Darya Trepova, principal sospechosa del atentado de la cafetería de San Petersburgo.

Darya Trepova, principal sospechosa del atentado de la cafetería de San Petersburgo. VK

Europa

El líder de Wagner culpa a grupos afines a Putin de estar detrás del atentado de San Petersburgo

Todo parece indicar que se trata de un mensaje claro a Prigozhin para que se eche a un lado o cumpla su cometido sin tanta protesta ni reivindicación.

4 abril, 2023 02:58

"No creo que se pueda acusar a Kiev de este ataque, más bien parece obra de un grupo de radicales que a duras penas está relacionado con el gobierno de Ucrania". Esa fue la primera reacción de Eugeni Prigozhin, líder y fundador del Grupo Wagner, al conocer la muerte de su colaborador Vladlen Tatarsky, corresponsal de guerra y glosador de las supuestas gestas del grupo paramilitar. Tatarsky fue asesinado en San Petersburgo en la tarde-noche del domingo 2 de abril. El gobierno de Kiev se ha desvinculado de su muerte como se desvinculó en agosto del año pasado de la de Darya Dugina en un atentado con coche bomba en Moscú.

El asesinato de uno de los principales colaboradores mediáticos de Prigozhin, muy crítico con el gobierno de Putin y su gestión de la guerra (recordemos que Prigozhin y el ministerio de Defensa están en un continuo enfrentamiento desde hace meses) y el hecho de que dicho asesinato se haya producido en un café que fuera propiedad de Prigozhin hasta fechas muy recientes hacen pensar que se trata de un mensaje claro a Prigozhin para que se eche por fin a un lado o cumpla su cometido sin tanta protesta ni reivindicación.

Cuando el líder del Grupo Wagner habla de "grupo de radicales" es improbable que hable de Darya Trepova, única detenida por el atentado. Trepova, sí, es una activista anti-Putin y antiguerra, pero da la sensación de que los mismos que orquestaron el ataque son los que lo están aprovechando para de paso limpiar voces disidentes. El Kremlin vincula directamente a Trepova con el opositor encarcelado Alexei Navalny y con Volodimir Zelenski. En otras palabras, el Kremlin opta justo por la opción que da por descartada Prigozhin, una muestra más de su feroz desencuentro.

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Por supuesto, a nivel oficial, no ha faltado ni la entrega póstuma de la medalla al valor para Tatarsky avalada por el propio Putin, pero está claro que algo está pasando en las altas esferas y que la lucha pública por el poder que llevamos viendo durante tanto tiempo referida a Ucrania ha cruzado definitivamente la frontera con Rusia. Recordemos que, en su día, el nombre de líder de los servicios secretos (FSB), Alexander Bortnikov, sonó como posible alternativa a Putin en caso de golpe de Estado.

Prigozhin, a lo suyo

Ahora bien, Prigozhin no es de los que se amilana, eso hay que reconocerlo. En su lucha contra todo y contra todos, el antiguo restaurador publicó un confuso vídeo esa misma madrugada en el que plantaba una bandera rusa y una del Grupo Wagner en plena noche sobre lo que él llamaba "edificio administrativo de la ciudad de Bakhmut". Todo en el vídeo es raro: apenas se ve nada, su geolocalización en consecuencia es complicada y la verdad es que el edificio no se ve por ningún lado. Imágenes aéreas de este lunes demuestran que las banderas fueron plantadas en medio de unas ruinas y ponen en duda que el ayuntamiento de Bakhmut esté bajo control ruso.

Prigozhin en el video donde anuncia la toma del centro de Bakhmut.

Prigozhin en el video donde anuncia la toma del centro de Bakhmut. Reuters

Lo interesante de este vídeo, más allá de ubicarnos en la lucha calle por calle en Bakhmut, es el lenguaje utilizado por Prigozhin. De entrada, la supuesta toma de la ciudad está dedicada al propio Vladen Tatarsky. Si el mensaje era "haz lo tuyo y cállate", se ve que Prigozhin no está dispuesto a dejarse mangonear. Habrá que ir preparando el polonio o dejar alguna ventana abierta en la próxima reunión con el alto mando. Al reivindicar a Tatarsky, el líder del Grupo Wagner expone a su vez a sus asesinos. Ese "grupo de radicales", probablemente afines al Kremlin y tal vez fuera incluso de su control.

