Era un secreto a voces. Desde hacía cinco meses, cada vez más argumentos agrandaban la bola de rumores. Dominic Raab, viceprimer ministro y titular de Justicia de Reino Unido, habría cometido presuntamente acoso laboral contra varios funcionarios de tres departamentos diferentes. El primer ministro Rishi Sunak había mantenido el asunto en un segundo plano hasta que el jueves, por fin, llegó a Downing Street el informe con los resultados de la investigación.
24 horas después, Sunak sigue retrasando la publicación del informe mientras se debate entre mantener a Raab, su principal aliado en el Gobierno, o destituirlo, lo que conllevaría una reestructuración que afectaría a más ministerios.
La investigación de Adam Tolley, no obstante, no se muestra tajante sobre si Raab violó el código de conducta del ministerio. Las denuncias son claras: al viceprimer ministro se le acusa de intimidar al personal. Los testimonios también son abundantes. Sin embargo, el informe no se muestra tan concluyente como para obligar a Sunak a ejecutar su veredicto, dejando la decisión final, por tanto, en manos del primer ministro.
Dominic Raab, por su parte, sigue luchando por salvar la cabeza como sea. Él también ha tenido acceso al informe y considera que las supuestas "pruebas abrasadoras" no lo son tanto como para quemarse, por lo que no significan que deba dimitir. A pesar de todo, aún no ha recibido la llamada de su amigo Rishi Sunak para abordar el tema directamente con él.
Un portavoz de Downing Street dijo que el primer ministro había recibido el informe y estaba "considerando los hallazgos". Otro funcionario del Gobierno dijo más tarde que el informe no se publicará hasta que Sunak lo haya revisado a fondo. Es decir, hasta que haya tomado una decisión.
En la cuerda floja
El propio Sunak fue quien, al asumir el cargo, prometió que formaría un Gobierno "íntegro, profesional y responsable". Es decir, opuesto a los escándalos que habían protagonizado el período de Boris Johnson o las caóticas políticas económicas que acabaron con Liz Truss.
Sin embargo, en noviembre, tan solo un mes después de convertirse en primer ministro, comenzaron las denuncias formales contra Raab. Este dijo haberse comportado profesionalmente en todo momento, mientras que Sunak defendió inicialmente a su adjunto diciendo que no tenía conocimiento de que hubiesen ocurrido tales actuaciones.
Convencido de su inocencia, el propio fue el propio Raab quien solicitó la revisión de su comportamiento. Sunak nombró al abogado Adam Tolley para que dirigiera una investigación independiente. Recién estrenado el cargo, Sunak no podía permitirse más resbalones.
Ese mismo mes otro de sus principales ministros, Gavin Williamson, había dimitido también acusado de intimidar a sus colaboradores en el Ministerio de Educación. Y, en enero, Sunak despidió al presidente del Partido Conservador Nadhim Zahawi por haber infringido las reglas fiscales.
Por otro lado, Sunak ya se enfrenta a su propia investigación por parte del organismo de control de normas del parlamento sobre si declaró correctamente la participación accionaria de su esposa en una guardería que se beneficiará de la nueva política del gobierno.
El cese de Raab pone a Sunak en una situación compleja, ya que sería su tercer hombre de confianza caído en desgracia en apenas seis meses desde que anunciase un Gobierno limpio de escándalos. Un descenso hacia el descrédito. Raab ha prometido renunciar si se confirman las acusaciones.
Presiones para actuar
El tiempo apremia a Sunak. Los demócratas liberales de la oposición lo están acusando de "vacilar" y "retrasar" la publicación del informe. El gabinete de Presidencia avisó que emitiría un anuncio el jueves por la tarde, pero luego anuló dicho anuncio.
"Cualquier esperanza que tenía de que se pudiera hacer justicia se ha desvanecido", expresó un denunciante. Las presuntas víctimas de Raab han hablado para expresar una sospecha terrorífica para ellos: que Sunak no consiga llegar a una conclusión inminente y Raab permanezca en su cargo.
Buena parte de los conservadores vería bien esta opción, ya que la destitución de una figura tan importante en el Gobierno abriría la caja de los truenos y elevaría los riesgos de que la paz tensa de que disfrutaba el partido termine por explotar.
"Es inmensamente decepcionante que, en esta etapa tardía de la investigación, el proceso aún siga prolongándose. Se sigue priorizando la maniobra política sobre el bienestar de los servicios públicos. En este momento Sunak necesita enviar un mensaje claro y contundente sobre la decencia y los estándares de comportamiento del Gobierno. Si Raab logra aguantar, mis colegas y yo sentiremos que hemos sido completamente engañados", dijo otro de los funcionarios que denunció.
Sunak debe lidiar con las evidencias de que se haya infringido el código ministerial, que establece claramente que "no se tolerará el acoso u otro comportamiento inapropiado o discriminatorio", con las presiones de su partido.
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Cuanto más tarda, el liderazgo de Sunak se resquebraja. Angela Rayner, líder adjunta del Partido Laboralista, ha dicho que estos hechos revelan a un primer ministro demasiado centrado en su propia situación política en lugar de afrontar los problemas de los ciudadanos.
"Mientras Sunak vacila y se demora, tratando de reunir las agallas para despedir a su propio diputado, los trabajadores están luchando contra la peor crisis del costo de vida en una generación: las facturas de alimentos y las tasas hipotecarias están aumentando, los salarios se están estancando y demasiados de nosotros llevamos esperando años para recibir tratamiento médico", dijo Rayner.
Los propios 'tories' están expresando sus dudas sobre el proceder de su líder. "¿Tan difícil es tomar una decisión?", se preguntan. Algunos están pidiendo que sea Raab quien ayude al primer ministro siendo él mismo quien dé el paso para dimitir. No obstante, la imagen de Sunak está debilitada en todos los frentes: "A un primer ministro no debería costarle tanto hacer lo que es necesario".