La guerra en Ucrania ha entrado en una nueva fase. Al proclamar formalmente la adhesión ilegal de cuatro provincias ucranianas ocupadas, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha descartado la paz una vez más.
En su discurso, tan triunfalista y agresivo como previsible, el líder ruso dijo estar dispuesto a negociar, pero en sus términos. Eso incluye no debatir sobre la soberanía de las zonas anexionadas que, aseguró, "serán rusas para siempre" aunque para ello tenga que utilizar su arsenal nuclear.
Ante este movimiento, que socava las reglas del orden internacional y que hay quien ve como una medida desesperada con la que Putin intenta disimular sus derrotas en el campo de batalla, Occidente no ha dudado en responder. Y es que tanto la UE como la OTAN han "condenado" y "rechazado" la anexión. Pero eso, sin embargo, parece no ser suficiente.
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Pocas horas después del discurso de Putin, mientras este se daba un baño de masas en la Plaza Roja de Moscú, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, anunciaba desde Kiev que iba a solicitar la entrada de su país a la Alianza Atlántica "por la vía urgente". Una petición que pone a la organización en una posición delicada y que abre la puerta a tres escenarios plausibles sobre el futuro de la guerra.
Escenario I: La OTAN se desmarca
El primero de ellos sugeriría una retirada completa de la OTAN ante la escalada del conflicto. Eso supondría desoír la petición de Kiev para formar parte y dejar de apoyar al país para evitar un enfrentamiento directo con Rusia.
Las nuevas fronteras rusas no están reconocidas internacionalmente, pero permiten al Kremlin considerar cualquier ataque dentro de ellas como una agresión a su nación. Así pues, si Ucrania bombardea alguna región durante su contraofensiva y lo hace con las armas que Occidente le lleva administrando desde el inicio de la guerra, Rusia podría responder, no sólo contra Kiev, sino contra los aliados occidentales.
Este panorama, no obstante, se distancia de la postura que han marcado recientemente los países miembros de la Alianza. Estados Unidos, por ejemplo, que se encuentra en plena recesión técnica, anunció el jueves que enviaría a Ucrania un nuevo paquete de ayuda de 12.300 millones de dólares para asistencia militar y económica.
Sin cifras pero con contundencia, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, también aseguró el viernes que seguían "comprometidos con Ucrania" y que "continuarán ofreciendo su apoyo". Asimismo, el noruego añadió que, "si Rusia deja de luchar, habrá paz", pero que "si Ucrania deja de luchar, dejará de existir".
En este sentido, si los países occidentales dejan de enviar armas -como los 12 HIMARS estadounidenses que están detrás del éxito de la contraofensiva ucraniana en Járkov- Kiev perdería previsiblemente la contienda, por muy debilitado que esté el ejército de Putin.
Así, en el futuro más inmediato, no parece que Occidente vaya a abandonar a Ucrania. Tampoco que deje de castigar económica, diplomática y personalmente a Rusia para que deje de financiar su maquinaria de guerra. Ni siquiera ante el horizonte del "duro invierno" que presenta la actual crisis energética.
Escenario II: Todo sigue igual
Que todo siga igual es quizá el escenario más realista. Es decir, que tanto el Club de los 27 como Estados Unidos sigan entregando material de guerra a la antigua república soviética, sin tener que aceptar de manera urgente su ingreso a la OTAN.
Eso es, precisamente, lo que ha hecho Stoltenberg, quien ha acogido con frialdad la solicitud del presidente ucraniano, dejando la puerta abierta a una futura incorporación. "Toda democracia tiene derecho a solicitar ser miembro de la OTAN, y respetamos el derecho de Ucrania de hacerlo. Las puertas de la OTAN siguen abiertas y lo hemos demostrado", ha dicho el secretario general de la organización.
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Luego ha recordado que "la decisión debe ser tomada por los 30 aliados por consenso" y que la prioridad "es ahora dar apoyo inmediato a Ucrania para ayudarle a defenderse de la invasión".
En este contexto, las fuerzas ucranianas podrían seguir avanzando como hasta ahora con su reconquista, que este viernes les ha llevado a cercar la región de Limán, en el óblast prorruso de Donetsk. Ahora bien, si eso sucede, habría que esperar una reacción de Putin, que ya ha amenazado con utilizar armas nucleares tácticas.
¿Qué haría entonces Occidente? Hasta la fecha, el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, se ha limitado a advertir que cualquier ataque atómico tendría consecuencias catastróficas para Moscú, ya que EEUU y sus aliados responderán "de manera decisiva".
Sus palabras podrían dar a entender que se respondería de manera proporcional. Es decir, utilizar la técnica del "ojo por ojo" y responder con un ataque atómico con otro ataque atómico.
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Sin embargo, eso implicaría que Washington dejase a un lado sus intereses nacionales y se adentre en una guerra nuclear para defender a un tercer Estado. En esta línea, el general estadounidense David Petraeus, exdirector de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), descarta una respuesta nuclear. Entre otras cosas porque implicaría saltarse los principales tratados de disuasión nuclear.
"La OTAN probablemente responderían arrasando de forma convencional la flota rusa del mar Negro y aplicando aún más sanciones", señala Petraeus en una entrevista al canal alemán DW. Asimismo, asegura que el uso de ese armamento "no cambiaría la situación de Rusia en el campo de batalla". Y con "situación" se refiere a la "falta de liderazgo, armas y moral" que no parece que vaya a compensarse a medio plazo con la movilización de reservistas.
Escenario III: Guerra total
El tercer y último escenario posible sería aquel en el que la OTAN escucha la petición de Zelenski, los socios aceptan por unanimidad invitar a Ucrania y, tras confirmar que cumple con todos los requisitos, establecer un protocolo ratificado por todas las Partes para que pase a ser el miembro número 31 de la Alianza (sin contar a Suecia y Finlandia que tienen prevista su entrada si se ratifica por todos los miembros). Todo ello, claro, habría que hacerlo por la vía de urgencia, y no por el procedimiento habitual que puede tardar meses e incluso años.
En todo este proceso, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, tendría que dar su visto bueno al menos dos veces, lo que le obligaría a distanciarse, todavía más, de su aliado, Vladímir Putin.
Una vez culminada la adhesión, Ucrania tendría que activar el Artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte sobre defensa colectiva. Este mecanismo obliga a todos los aliados a responder a cualquier ataque armado. Lo que, a grandes rasgos, significaría que Rusia y al menos 30 países encabezados por EEUU iniciasen una guerra a nivel mundial.