También queda la duda del "nosotros" al que hace referencia Prigozhin cuando habla de la supuesta victoria. ¿Es un triunfo de Rusia, como indica una de las banderas, o es un triunfo exclusivo de Wagner, como hace pensar la otra? Precisamente esto es lo que quería evitar a toda costa Sergei Shoigu, el ministro de Defensa ruso: que Prigozhin se apoderara de alguna manera del mérito de conquistar la ciudad más mediática de todo el frente y le privara a él y a sus generales de hacerse la foto de la victoria.

Bakhmut, pese a todo, resiste

Otra cosa es que se pueda dar Bakhmut por conquistada. No parece el caso. La táctica coordinada de Wagner y el Ejército regular ruso de crear una pinza que envolviera a las fuerzas defensoras ucranianas fracasó hace tiempo. Nadie piensa ya en tomar Khromove ni Ivanivske. Nadie está contemplando tapar las líneas de suministro desde Chasiv Yar. Es más, en algunos puntos se habla incluso de contraofensivas que están haciendo recular a los rusos.

La única manera de tomar Bakhmut será por la fuerza bruta. Tirar y tirar desde el este e ir avanzando piedra a piedra. Cruzado ya el río Bakhmutka, es cierto que las tropas del Grupo Wagner -prácticamente en solitario- han llegado a las inmediaciones del Ayuntamiento. Según los mapas de situación más fiables, el 30% de la ciudad quedaría aún en manos locales, incluyendo el estadio, el museo y los conocidos hoteles Atlantic y Bakhmut. Arrancar ese 30% de sus manos va a costar aún unas semanas y lo mejor que le puede pasar a Prigozhin y a los suyos es que no haya antes una contraofensiva que haga cambiar las tornas, como sucedió en 2014.

Momento de la detención de Darya Trepova, sospechosa del atentado de San Petersburgo.

Momento de la detención de Darya Trepova, sospechosa del atentado de San Petersburgo. Reuters

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Al renunciar a la pinza entre Khromove e Ivanivske, Rusia y Wagner -uno a veces duda si son lo mismo- no sólo han ralentizado su ofensiva, sino que ha calmado la urgencia de las tropas ucranianas a la hora de buscar una retirada. Mientras el camino a Chasiv Yar siga abierto, el riesgo es escaso. Basta con aguantar, causar el mayor daño posible a los invasores y reagrupar fuerzas en torno a la vía del ferrocarril que cruza la ciudad. Los avances son innegables, pero lentísimos. Bakhmut se dio por conquistada cuando Wagner entró en la mina de sal de Soledar el 13 de enero. Han pasado casi tres meses y aquí seguimos.

¿Cuánto ha tenido que ver en este retraso la evidente desorganización de la ofensiva rusa? Muchísimo. Siempre ha dado la sensación de que Prigozhin ha hecho, nunca mejor dicho, la guerra por su cuenta. El empeño por Bakhmut es cosa del Grupo Wagner, ellos han cargado con la mayor parte de los ataques y de las bajas... y suya es la bandera que ondea sobre unas ruinas en el centro de la ciudad.

Las quejas por la falta de apoyo han sido constantes y sí da la sensación de que Moscú ha abandonado a su suerte a Prigozhin jugando a un doble juego: si se la pegaba, firmaba su sentencia política; si conseguían avanzar, triunfo para la gloriosa Rusia. Un juego de cartas que se está yendo de las manos, como prueba el atentado en San Petersburgo. Más allá de su vinculación con Prigozhin, Tatarsky no era nadie. El atentado ha de ser obra, por lo tanto, de sus enemigos... y cada día está más claro quiénes son.