La petrolera Lukoil y las gasistas Gazprom y Novatek. También VK, el conocido facebook ruso, y la empresa médica MedStorm. El año 2022 será recordado como uno de los más prolíficos en lo que a muertes sospechosas relacionadas con el Kremlin se refiere. Y los decesos dudosos o en extrañas circunstacias que se imputan al FSB, el servicio secreto ruso heredero del KGB, son muy numerosos.
Al menos 10 oligarcas rusos han perdido la vida a lo largo de este año. Nueve de ellos desde que comenzó la "operación especial" de Putin en Ucrania, y eso sin contar al banquero letón Dan Rapaport, quien se habría suicidado el pasado 14 de agosto en Washington lanzándose al vacío desde su apartamento en el distrito de Columbia después de burlarse del presidente ruso en un podcast en el que defendió a su "amigo" Alexei Navalny, el agran opositor del Kremlin, y en el que señaló que "Rusia cada día es más débil".
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El último caso, el que ha vuelto a causar que todas las miradas se centren en Vladímir Putin, se ha producido este mismo jueves, cuando Ravil Maganov, presidente de la petrolera Lukoil, la más grande de Rusia, falleció este jueves tras caer por una ventana del Hospital Clínico Central de Moscú donde estaba ingresado. Curiosamente se trata del mismo centro sanitario en el que dos días antes falleció Míjail Gorbachov, el último presidente de la Rusia comunista.
Maganov, de 67 años, estuvo ingresado en el hospital por un ataque cardíaco y tomaba antidepresivos. Se trata del segundo alto ejecutivo de esta compañía petrolera que muere en extrañas circunstancias en los últimos meses, después de que Alexander Subbotin sufriera a primeros de mayo un paro cardíaco provocado tras una supuesta sesión con un chamán.
"Maganov cayó de la ventana de su habitación en el Hospital Clínico Central esta mañana. Murió de las heridas", indicó una fuente anónima a la agencia Interfax. El presidente de Lukoil trabajaba desde 1993 en la petrolera en puestos ejecutivos. Fue primer vicepresidente ejecutivo y supervisó las exploraciones y producciones de la compañía.
Subbotin, por su parte, de 43 años y también directivo de la mayor compañía petrolera de Rusia, falleció igualmente en circunstancias extrañas tras inyectarse veneno de sapo en casa de un chamán en Moscú.
Según se informó en ese momento, Subbotin buscaba una solución para la resaca. Accedió a someterse a un ritual esotérico en casa de un chamán donde le inyectaron el veneno de sapo. Instantes después, Subbotin sufrió un ataque al corazón que el chamán solucionó inyectándole una solución tranquilizante a base de valeriana. Sin embargo, al día siguiente, Subbotin amaneció muerto.
Moscú, en la mira
Las muertes de Maganov y Subbotin se unen a las que se han ido dando desde que comenzase la "operación especial militar" que Vladímir Putin inició en territorio ucraniano el pasado 24 de febrero. La primera, entre rumores de guerra, se produjo el 30 de enero. Leonid Shulman, gerente de Gazprom, fue encontrado muerto en un baño en Leningrado. Supuestamente se cortó las venas.
A Alexander Tyulyakov, que también trabajaba para el gigante energético ruso, lo encontraron muerto en una casa de campo cerca de San Petersburgo el 25 de febrero junto a una nota de suicidio. informaciones sin confirmar señalan que el día anterior a su muerte habría sido víctima de una paliza y que los forenses que la practicaban la autopsia habrían sido despedidos por el servicio de seguridad de la propia Gazprom.
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A Mikhail Watford, oligarca nacido en Ucrania con el nombre de Mikhail Tolstosheya, lo hallaron muerto en su casa del condado de Surrey, en Reino Unido, el 28 de febrero. Según los informes policiales, un jardinero lo encontró ahorcado en el garaje de su casa.
El multimillonario Vasily Melnikov, que trabajaba para la empresa médica MedStorm, fue localizado muerto en su apartamento de lujo, en Nizhny Novgorod. No sólo le encontraron a él, también a su esposa y sus dos hijos de 10 a 4 años. Los periódicos rusos reportaron que mató a su familia antes de quitarse la vida.
La lista suma y sigue. Vladislav Avayev sabía demasiado acerca del presidente ruso, pues dicen en Gazprom, lugar en el que trabajaba, que había sido un miembro importante de la Administración de Putin. Avayev estaba en Moscú con su mujer embarazada y su hija de 13 años cuando él se suicidó y la mujer y la niña aparecieron muertas.
Sergey Protosenya fue encontrado muerto el 19 de abril. Trabajaba en la compañía de gas Novatek. Según la información oficial, mató a puñaladas a su esposa y a su hijo antes de ahorcarse en Lloret de Mar.
No todos, en cambio, han sido miembros de importantes compañías de gas. También ha habido dos muertes relacionadas con la popular red social VK, el Facebook ruso. Vladimir Gabrielyan, director general adjunto de VKontakte, y su jefe de adquisiciones, Sergey Merzlyakov, murieron cerca de la aldea de Shoyna, en la costa noroeste de Rusia. Ambos murieron en un accidente de coche durante una expedición.
La lista es larga, cada vez más, y curiosamente muy centrada en personas relacionadas con el mundo energético, tan necesario para que Putin pueda contrarrestar las restricciones y las sanciones impuestas por Occidente y también relacionados con las redes sociales, donde el Kremlin mantiene la censura informativa con puño de hierro. Probablemente nadie podrá relacionar estas muertes con el FSB como tampoco pudieron probarse las relaciones de tantas otras, pero las sospechas hacia Putin y sus espías son inevitables.