Bruselas

Volodímir Zelenski visitó este jueves Bruselas. Sacó del bolsillo de su pantalón cargo uno de sus guiones mejor elaborados. Y logró que sus agradecimientos (por el soporte económico, social, político y militar) sonaran a deudas pendientes. E interpretó a ese personaje infatigable, irritante porque te compromete, al que a la vez uno quiere abrazar y, si es posible, no tener que escuchar más (porque él pone los muertos).

"Seamos prácticos. Pedimos misiles de largo alcance y aviones de combate para ser nosotros los que ganemos a Rusia... es decir, para que ustedes no sean los siguientes en tener que defenderse", llegó a decir, con media sonrisa en la boca. 

"Me ha parecido escucharle, señora presidenta", apuntó en otro momento, mirando a la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ante una sala de repleta de periodistas tomando nota, "que Ucrania está haciendo avances importantes en las reformas requeridas para integrarse en la Unión Europea".

...y de inmediato, volvió el rostro hacia Charles Michel, presidente del Consejo: "Así que cuando digo que queremos que las negociaciones se abran este año, quiero decir este año. O sea, 2023".

Unas risas sonaron en la platea de prensa. Sin duda, el primo actor se había traído el papel bien aprendido.

Los líderes europeos le aplaudieron, le hicieron fotos, le prometieron apoyo "inquebrantable" y "decidido". Pero sólo Roberta Metsola, lo expresó en alto: "Debemos responder pronto o podemos llegar tarde", dijo en rueda de prensa presidenta del Parlamento. "Se lo he transmitido a los jefes de Estado y de Gobierno al inicio del Consejo. La UE debe responder proporcionalmente a la amenaza. Y la amenaza es sistémica, no sólo para Ucrania, sino para otros países vecinos".

Pero una cosa es reunir a la familia y otra es que, desde hace un año, ésta sea la parentela y uno más. Y que además, haya pasado de primo lejano a centro de las reuniones... o que un día, este jueves, se siente a la mesa en el lugar de honor y, encima, te recuerde cuánto le debes: "Nuestros soldados necesitan sus armas y su compromiso", les dijo a los Veintisiete en el plenario del Consejo. "Porque luchan para que ustedes no lo tengan que hacer".

Segundos platos

Todos los aliados llevan desde el pasado 24 de febrero pregonando el apoyo "total" a Ucrania. Pero también, llegando tarde o demorando las respuestas.

Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, junto a Rishi Sunak, primer ministro británico, junto a un carro Challenger en el campo de entrenamiento de Dorset. Efe

¿Por qué Zelenski pide aviones a Rishi Sunak, misiles a Emmanuel Macron y negociaciones ya para entrar en la UE a Von der Leyen? ¿Por qué, hace un mes, sólo dejó pasar horas desde que supo que, por fin, le daban los tanques hasta que elevó la petición a los cazas? ¿Por qué no se contenta con el estatus de candidato, que ya le da acceso a fondos europeos y, pronto, al mercado único?

Porque de los tanques se empezó a hablar el verano pasado, el llegó en enero, y el primer carro de combate no lo hará hasta primavera.

Por eso, y porque "la guerra no sólo se tiene que ganar, es que se puede ganar", argumentó el líder ucraniano. El mismo Josep Borrell lo ha admitido en varias ocasiones. "Estuvimos meses discutiendo si entrenar a las tropas de Kiev... tanto que empezó la guerra y aún no habíamos decidido". Hoy, más de una cincuentena de soldados ucranianos hacen maniobras en Toledo... y también en Dorset (Reino Unido). 

Porque venía, además, Zelenski de hacer una escala previa en Londres. Es decir, de darle preeminencia al protagonista de un doloroso divorcio en el seno de la familia europea, el del Brexit.

Y a Sunak le llegó a hacer, el miércoles, una jugada parecida: cuando el primer ministro británico hubo anunciado orgulloso que "Reino Unido entrenará a los pilotos de combate de su país", el presidente ucraniano le agradeció públicamente la futura entrega de un indeterminado número de cazas. 

"Todo está sobre la mesa, hablaremos de todo para apoyar a Ucrania", aclaró el premier para matizar esa afirmación sin contradecir expresamente a Zelenski.

Y todavía antes de "arribar a casa", que es como bautizó su llegada a Bruselas, Zelenski cenó en París con Macron y Olaf Scholz, lo que levantó ampollas en Italia. Giorgia Meloni se sintió relegada y calificó el gesto como "poco conveniente para la unidad europea".

Lo que no aclaró la primera ministra es si la crítica iba dirigida a los líderes franco-alemanes o al ucraniano, pero sí dejó claro que no le gustaba nada no salir ella en la foto... quizá porque su antecesor, Mario Draghi, sí se había colado en la anterior, subido a un tren camino de Kiev con Macron y Scholz. 

El canciller alemán Scholz, el presidente francés Macron y el primer ministro italiano Draghi, en un tren camino de Kiev, en junio de 2022.

La delegación española le quitó hierro a la polémica. No es sólo que en la UE todos somos iguales, pero Alemania y Francia son más iguales que los demás, como todos saben. Es que además, Madrid apoya "sin fisuras" el formato de Normandía, que dio origen a los acuerdos de Minsk, en 2014, cuando Rusia invadió Crimea.

...es decir, cuando los países que lideran la UE aceptaron aquellos hechos consumados y Europa empezó a llegar tarde en apoyo de Kiev. Es decir, la razón por la que Ucrania señala la fecha de inicio de esta guerra en aquel 2014 y no en 2022. Y por eso, el decálogo para la paz de Zelenski dice lo que dice, tan clarito, en sus puntos cinco y seis: "Integridad territorial de Ucrania. Orden mundial. Retirada de las tropas rusas y cese de hostilidades".

