El presidente ruso, Vladimir Putin, asiste a un concierto homenaje a los soldados del país que participan en la campaña de Ucrania.

El presidente ruso, Vladimir Putin, asiste a un concierto homenaje a los soldados del país que participan en la campaña de Ucrania. Mikhail Metzel Reuters

Europa

Rusia pretende involucrar a Bielorrusia y Moldavia en la guerra y estrangular a Ucrania desde el oeste

Según el estadounidense 'Institute for the Study of War', Rusia puede estar preparando algo parecido en Transnistria y Bielorrusia.

26 febrero, 2023 03:47

Casi todas las guerras de Rusia empiezan con "ataques de falsa bandera", es decir, con ataques organizados de grupos especiales que se pretenden hacer pasar por provocaciones del bando contrario. Aunque luego las narrativas cambien con el tiempo, en principio así se refuerza el discurso "buenista" del Kremlin, ese "no nos quedó más remedio" del que tanto abusa para acabar culpando de la agresión al agredido. Ataques de falsa bandera hemos visto en Georgia, en Siria, en Crimea y vimos el año pasado por estas fechas en el Donbás. Según el estadounidense Institute for the Study of War, Rusia puede estar preparando algo parecido en Transnistria y Bielorrusia.

Al parecer, la inteligencia ucraniana habría detectado movimientos intensos de tropas y vehículos con uniformes muy parecidos a los de su ejército. Esto coincide con los constantes avisos por parte del entorno del Kremlin de un ataque de este tipo. En el caso de Transnistria, región prorrusa escindida en la práctica de Moldavia y fronteriza con Ucrania a pocos kilómetros de Odesa, cuadraría con las acusaciones que hizo recientemente la presidenta moldava, Maia Sandu, en las que aseguraba que Rusia estaba preparando un golpe de estado para expulsar al gobierno proocidental del país.

Cuadra también, por cierto, con las afirmaciones de la agencia TASS de este jueves en las que se alertaba precisamente de un intento de invasión ucraniana de Transnistria. ¿A santo de qué? Obviamente, no se especificaba, pero probablemente sea una manera de ir alisando el terreno para su propio intento de invasión en defensa de la región rusófona afín al Kremlin. De confirmarse esta hipótesis, Transnistria, hasta ahora con un estatus alegal de independencia respecto a Moldavia y Rusia a partes iguales, pasaría a ser terreno desde donde el ejército de Putin podría intentar atacar Odesa y Jersón, dos de sus grandes objetivos. El asunto es encontrar hombres y armas que desplazar a esa zona.

El problema bielorruso

El informe del ISW se detiene especialmente en el caso bielorruso, aunque hay que admitir que sobre Bielorrusia se ha hablado mucho en el último año y no siempre con acierto. No hace ni tres días que corrían rumores de una anexión por las bravas del país por parte de Rusia, algo que (de momento) no se ha producido. Es indudable, en cualquier caso, que algo está pasando en Minsk. Alexander Lukashenko, gran aliado de Putin, pero reacio desde el inicio a meterse en una guerra con poquísimo apoyo popular y que puede acabar socavando su propio régimen, decidió la semana pasada armar a ciento cincuenta mil de sus ciudadanos.

La excusa dada para la movilización fue, de nuevo, un posible intento de invasión de su territorio. ¿Y quién es el único país de la zona que podría estar interesado en invadir Bielorrusia? Lógicamente, Ucrania… solo que Ucrania ni está interesada en abrir un nuevo frente ni tiene los medios para hacerlo. Da la sensación, por lo tanto, de que todo esto forma parte de una preparación "por si acaso" para el citado ataque de falsa bandera ruso. Si tropas con el uniforme ucraniano "entran" en Bielorrusia y atacan su territorialidad, Bielorrusia se vería obligada a declarar la guerra y meterse en todo el lío. Eso, al menos, piensan en el Kremlin.

El presidente ruso, Vladímir Putin, llega a la Plaza Roja de Moscú para asistir al desfile militar con motivo del Día de la Victoria.

El presidente ruso, Vladímir Putin, llega a la Plaza Roja de Moscú para asistir al desfile militar con motivo del Día de la Victoria. EFE

El problema, como decíamos, es que Lukashenko no está nada convencido de ello. Una cosa es que ceda todo su territorio -y parte de sus armas- para facilitar ataques rusos, como hizo el 24 de febrero de 2022… y otra cosa es participar activamente en un conflicto en el que la OTAN está del lado de tu enemigo. Son palabras mayores para un país relativamente pequeño y con poca capacidad tanto de defensa como de ataque. Lo normal es que Putin no le tenga que pedir a Lukashenko las cosas dos veces, así que montar toda esta estratagema para conseguir su apoyo práctico ya es síntoma de división entre ambos gobiernos.

Queda, en cualquier caso, la intención rusa, que parece clara. Luego, podrá salir o no, es decir, Transnistria y Moldavia podrán caer de su lado o no, y lo mismo se puede decir de Bielorrusia, pero si el Kremlin consigue extender la guerra a los territorios del oeste del país, hasta ahora relativamente tranquilos, habrá conseguido uno de sus grandes objetivos: que Ucrania tenga que estirar aún más su maltrecho ejército. Todo lo que salga del Donbás o de Jersón para defender Odesa, Kiev o Lvov, se echará después de menos en casa de ofensiva desde el este.

Militares ucranianos asisten a simulacros conjuntos de fuerzas armadas, guardias nacionales, guardias fronterizos y el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) en la frontera con Bielorrusia.

Militares ucranianos asisten a simulacros conjuntos de fuerzas armadas, guardias nacionales, guardias fronterizos y el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) en la frontera con Bielorrusia. Reuters

La estrategia tiene algo de diabólica, pero responde al esquema mental que ha mostrado Putin hasta el momento: ver a todo aquel que lucha de su lado como un medio y no como un fin. No le importó mandar a la muerte en Bakhmut a miles de presidiarios, no le importó mandar al frente del Donbás a decenas de miles de movilizados sin preparación alguna y, desde luego, no le va a importar ahora qué consecuencias pueda tener para Bielorrusia o para Transnistria el meterse en un conflicto en el que no son más que marionetas.

Llevamos prácticamente un mes repitiendo la inminencia de una segunda ofensiva, pero aún no sabemos su forma ni su momento. ¿Pueden estos movimientos servir de preparación? Es posible. Lo que nos demostró la experiencia del año pasado es que hay que estar muy atentos a los movimientos inesperados. Suelen ser significativos. Se va acabando el invierno y llega la primavera. En otras palabras, a Rusia se le agota el tiempo.