"No estamos en un punto final, esto es un punto de partida que empieza mañana". Con el rostro sereno y la voz tranquila, Giorgia Meloni se dirigía a los italianos a las 3 de la pasada madrugada. Ni rastro quedaba de la exaltación que ha definido sus discursos, a pesar de que los resultados preliminares de los comicios legislativos acababan de dar a su partido de extrema derecha, Hermanos de Italia, la aplastante victoria que tanto tiempo llevaba anticipándose.
Con un 26,4% de los votos y una abstención récord, las urnas la han elegido líder de una coalición de derechas, formada por su partido, la Liga de Matteo Salvini (9%) y Fuerza Italia de Silvio Berlusconi (8%). Un bloque que conseguiría, cuando se acabe el escrutinio de las papeletas, una mayoría absoluta en ambas cámaras (Senado y Congreso), con un 44% de los votos, frente al 25% conseguido por el bloque de centro izquierda.
Hoy ya es casi ese mañana. Y Meloni se prepara, según anunció, para cumplir con su principal objetivo: "Que los italianos vuelvan a estar orgullosos de ser italianos". Precisamente, la misma ambición que la llevó, hace ya tres décadas, a afiliarse a un partido heredero del fascismo y del que hoy bebe Hermanos de Italia.
De la furia al Gobierno
El 19 de julio de 1992 la explosión de un coche bomba cargado con 100 kilos de dinamita acababa con la vida del popular juez antimafia Paolo Borsellino y sus cinco escoltas en la céntrica calle de vía Mariano D'Amelio de Palermo. Al día siguiente, a casi 1.000 kilómetros de distancia, en el popular barrio romano de Garbatella, una joven de 15 años llamaba enérgicamente a la puerta del Frente de la Juventud, la organización juvenil del partido neofascista Movimiento Social Italiano (MSI).
Se trataba de Giorgia Meloni, la mujer que ahora va camino de convertirse en la futura primera ministra de Italia si así lo resuelven sus socios de coalición, con quien tendrá que pactar su posición dentro del Palazzo Chigi.
"Estaba horrorizada por lo que le había ocurrido a Borsellino, necesitaba compartir mi rabia y encontrar confort entre los que pensaban como yo. Necesitaba gente limpia, fuera de los arreglos de la baja política". Estas son las palabras con las que Meloni explica en su libro Noi Crediamo (2011) el origen de una vocación política que la llevó a militar en el MSI, fundado en 1946 por seguidores del dictador Benito Mussolini.
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Durante años, Meloni compaginó la militancia con los estudios y con trabajos a tiempo parcial que le permitían llevar dinero a casa. Fue camarera, niñera y vendedora de discos. Sufrió bullying en el colegio y estudió periodismo en la universidad. Hoy tiene 45 años, un tono de voz duro y su objetivo más inmediato es convertirse en la primera mujer en ser jefa de Gobierno de Italia.
Su victoria no es inesperada, sino que se han cumplido todos los pronósticos. Si bien en las elecciones generales de hace cuatro años su formación apenas logró sacar un 4,35% de los votos, ahora superaba el 25% en todos los sondeos. Unos resultados que le otorgaban una clara ventaja frente a su principal adversario, la formación de centroizquierda Partido Democrático que lidera Enrico Letta, al frente de una alianza progresista, y que apenas ha logrado un 26,19% de los votos.
Mujer, madre y cristiana
Las cifras son una muestra de un meteórico ascenso político, fruto de muchos factores, pero sobre todo, de la enérgica y arrolladora personalidad de una mujer que ha logrado resucitar la derecha italiana más tradicional.
"Soy Giorgia. Soy mujer, madre, italiana y cristiana. No me lo quitarán", gritó a pleno pulmón Meloni en 2019 en contra a la legislación homosexual. Una frase que luego se convertiría en un tema de música electrónica que triunfó durante meses en las principales discotecas italianas.
