El periodista sueco Chang Frick pagó a las autoridades de su país 320 coronas suecas (unos 30 euros) por obtener una autorización oficial que permitiese celebrar cerca de la embajada de Turquía en Estocolmo una manifestación anti-turca el 21 de enero. Una vez solucionado ese trámite, Frick se aseguró de que alguien prendiera fuego a un ejemplar del Corán y desatara la furia del presidente Recep Tayyip Erdogan.
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Al menos esa es la explicación que ha dado Rasmus Paludan, el ultraderechista que quemó el libro sagrado durante la protesta y provocó que el Gobierno turco bloqueara la candidatura de ingreso de Suecia a la OTAN. "La idea fue de Frick", aseguró al diario local Dagens Nyheter.
Lo cierto es que Paludan, reconocido islamófobo, ha destruido en público numerosos símbolos islámicos en los últimos años. De ahí que su acusación no haya pasado desapercibida. Sobre todo porque Frick, que sólo ha reconocido haber financiado el evento, ha sido relacionado con el Kremlin en el pasado.
Propietario del portal populista Nyheter Idag y presentador de un canal financiado por el Partido Demócrata de Suecia (de extrema derecha), Frick fue colaborador del canal de propaganda ruso Russia Today y de la filial Ruptly. En sus redes sociales, además, ha compartido fotografías suyas vestido con una camiseta con la cara de Vladímir Putin, así como un calendario del presidente ruso.
En 2019 Frick, que ha viajado en numerosas ocasiones a Moscú, apareció en una investigación del New York Times sobre la ayuda rusa a los demócratas suecos en las elecciones parlamentarias de 2018. En ella confesaba haber sido acusado de ser un espía ruso. "Este es mi verdadero jefe. Es Putin", bromeó entonces.
En esta ocasión, el sueco ha optado por tratar de exculparse. "No alentaría a nadie a quemar escrituras religiosas", declaró a varios medios de comunicación suecos, como el Expressen. Asimismo, también aseguró no haber recibido órdenes del Kremlin y que la acción no estaba dirigida contra el mundo islámico, sino que pretendía apoyar al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), considerado un grupo terrorista por el Gobierno turco.
Con todo, la participación del periodista en el evento ha llevado a cuestionarse la implicación en la protesta de Rusia, que se opone a cualquier ampliación de la OTAN. "La quema del Corán es claramente obra de los servicios especiales rusos", dijo Oleksandr Danyliuk, asesor del Ministerio de Defensa de Ucrania, en declaraciones recogidas por Il Corriere della Sera.
"Si por pagar 320 coronas en una tarifa administrativa a la policía saboteé la solicitud de entrada a la OTAN, probablemente era un terreno muy inestable desde el principio", dijo por su parte Frick.
Tensas relaciones
Después de la manifestación, Erdogan canceló una reunión planificada con el ministro de Defensa sueco, Peter Hultqvist, y advirtió de que no apoyaría la membresía de Suecia a la OTAN. "Es una traición, una vulgaridad, una canallada, un deshonor", dijo el líder turco sobre el incidente.
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El pasado verano Turquía ya exigió la extradición de casi un centenar de opositores políticos a cambio de secundar la solicitud de entrada de Suecia a la Alianza Atlántica. No obstante, el país nórdico se negó en rotundo a responder a esa demanda. Desde entonces, las tensiones han ido en aumento. El 11 de enero, por ejemplo, un maniquí con la cara de Erdogan apareció colgado boca abajo frente al ayuntamiento de Estocolmo.