O sea, que Europa se comprometa, de verdad, a seguir gritando "¡Slava Ukraini!" hasta que el último ruso se vaya, incluso, de Crimea y el Donbás. ¿Y está la UE comprometida hasta el final? ¿Qué es "el final"? ¿Hay alguien dispuesto a responder a esa pregunta al detalle? Alguien que no sea el pariente incómodo, se entiende.

Decálogo para la paz

A cada uno de los líderes europeos que se sentaron con él, Zelenski le entregó una lista de deseos. Fuentes del Gobierno se negaron a aomentar la que recibió Sánchez, pero no es probable que la petición a España incluyera una petición expresa de aviones de combate: España es frontera sur y atlántica de la OTAN y, además, ya contribuye patrullando los cielos del flanco este.

En todo caso, todos los jefes de Estado y de Gobierno se sintieron más cómodos aplaudiendo el decálogo de Zelenski que respondiendo a cuándo habrá tanques, si habrá o no cazas, de los misiles qué sabemos o qué hay de la integración exprés.

Pedro Sánchez se reúne con Volidímir Zelenski en Bruselas.

El propio Pedro Sánchez se lo transmitió al líder ucraniano durante su encuentro en Bruselas. El presidente español se sentó frente a frente con él, junto a Borrell, y rodeado de los líderes holandés, polaco, sueco, rumano, y la italiana Meloni.

Allí destacó la necesidad de que ese plan cuente con el mayor apoyo posible entre la comunidad internacional, según fuentes de Moncloa. Así, propuso a sus colegas europeos presentes "concertar esfuerzos diplomáticos para conseguirlo". Las mismas fuentes revelan que la idea fue "muy bien recibida" entre los participantes de la reunión.

El decálogo de Zelenski

  1. Seguridad radiológica y nuclear.
  2. Seguridad alimentaria.
  3. Seguridad energética.
  4. Liberación de todos los presos y deportados.
  5. Implementación de la Carta de la ONU y restauración de la integridad territorial de Ucrania y el orden mundial.
  6. Retirada de las tropas rusas y cese de hostilidades.
  7. Restauración de la Justicia.
  8. Contrarrestar el ecocidio.
  9. Prevención una nueva escalada.
  10. Confirmación del fin de la guerra.

"No puedo permitírmelo"

El presidente ucraniano ha alimentado su personaje desde el pasado 24 de febrero. Pronto hará un año desde que Vladímir Putin le dio al botón de play a su película de guerra al país vecino.

A la primera noche, después de que no se cumpliera el desenlace previsto -una blitzkrieg a la rusa en el siglo XXI-, Zelenski se apareció en una escena nocturna, paseando las calles y plazas de un Kiev desangelado y asustado: "Aquí estamos, resistiremos. Aquí estoy, yo no me voy".

Y esa simple evidencia semántica tomó significado de desafío al invasor.

Ahora, tras demostrar su valor, determinación y "resiliencia"; y después de probar que con soporte financiero y militar, los soldados ucranianos saben hacer retroceder al enemigo en el campo de batalla, lo resumió todo en una frase a los postres: "Simplemente, no me puedo permitir volver a casa sin respuestas concretas. Se acabaron las emociones aquel 24 de febrero, somos prácticos, y este viaje debe dar resultados".

Y ¿qué son resultados? Lo dejó muy claro en sus tres intervenciones públicas, ante el pleno del Parlamento Europeo, ante el plenario de los jefes de Estado y de Gobierno en el Consejo, y en rueda de prensa... esa escena ya citada en la que compartía plano con Von der Leyen y Michel: "Misiles de largo alcance, aviones cazabombarderos y apertura de negociaciones para la integración en la UE antes de fin de año".

Los dos primeros, para ganar la guerra. La última, para "darle moral a nuestras tropas", dijo. "Tenemos la libertad y la justicia, los valores europeos. Necesitamos señales positivas, oír unida la voz poderosa de Europa. Y que la escuche Rusia".  

Pero a los tres puntos respondieron los líderes europeos con palabras más hermosas que comprometidas: "Somos una familia, y las familias se ayudan", proclamó Von der Leyen.

Sí, pero ¿misiles o aviones? "Ésa es decisión soberana de los Estados miembros", alegó la presidenta de la Comisión.

¿Integración de Ucrania en la UE? "Me compromete... tendré que buscar la unanimidad en el Consejo", esquivó Michel.

Sólo Metsola, presidenta del Parlamento Europeo, de los ciudadanos allí representados, había dado un  claro. "El presidente ha sido muy directo, por eso yo también lo he sido", explicó a preguntas de EL ESPAÑOL.

Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, sostiene una bandera de la UE junto a Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo. Efe

Así que Zelenski se fue de Bruselas sin las respuestas que buscaba. Al menos, en público. Eso que pedía, también, "para que las oiga el dictador del Kremlin".

Porque los ritmos de la UE son los que son: hay veintisiete países, celosos de su soberanía -recordemos que las políticas exterior y de seguridad son las únicas en las que la Unión no decide nada, sólo coordina-, y con intereses distintos que encajan difícilmente entre sí y, a la vez, con los principios y valores generales de la Unión.

Así, todo lo "inquebrantable" y "decidido" del apoyo a Ucrania se torna en palabrería -adjetivos huecos- cuando lo sustantivo -el sustantivo- no se aborda con auténtica "decisión inquebrantable".

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