La estrategia del terror del Kremlin en la retaguardia de Bakhmut: misiles S-300 en un centro para reclutas
Ha sido el ataque más sangriento que se ha producido en los últimos meses en esta ciudad del Donbás, causando dos muertos y más de 30 heridos.
28 marzo, 2023 02:43A las 10:40 de la mañana del lunes, dos misiles rusos S-300 desataron el pánico en Sloviansk –uno de los últimos bastiones que quedan bajo el control del Ucrania en el Donbás– al impactar contra el Centro de Reclutamiento de la ciudad, reventándolo y reduciendo a escombros una manzana entera.
Como resultado, dos muertos y 32 heridos, junto con una imagen apocalíptica en la que podían verse coches envueltos en llamas y personas que intentaban salir sorteando los escombros del edificio –con la cara ensangrentada– mientras los bomberos y el Ejército se afanaban en ayudar.
En uno de los pocos coches que no quedaron calcinados, se veía sangre escurriendo por debajo de la puerta del conductor, ante el estupor de los residentes que acudían al lugar para comprobar si sus familiares estaban bien.
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"Vengo corriendo desde el trabajo para ver cómo esta mi madre, vive en el edificio de enfrente", explicaba Natasha, visiblemente afectada con la imagen que tenía ante sus ojos. "Ella no se quiere ir de Sloviansk, y yo no puedo abandonarla, pero vivimos con miedo. ¿Cuándo acabará esto? ¿Qué quieren de Ucrania? ¿Qué hemos hecho?", se preguntaba en voz alta.
Un joven llamado Alexander, con heridas en la cara y la ropa polvorienta, también se acercaba hasta los vehículos calcinados. "Yo estaba dentro del Centro de Reclutamiento en el momento del ataque, me estaba alistando", relataba. "Ese coche era mío... pero lo importante es que estoy vivo, el coche sólo era un trozo de metal, puedo comprar otro", añadía.
Las ambulancias se llevaron a la mayor parte de los heridos en los primeros minutos, mientras varios efectivos de emergencias curaban in situ a los que no revestían gravedad. Al mismo tiempo, un numeroso dispositivo de investigadores –policías y militares– recogía pruebas y fotografiaba cada detalle del lugar.
Crímenes de guerra
Entre las evidencias, que documentaron escrupulosamente, estaban los restos metálicos de los dos misiles S-300 que lanzó Rusia. Algunos fragmentos fueron introducidos cuidadosamente en bolsas de pruebas, junto a otros restos de la explosión.
En apenas dos horas, los investigadores peinaron toda la manzana. "Los crímenes de guerra se pagarán", aseguraba uno de los policías militares, que reconocía que se están investigando todos y cada uno de los bombardeos rusos a las ciudades ucranianas desde que empezó la guerra.
Finalizadas las pesquisas, un ejército de mujeres voluntarias comenzó a retirar los cascotes, cristales y restos de árboles esparcidos por toda la calle. A medida que se retiraban las ambulancias, llegaron también varias excavadoras para seguir con la limpieza.
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Al terminar la mañana ya se había retirado una parte importante de los restos de la explosión, algo a priori sorprendente, pero que es habitual en Ucrania: en cuanto termina el ataque, comienzan las reparaciones. Sin embargo, las cicatrices de los edificios –algunos de los cuales tendrán que ser demolidos– no se pudieron arreglar con tanta celeridad.
El bombardeo al Centro de Reclutamiento ha sido el ataque más sangriento que se ha producido en los últimos meses en la ciudad de Sloviansk. Con el Ejército ruso concentrando todos sus esfuerzos bélicos en los frentes de combate de Bakhmut, Avdiivka y Vuhledar, las ciudades de la retaguardia estaban relativamente tranquilas.
Pero hace poco más de una semana, el Kremlin cambió su estrategia en el norte de Donetsk, donde ha empezado a bombardear las localidades más relevantes, de manera indiscriminada y de forma diaria. De hecho, unas horas antes del ataque al Centro de Reclutamiento de Sloviansk, la cercana Kramatorsk también era bombardeada en plena noche.
Sin tregua en Kramatorsk
Se contabilizaron nada menos que siete misiles, de los cuales al menos dos fueron derribados por la Defensa Antiaérea, provocando un resplandor naranja en el cielo que se pudo ver en toda la ciudad. Fue el sexto bombardeo consecutivo en una semana, después del sonado ataque con bombas de racimo –a pleno día– que mató a dos mujeres.
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Todos los ataques aquí se han producido en zonas residenciales, edificios de viviendas, escuelas y parques, así como en zonas industriales, que en estos momentos apenas tienen actividad.
De las 150.000 personas que residían en Kramatorsk antes de la invasión rusa, quedan menos de la mitad –y eso contando con los desplazados internos que han llegado de lugares como Bakhmut, Liman o Chasiv Yar–. Pero si los bombardeos continúan a este ritmo, lo más probable es que aumenten las evacuaciones hacia otros lugares más seguros.
Las localidades de Konstantinivka y Druzhkivka también fueron objetivo de las bombas rusas, que el lunes no dieron tregua en esta zona del Donbás. El día a día aquí se ha convertido en una espera constante, sin saber en qué momento y dónde caerá el próximo proyectil, mientras las sirenas antiaéreas no paran de sonar.