Sánchez, Macron, Borrell y Von der Leyen buscan un papel para la UE en China que pueda aislar a Rusia
Los líderes europeos tratan de acercarse a Pekin, ante el riesgo de que Xi se decante por un apoyo explícito a Putin en la guerra de agresión a Ucrania.
25 marzo, 2023 02:40¿Qué es "hacer todo para parar la guerra"? La frase dice "todo" y dice nada. La Unión Europea tiene un desafío existencial en la contienda de Ucrania y, aunque tiene un papel importante, no es protagonista. Rusia es la que ataca, y tiene la "amistad eterna" de China. Y sí, Europa es la amenazada, pero es la OTAN la que la defiende, donde el 70% del gasto militar lo pone Estados Unidos.
La frase, en todo caso, la pronunció el presidente de la única potencia nuclear de la Unión, Emmanuel Macron.
Y fue a la salida del Consejo Europeo que invitaba a António Guterres, y en cuya víspera ya se había sabido que Pedro Sánchez será recibido incluso antes por Xi Jinping, que lo ha invitado el 30 y el 31 de marzo: según fuentes de Moncloa, en la doble condición de presidente del Gobierno de España -con quien su país cumple 50 años de relaciones diplomáticas- y de próximo presidente de turno de la Unión Europea... que la República Popular China no regala las fotos con el líder.
Y con todo, la citada frase de Macron le pone título al viaje a la capital china del presidente francés, el 4 de abril: me voy a ver a Xi, el "querido amigo" de Vladímir Putin; lo haré acompañado de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y apenas cuatro días después que lo haga el presidente español... que, como yo, ha preparado la visita junto a Olaf Scholz, el canciller de Alemania.
Que, aunque era otro momento, ya cogió el avión a Pekín el pasado noviembre.
...así que no falta nadie más porque, de hecho, a Giorgia Meloni, primera ministra italiana, también la ha invitado el presidente chino. Y están buscando fecha.
Actor secundario
¿Se puede hablar, pues, de una ofensiva europea para convencer a China de que presione a Rusia para acabar con la guerra? En realidad, no tanto.
¿Ofensiva? Eso significaría que la Unión Europea tiene con qué amenazar al gigante asiático. O al menos, con qué incentivarlo. Y si de lo primero hay poco, con lo segundo caerían los Veintisiete en lo que, de verdad, busca Pekín: la desunión de Occidente y más ventajas para su creciente influencia económica -y, con ella, política- en un mundo que ha vuelto a la lucha de los grandes poderes entre sí.
Como Europa, de momento, no es "gran poder", no tiene palanca que accionar. Lo dejó claro Josep Borrell al inicio de este curso, en su arenga a los embajadores de la Unión: desde el fin de la Guerra Fría, los europeos hemos confiado nuestra defensa a EEUU (eso, ya de antes) y nuestra economía, a las manos de Rusia y China. Y entretanto, el mundo dejó de ser unipolar hace ya mucho.
Ahí es donde puede entrar el actor secundario europeo, hallando un papel propio entre los rivales chino y estadounidense. Sánchez, de hecho, hará su parte en la Cumbre Iberoamericana este fin de semana: allí, en nuestras viejas provincias, las inversiones y financiación de Pekín pesan cada vez más.
De la mano de Borrell, Sánchez tratará de implicar más al Cono sur con Occidente y su apuesta por la ley internacional, los derechos humanos y el rechazo al uso de la fuerza como método de imponer voluntades. "Latinoamérica no quiere ser arrastrada a un bando", apuntan fuentes de Moncloa. Habrá que ser sutiles, pues.
Pero mientras el Alto Representante trata de armar una política de seguridad y de defensa común -la única competencia en la que el término "unión europea" no opera en los Tratados-, la UE sí puede ejercer poder moral. Para empezar, somos el teatro de operaciones; y para continuar, si algo ha demostrado China es que no quiere meterse en más líos que los que le den beneficios.
Guterres, secretario general de la ONU, estuvo estos días en Bruselas. Y advirtió del "riesgo de aislar a China" en un momento en el que el peor giro de guion sería que Xi pasara de las palabras "amistad especial" a los hechos, aportando armas a Putin.
Por eso se abraza Xi con Putin pero China no vota a su favor en las resoluciones de Naciones Unidas. Y por eso Pekín ofrece sus mercados a Moscú para que sustituya los que Europa le ha cerrado con los 10 paquetes de sanciones pero no le vende armas.
