El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha salido de Kiev para visitar este lunes la ciudad liberada de Jersón, donde -denuncia- las tropas rusas han cometido nuevos crímenes de guerra. La normalidad tardará mucho en volver, incluso la reconstrucción. Antes, dos prioridades: localizar cada una de las minas que ha dejado el invasor en su huida y restablecer la luz y el agua en buena parte de los domicilios.
La de Jersón es la mayor victoria. Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, la ha calificado como un "punto de inflexión" en la guerra y Zelenski también lo ve así, tras largas semanas de reconquista y repliegue del enemigo. "Estamos avanzando", ha dicho a su llegada, recibido entre aplausos por los residentes, con gestos de euforia. "Estamos listos para la paz para todo nuestro país", ha proclamado el líder.
Zelenski ha tenido palabras de agradecimiento hacia la OTAN y el resto de aliados por su continuo respaldo. Reconoce que la entrega de cohetes desde Estados Unidos ha marcado una gran diferencia para desequilibrar la balanza. Esto no ha evitado todo el daño y hay "cadáveres de civiles y militares", obra del "salvajismo del ejército ruso que dejó también en otras regiones del país".
Minutos antes de su llegada se escucharon bombardeos cercanos al centro y a su marcha, varias ráfagas de artillería han resonado en la ciudad, recordando la fragilidad del logro y la necesidad de seguir peleando.
Minada y sin luz ni agua
Jersón (sur), ocupada el 2 de marzo, era una de las regiones ucranianas -junto con la vecina Zaporiyia y las orientales Donetsk y Lugansk-, anexionadas de forma ilegal por Rusia, sin que Moscú haya logrado en ningún momento tener el control total sobre sus territorios.
Con su presencia en Jersón, Zelenski refuerza su imagen al frente de la resistencia, como hizo en Izium (Járkov) en septiembre, o en octubre al grabarse al aire libre mientras el Kremlin bombardeaba Kiev y drones kamikaze caían a escasos metros de su residencia. Principalmente, como hizo ya en las primeras horas de invasión, en febrero, cuando determinó que bajo ningún concepto abandonaría a su pueblo.
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El mando militar de la región de Jersón, Jaroslav Yanushevich, ha advertido estas últimas horas del peligro que supone pisar la calle, aunque entienda el impulso de celebrar la nueva situación: "La gente sale con banderas, expresa su alegría y agradecimiento a nuestros soldados, pero quiero advertirles a todos que el desminado está en marcha en casi toda la ciudad".
Antes de dejar Jersón, los rusos -recordó Zelenski en su último mensaje nocturno dirigido a la nación- "destruyeron toda la infraestructura crítica: comunicación, suministro de agua, calefacción y electricidad".