El reinado de Carlos III cumple 100 días en uno de los momentos más convulsos de Reino Unido. A pesar de que su intervención en política debe de ser neutral, sus primeros meses tras la muerte de Isabel II de Inglaterra no están siendo en absoluto cómodos con un país sumido en una ola de huelgas, una inflación disparada y un Gobierno conservador que ha tenido dos premier en poco menos de tres meses.
Además, el ruido de los independentistas en Gales y Escocia comienza a resonar con fuerza y su familia tampoco ayuda a paliar la profunda crisis institucional que vive la Monarquía. Su hijo Enrique y su mujer, Meghan Markle, han vuelto a desafiarle con un explosivo documental que deja a la Corona en lugar comprometido entre acusaciones de racismo y acoso.
El que fuera el eterno príncipe Carlos no sólo se enfrenta a un duelo personal tras la muerte de su madre, también debe hacer frente a un país que vive una enorme crisis política, económica e, incluso existencial, tras la salida de Reino Unido de la Unión Europea. A ello hay que sumar más problemas: la inestabilidad que vive la Commonwealth y la duda de cómo va a ser su relación con la Iglesia anglicana, de la que es líder, a pesar de sus infidelidades y de estar divorciado.
[La enfermedad de Carlos III que le provoca una gran hinchazón en los dedos de las manos y los pies]
La guerra en Ucrania tampoco ha puesto fáciles las cosas al nuevo rey que, en absoluto, tiene el mismo apoyo que Isabel II. Tampoco es visto como "la roca" que sí era ella. Precisamente así la definió la exprimera ministra Liz Truss el día de su muerte. "La reina Isabel II fue la roca sobre la que se construyó la Gran Bretaña moderna. Nuestro país ha crecido y florecido bajo su reinado. Gran Bretaña es el gran país que es hoy gracias a ella", dijo. A día de hoy, la duda está en qué papel jugará Carlos III en un país desunido que nunca y con decenas de sectores en huelga desde hace meses.
Oleada de huelgas
De hecho, este jueves decenas de miles de enfermeras de Reino Unido se han sumado a la ola de huelgas que afecta desde hace ya varios días a la Sanidad Pública, el transporte ferroviario, los aeropuertos, los servicios de Correos y otros sectores económicos.
La Sanidad británica pende de un hilo y está al borde del colapso. Si bien los médicos de Inglaterra y Gales vieron en julio aumentado su sueldo una media del 4,5%, las enfermeras quedaron fuera esta subida. Consultas rutinarias, operaciones quirúrgicas y servicios de salud mental quedaron suspendidas. Esta situación se repetirá el próximo día 20 de diciembre. Y amenazan con extenderla durante y después de Navidad.
Un día después, el 21, la huelga se trasladará a los conductores de ambulancias y empleados de atención de urgencias de todos los hospitales y centros de salud del país. A movilización de trabajadores sanitarios se suma a las protestas que paralizan la red ferroviaria del Reino Unido desde hace días. Y volverán a hacerlo este viernes y sábado, además de los días 3, 4, 6 y 7 de enero.
Pero la situación no se queda aquí. El Gobierno británico ha pedido a sus ciudadanos que eviten viajar esta Navidad. ¿El motivo? Otra huelga, esta vez del personal de aduanas e inmigración de los aeropuertos.
Los paros tendrán lugar entre el 23 y el 21 de diciembre (salvo el 27) en los aeropuertos londinenses de Heathrow y Gatwick, el de Manchester, Birmingham, Newhaven y en el galés de Cardiff. Esta situación empeorará, y mucho, el tránsito de viajeros, que desde el Brexit ha multiplicado las esperas, las colas y los retrasos en las barreras fronterizas.
Un Gobierno a medio gas
Con este panorama, el reinado de Carlos III está siendo de todo menos plácido con un Gobierno conservador que está aún arrancando y apenas lleva rodando medio centenar de días en mitad de un país que ha registrado la inflación -11,1%- más alta de los últimos 41 años y con una libra que llegó a mínimos.
Rishi Sunak tiene una larga lista de problemas a los que hacer frente, desde la oleada de paros para reclamar las mejoras salariales que están poniendo en jaque la Sanidad, los aeropuertos y el sistema ferroviario hasta la crisis económica, la subida de precio y la inmigración. En este ámbito, Sunak ya ha anunciado que cambiará la ley para dificultar la tramitación de asilo y aumentará el número de policías y controles en el canal de la Mancha.
Estos problemas son heredados de Liz Truss, que apenas duró 44 días en el 10 de Downing Street, pero vienen de mucho más atrás y de dos nombres propios: David Cameron y Boris Johnson.
Pero a Carlos III no sólo le empañan sus primeros 100 días de reinado la situación económica, también lo hace la familiar. Su hijo Enrique y su mujer Meghan Markle protagonizan un explosivo documental en el que cada capítulo es una revelación más, según ellos, del acoso, vetos y racismo que han vivido en el seno de la Corona británica.
Sus revelaciones han sido una bomba en Reino Unido y la Familia Real no sólo está molesta, también ha aumentado la distancia entre Carlos III y su hijo. También la de Enrique con su hermano, el príncipe Guillermo, futuro heredero.
Sin Isabel II, que hizo de mediadora, la relación familiar del actual rey con su hijo, que se separó en 2020 de la Casa Real británica, empaña el inicio de un reinado que ya comenzó con un bajo apoyo popular. Su madre contaba con una aprobación del 86%, lejísimos del 60% que tiene Carlos III. Su hijo Guillermo es la opción favorita, con un apoyo del 81%.
Por delante, el nuevo monarca, de 73 años, tiene el reto de afrontar un futuro incierto. Sin el carisma de su madre y con una institución anticuada la fragmentación de Reino Unido no le pondrá, en absoluto, las cosas fáciles. Su coronación, el próximo 6 de mayo, podría ser el punto de partida del cambio. Buckingham ya ha anunciado que será autera y con menor duración que la de su madre.