Nadie se fía de Putin, ni siquiera de sus presuntas buenas intenciones. En palabras del titular británico de exteriores, James Cleverly, el mandatario ruso podría aprovechar una hipotética negociación de paz para rearmar su ejército y continuar su percusión en Ucrania. "Existe un alto riesgo de que el alto el fuego sea utilizado por Putin para entrenar más tropas, producir más munición, recomponer y rearmar a sus dañadas fuerzas", aseguró Cleverly al Telegraph inglés.
El ministro, que se encontraba participando en la cumbre de la OTAN que tuvo lugar esta semana en Bucarest (Rumanía), hizo extensivas sus preocupaciones al resto de aliados, remarcando que la atmósfera que "estaba percibiendo en la Alianza" es que Putin no ha actuado, desde que estalló el conflicto en Ucrania, "de buena fe".
Ante los importantes combates sobre la línea de frente, la lógica dice que estas conversaciones, aunque puedan tardar en sucederse, llegarán tarde o temprano. No solo porque en Ucrania se avecina un duro invierno, con problemas de suministro de agua y luz, sino también porque Moscú cada vez da más síntomas de agotamiento. Putin se está quedando sin munición, apuntan algunos medios internacionales, y esta tesitura podría acelerar un todavía lejano alto el fuego aunque sea momentáneo. Por si esto fuera poco, además, crecen las dudas sobre la gran ofensiva de Kiev sobre la región de Zaporiyia.
Según The Washington Post, el número de tropas que se concentran por el momento en el mencionado frente parecen insuficientes como para pensar en un asedio al atrincherado campo de combate. Además, los caminos en estos momentos están llenos de barro, razón por la que los equipos de combate se mueven ahora mucho más lentos de lo que lo harán en unos meses cuando el piso se congele. "Debemos tener mucho, mucho cuidado si las negociaciones de paz son iniciadas por Putin", apuntilló el titular británico de exteriores.
Ni Zelenski ni Putin parecen dispuestos a dar su brazo a torcer amén de sus pretensiones. El mandatario ucraniano tiene claro que solo negociará bajo la premisa de que los territorios ocupados -anexionados según Moscú- sean devueltos. El problema, de facto, es que Putin, según han indicado los medios desde hace unos meses, pondría como condición que se respetasen sus conquistas.
Así las cosas, y mientras se concretan estas negociaciones, Rusia tratará de ganar peso en la citada mesa percutiendo sobre el entramado energético ucraniano. Tal y como publicó EL ESPAÑOL el pasado mes de noviembre, Putin pretende adelantar estas conversaciones ingliendo un sufrimiento aún mayor sobre la población ucraniana: con una 'guerra del frío' que congele Ucrania y merme la moral de sus ciudadanos.
Territorios a un lado, también está por ver cuál es la reacción del bloque occidental a un posible acuerdo entre ambas naciones. Europa, desde que comenzase el conflicto, ha impuesto importantes sanciones a Rusia para mermar su capacidad de financiación. Otro de los elementos clave en las negociaciones será, por tanto, saber si Europa está dispuesta a levantar, o por lo menos rebajar, esas sanciones en un futuro. No parece tarea sencilla dar marcha atrás a una importante cantidad de decisiones tomadas en pro de reducir la dependencia, sobre todo en materia de suministros, de Rusia.
Por la disposición actual de todos los elementos citados, parece poco probable que en el corto plazo ambos líderes se dispongan a entablar conversaciones. La guerra corre riesgo de convertirse en una réplica a gran escala del conflicto iniciado años atrás en el Donbás, donde durante los meses de invierno las hostilidades eran mínimas y en la campaña de verano se retomaban las operaciones.