"Prometo ante todos ustedes que toda mi vida, sea larga o corta, estará dedicada a su servicio y al servicio del gran país imperial al que pertenecemos". La reina Isabel II de Inglaterra, fallecida este jueves a los 96 años, se dirigía en 1947 con estas palabras a los ciudadanos de Reino Unido y de la Commonwealth desde Cape Town, Sudáfrica.
Cumplía 21 años y aún ostentaba el título de princesa. Todavía quedaban cuatro años para que Lilibet, como era cariñosamente conocida en la familia real, pasase a convertirse en su Majestad la reina Isabel II de Inglaterra tras la prematura muerte de su padre. Ahora acaba su reinado, y un gran número de británicos lloran la pérdida convencidos de que su soberana cumplió con su promesa de "dedicarse al servicio del país", no solo como jefa de Estado, también como figura esencial en la transición de poder.
A lo largo de sus 70 años de reinado, Isabel II ha visto un constante ir y venir de primeros ministros británicos, 11 conservadores y 4 laboristas. En total ha conocido a 15 ocupantes del número 10 de Downing Street y, con todos y cada uno ellos, la soberana se ha presentado en audiencias semanales privadas para tratar asuntos de gobierno. Más concretamente, para "aconsejar y advertir" a sus funcionarios, ya que el monarca de Reino Unido debe mantener una postura neutral políticamente.
Así, desde Wiston Churchill, que nació en 1874, hasta Liz Truss, a quien dio su visto bueno este martes, la reina Isabel II estableció relaciones, más o menos cercanas, con los primeros ministros de Reino Unido. Y a pesar de que desde el palacio de Buckingham nunca se ha filtrado información sobre los encuentros, los biógrafos de la familia real británica han desvelado durante años datos.