pánico en el Ejército ruso. Los centros logísticos y los arsenales cayeron bajo nuestro fuego, al igual que los centros de toma de decisiones tácticas", declaró en una rueda de prensa el asesor del presidente ucraniano, Mykhailo Podoliak.
Y ese estado de pánico, según el representante de la Presidencia ucraniana, "lo siente la gente en las regiones" ocupadas por Rusia, que "comprenden que todo cambiará".
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Según el mando ucraniano, las fuerzas rusas se han visto obligadas a utilizar unidades de reserva para defender las posiciones ocupadas en el sur de Ucrania y evitar el contraataque del ejército ucraniano.
"El enemigo está defendiendo las posiciones previamente ocupadas, está concentrando sus esfuerzos en evitar la ofensiva de las Fuerzas de Defensa y ha introducido unidades de reserva", afirmó el Alto Mando ucraniano en su parte matutino.
Una información que corroboró el estadounidense Instituto de Estudios de la Guerra (ISW), según el cuál, "el ritmo operativo actual de Rusia no difiere mucho del que había durante la pausa operativa declarada oficialmente entre el 7 y el 16 de julio".
"Las fuerzas rusas continuaron realizando ataques menores durante todo ese tiempo al noroeste de Sloviansk y alrededor de las áreas de Síversk y Bajmut sin capturar ningún terreno decisivo", apuntó el ISW.
El instituto estadounidense constató que las fuerzas rusas emplazadas en esta zona "han realizado menos ataques terrestres a lo largo de la frontera entre las regiones de Járkov y Donetsk que durante la pausa operativa".
Por su parte, la inteligencia británica constató que en la región del Donbás "las fuerzas ucranianas continúan repeliendo los intentos rusos de asaltar la central eléctrica de Vuhlehirska", un paso indispensable para centrar sus esfuerzos en Sloviansk y Kramatorsk, los principales bastiones de la región de Donetsk.
Cambios en el balance de fuerzas
Y es que mientras las tropas rusas han utilizado entre un 55 y un 60% de su reserva de misiles de alta precisión, según la Dirección Principal de Inteligencia de Ucrania (GUR), Ucrania recibe cada vez armas más poderosas y precisas.
El portavoz de GUR, Vadym Skibitksy, indicó que Rusia utiliza cada vez con menos frecuencia sus misiles de alta precisión, que incluyen los sistemas Kh-101, Kh-555, Iskander y Kalibr, debido al efecto de las sanciones occidentales que limitan el acceso a componentes electrónicos necesarios para estos sistemas.
El propio presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, celebró este cambio paulatino en el balance de fuerzas al afirmar, en su habitual mensaje diario, que "HIMARS se ha vuelto una palabra habitual para nosotros, al igual que Javelin o NLAW, como 'Stugna' o 'Neptun'".
Zelenski destacó los esfuerzos del Gobierno ucraniano para acceder a los "sistemas modernos de defensa aérea, que estamos pidiendo a los socios" y aseguró que "el terror ruso debe ser derrotado. Y esta será nuestra victoria conjunta, de los pueblos ucraniano y estadounidense".
Temporada de caza contra los HIMARS
Sin embargo, el mando ruso no parece estar dispuesto a cambiar sus planes, en especial después de que el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, ordenase destruir operativamente estos sistemas de misiles estadounidenses.
Según informó hoy el Ministerio de Defensa ruso, entre el 5 y el 20 de julio las tropas rusas destruyeron con misiles de alta precisión "cuatro lanzaderas HIMARS de fabricación estadounidense y un camión con pertrechos" para estos sistemas, que Ucrania comenzó a recibir el mes pasado.
Defensa precisó que las cuatro lanzaderas fueron destruidas en distintos puntos de la región de Donetsk, escenario de los principales combates entre las fuerzas rusas y ucranianas, tras clamar Moscú victoria en la vecina Lugansk hace unas semanas.
Además, en la última jornada se registraron más de 300 bajas mortales de Ucrania, al golpear las fuerzas rusas bases provisionales de tropas del adversario en Kramatorsk (este de Ucrania) y Mykolaiv (sur del país), según el portavoz de Defensa, Igor Konashénkov.