Boris Johnson ha pronunciado este martes su último discurso como primer ministro del Reino Unido. Puntual, a las 7.30 horas en Londres, Johnson ha cruzado la puerta del 10 de Downing Street junto a su mujer, Carrie, y ha hablado enérgico, arropado por sus más estrechos colaboradores durante estos tres años. "Esto es todo, amigos", ha comenzado.
No tenía mucho tiempo. Volaba poco después a Balmoral, en Escocia, para presentar su renuncia a Isabel II. Este lunes, su ministra de Exteriores, Liz Truss, fue elegida sucesora por el Partido Conservador.
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Pese al aparente entusiasmo, Johnson no ha dejado de expresar su enfado por tener que abandonar el cargo: "Cambiaron las reglas a mitad de camino", se ha quejado, en una alusión indirecta a las maniobras en el seno de su partido para sacarle del poder. Sus fiestas en la residencia oficial mientras su gobierno imponía restricciones a la población en los peores meses de la pandemia -el conocido como 'Partygate'-, entre algún otro escándalo, han terminado prematuramente con su mandato.
Pero Johnson ha querido mirar adelante, ensalzando a la nueva premier, a la que ofrece su "más ferviente apoyo en cada paso del camino", y subrayar lo que a su juicio son los grandes logros de su tiempo en el poder: el 'brexit', la campaña de vacunación contra la Covid-19 -"la más rápida en Europa", ha destacado- y el respaldo a Ucrania en la "brutal guerra de Vladímir Putin".
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El primer ministro saliente dice estar orgulloso de haber puesto "cimientos que resistirán la prueba del tiempo, ya sea -ha continuado- recuperando el control de nuestras leyes o instalando nueva infraestructura vital, una gran mampostería sólida sobre la cual continuaremos construyendo juntos, pavimentando el camino de la prosperidad ahora y para las generaciones futuras".
Tras la solemnidad, en sus últimas palabras no ha faltado al tono habitual, acompañado por una sonrisa: "Permítanme decir que ahora soy como uno de esos cohetes propulsores que ha cumplido su función y ahora estaré entrando suavemente en la atmósfera y aterrizando invisiblemente en algún rincón remoto y oscuro del Pacífico".