O eso parecía hasta esta semana. Washington ha hecho saber que hay informes de inteligencia que sugieren que ya hay contactos al más alto nivel. Pero a la vez, la OTAN dice que "no hay pruebas" de ello. ¿Cuál sería la diferencia? ¿No estamos los occidentales armando a Ucrania, el otro combatiente en esta guerra?
"Pekín tiene que diferenciar entre agresor y agredido", ha dicho Borrell estos días, en sus declaraciones públicas durante la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión.
"La posición europea es clara, estamos con la Carta de Naciones Unidas, que es el orden mundial basado en reglas", ha añadido Kaja Kallas, primera ministra de Estonia. Y estas reglas son, básicamente, el respeto a la soberanía y a la integridad territorial de cada nación.
Guiones para la paz
Ése es el matiz diferencial entre los dos planes para la paz que, de momento, se sabe que existen. El decálogo promocionado por Volodímir Zelenski, presidente ucraniano, y la propuesta que, dice Xi Jinping, tiene para ofrecer.
Aunque aún no se han hecho públicos esos 13 puntos en su explicitud, sí se sabe una cosa. Que apuestan más por un alto el fuego desde las posiciones actuales del campo de batalla que por "la retirada de las tropas rusas más allá de las fronteras internacionalmente reconocidas" de Ucrania, que es donde la UE y la OTAN colocan el punto de partida para sentarse a la mesa.
¿Y quién dice eso? Escuchemos la respuesta de Sánchez: "Escucharé lo que tenga que decir Xi, ya que China es un actor fundamental", decía este viernes el presidente español, "pero también le haré saber que es Kiev quien decidirá cómo hacer la paz, sólo así puede ser duradera y justa". Y el documento de Zelenski, en eso, es taxativo.
Estos días, fuentes de Moncloa mandaban mensajes confusos sobre el papel del presidente español en su visita a Pekín.
De una parte, dirigían todos los focos a Sánchez, atribuyendo "a su peso internacional" el hecho de que sea el primer representante de Occidente en ir a ver a Xi tras el reciente viaje del presidente chino a Moscú. Y de la otra, negaban que en su entrevista el jefe de Gobierno español fuera a jugar un papel protagonista en la resolución del conflicto que ha devuelto la guerra a Europa.
Y por un lado, vinculaban su visita al hecho de que España vaya a asumir la presidencia rotatoria de la Unión a partir de julio, admitiendo que Sánchez había preparado el viaje con otros líderes de la UE, e incluso que había informado a la Casa Blanca...
...pero por el otro, descartaban que Sánchez representara en ningún caso la posición común europea, sino que estaría en Pekín como presidente de España, en reunión bilateral, porque "hay muchos campos en los que profundizar relaciones". ¿Cuáles? Turismo, exportaciones agropecuarias e inversiones. Es decir, "sectores menos sensibles". Que quede eso claro, para que ningún socio o aliado crea que estamos a dos barajas.
Porque es de eso de lo que se llegó a acusar a Scholz cuando hizo el mismo viaje, a ver a Xi, el pasado noviembre.
El papel protagonista
El miércoles noche, Moncloa confirmó el rumor de Sánchez en Pekín con una filtración periodística. El jueves, la delegación francesa confirmó lo de Macron. Y el viernes, Eric Mamer, portavoz de Von der Leyen, anunció que la presidenta de la Comisión se subirá al avión del francés.
Macron, cuyas declaraciones suelen ser más ambiciosas que sus hechos, proclamó que su objetivo es "intentar traer a China a nuestro lado para hacer presión a Rusia".
¿Para que acabe la guerra? No para tanto. De inicio, "para que no use las armas químicas y las nucleares, pero igualmente para hacer todo para detener el conflicto y volver a la mesa de negociación", dijo en rueda de prensa. En eso, ya hemos visto que los dos planes de paz -el ucraniano y el chino- es donde no encajan.
Ambos, Sánchez y Macron, se habían reunido a solas con Scholz previamente. Fuentes cercanas al presidente español confirmaron que con el canciller se aunaron posturas. Pero al contrario que Sánchez, Macron sí dijo que se había "comprometido a estar coordinado y llevar una voz europea" ante China.
"Hemos evocado el asunto esta mañana con el canciller y tenemos una perspectiva común. Tenemos una posición europea que ha sido definida desde hace varios meses y que mantenemos", incidió el mandatario francés.
Se entiende poco, pues, la reticencia de Moncloa a confirmar que, con mayor o menos peso, Sánchez llevará un mensaje coordinado a Pekín. "No tiene sentido decir eso, como tampoco lo tiene sugerir que no. España es propositiva, el presidente está en la posición europea, y hará siempre todo cuanto pueda por la paz".