Esas mismas ideas las defiende ahora desde Hermanos de Italia, partido que fundó y dirige desde 2012, bajo el lema de "Dios, patria y familia". El mismo emblema al que apelaba el fascismo de los años 30, después de que lo acuñase en 1931 el por entonces secretario general del Partido Nacional Fascista, Giovanni Giuriati.
Precisamente, parte de la popularidad de Meloni se debe a que utiliza "un estilo directo al hablar, es clara y no se anda con rodeos", explica Matteo Re, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Rey Juan Carlos, a EL ESPAÑOL.
"Soy Giorgia. Soy mujer, madre, italiana y cristiana. No me lo quitarán"
Más allá de los eslóganes, la política romana también ha sabido explotar su historia vital. En concreto, señala Re, "su vida como hija abandonada por su padre que ha tenido que irse de un buen barrio de Roma para mudarse a la periferia junto con su madre (Anna) y su hermana (Arianna)". Una experiencia que ella misma cuenta en Io sono Giorgia, una autobiografía estratégicamente publicada en 2021, en plena formación del gobierno tecnócrata de Mario Draghi.
Ella se presenta "como una mujer hecha a sí misma, que llegó de la nada a triunfar", añade Re. Y lo cierto es que la historia de Giorgia Meloni es, cuando menos, una historia de perseverancia y oportunismo.
¿Oportunista o antistablishment?
A los 19 años, Meloni, conocida por su dureza dialéctica, se alzaba como líder nacional de Azione Studentesca, el movimiento juvenil de Alianza Nacional, heredera del MSI. Una década después llegó a la Cámara de los Diputados, de la que fue vicepresidenta hasta 2008.
Ese año, Berlusconi, entonces líder del gobierno y del partido Popolo della Libertà, puso a Meloni al mando de la cartera de Juventud y Deporte. En 2012 se distanció del Cavaliere —que formó Forza Italia— para fundar los Hermanos de Italia. O, con sus palabras, "el partido de los patriotas".
"Ha sabido esperar y aprovechar el momento adecuado", señala el politólogo Daniel V. Guisado, coautor del libro Salvini y Meloni. Hijos de la misma rabia (2021). Se refiere a la decadencia de las fuerzas tradicionales de la derecha italiana encarnadas en Berlusconi y Salvini.
"El primero, de 85 años, es demasiado mayor y demasiado conocido, y el segundo, ebrio de poder, derribó su propio Gobierno, encabezado por Draghi, y se mostró incapaz de ser un dirigente serio en lo peor de la pandemia", explica Guisado.
El partido de Meloni se ha perfilado como una novedad dentro de lo conocido de la derecha. "Ha construido una biografía alejada de grandes cunas de oro y se ha convertido en la oposición a todos los gobiernos de esta legislatura", añade el politólogo.
"Meloni ha construido una biografía alejada de grandes cunas de oro y se ha convertido en la oposición real"
Lo cierto es que Hermanos de Italia fue el único partido que no se sumó al gabinete de Draghi, formado por el antisistema Movimiento 5 Estrellas (M5E), La Liga y Forza Italia. Un Gobierno que acabó implosionando este julio, apenas un año y medio después de su formación, y que ha abocado al país a las elecciones anticipadas de este 25 de septiembre.
El hartazgo de los italianos ante los constantes cambios políticos también ha tenido que ver con el rápido despegue de Hermanos de Italia. "Que los sondeos le auguren un 25% de los votos es una manera (casi desesperada) de decir: 'Todos los demás los hemos probado, vamos a intentar con estos y a ver qué pasa'", sugiere por su parte Re.
Una crisis de credibilidad que Meloni ha utilizado para construir su éxito. Se ha erigido como una rebelde antistablishment. Como una guerrera contra "las mentiras de la izquierda", pero también contra una derecha que no ha sabido estar a la altura de las circunstancias.
"También ha sacado rédito de una mala campaña electoral del progresista Partido Democrático de Enrico Letta, centrada en descalificarla y describirla constantemente como una nostálgica del fascismo", añade Re.
Un fascismo maquillado
Ella se define como "conservadora", pero su conexión con el fascismo es evidente. Ya no sólo porque Hermanos de Italia nació de las cenizas del MSI, sino porque el que fue el fundador del partido extinto, Giorgio Almirante, es uno de los mayores referentes de Meloni. "Honestidad, coherencia y coraje. Son los valores que ha transmitido Almirante a la derecha italiana", señalaba sobre el líder fascista fallecido hace 34 años.
Entre sus maestros también se encuentra el exdictador Benito Mussolini, a quien considera "un personaje complejo al que hay que contextualizar''. En el pasado no sólo ha declarado tener una "relación imparcial con el fascismo", sino que llegó a defender que "Mussolini cometió algunos errores, como las leyes raciales o el apoyo a la guerra y su sistema era autoritario… pero históricamente también produjo mucho".
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Sus exaltados discursos, basados en la oposición al matrimonio homosexual, la prohibición del aborto, la defensa de la "familia tradicional" y la denuncia a la "ideología de género" y a la "islamización" y la "inmigración ilegal" que sufre Europa siguen la línea de partidos ultraconservadores como el del primer ministro húngaro Viktor Orbán, de quien se ha declarado gran admiradora. Asimismo, el expresidente de Estados Unidos Donald Trump es para la italiana "un modelo a seguir" por sus creencias en "Dios, la patria y la familia".
No obstante, la estrategia de Meloni durante esta campaña electoral se ha basado en suavizar su retórica radical. En agosto, por ejemplo, publicó un vídeo -en italiano, inglés y francés- en el que condenaba el fascismo y negaba una deriva antidemocrática en Italia. "El fascismo es historia hace décadas", aclaró.
Sin embargo, el giro más brusco ha sido sobre su relación con Europa. Desde 2020, preside el Partido de Conservadores y Reformistas Europeos (ECR, con su acrónimo en inglés). El grupo que aúna a las derechas euroescépticas en el Parlamento Europeo, como la española Vox, dirigida por Santiago Abascal, o la francesa Agrupación Nacional de Marine Le Pen.
De euroescéptica a europeísta
Estos meses, en cambio, la líder ultra ha rebajado su discurso antieuropeísta y ha reiterado que "no está en contra de Europa", sino que aboga por una "Europa más eficaz". Además, se ha mostrado a favor de la unidad europea, muy firme en su postura atlantista y ha condenado duramente la invasión rusa a Ucrania.
Meloni quiere convertir a su Gobierno en un socio creíble. ¿El motivo? "El dinero de los fondos de recuperación Next Generation EU, unas ayudas de las que Italia es el principal beneficiario, con 191.500 millones de euros.
"No puede permitirse el lujo de renunciar a los 191.500 millones de euros del los fondos Next Generation EU"
"Meloni sabe que si llega a primera ministra no puede permitirse el lujo de no contar con ese dinero. Por muy ideologizado que sea su Gobierno, si no es capaz de proteger a los ciudadanos de las tormentas económicas en un país con tanta inestabilidad política como Italia, puede tener los días contados", explica Héctor Sánchez, investigador del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB), a este periódico.
Sin embargo, poner buena cara a Europa no tiene por qué ser suficiente. "Con el Gobierno de Meloni los derechos sociales podrían verse amenazados y la Unión Europea tiene herramientas, como mecanismos de condicionalidad, como los usados en Hungría, que permiten cerrar el grifo si hay amenazas contra el Estado de derecho", detalla Sánchez.
Primero, recuerda el experto, habrá que esperar a ver qué deciden los socios de la coalición. Y no sólo eso: el presidente de la República, Sergio Mattarella, es quien tiene la última palabra sobre el nuevo gabinete.