Putin utiliza el supuesto ataque al Kremlin para dictar una sentencia de muerte contra Zelenski
El Día de la Victoria, el próximo 9 de mayo, no se celebrará en algunas regiones de Rusia donde podrían levantarse críticas por el elevado número de bajas militares rusas en Ucrania.
4 mayo, 2023 02:42Un intento de magnicidio. Esa es la acusación que el Kremlin ha lanzado este miércoles contra Ucrania después de asegurar que dos drones trataron de atacar, sin éxito, la sede de la presidencia rusa (en el corazón de Moscú) con el objetivo de asesinar a Vladímir Putin, aunque este ni siquiera se encontraba en la residencia oficial, sino en el palacio de Novo-Ogariovo, a las afueras de la ciudad.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, a quien ese supuesto asalto ha pillado de viaje en Finlandia, ha negado estar involucrado en el incidente. "No atacamos a Putin ni a Moscú. Eso se lo dejamos a los tribunales. Luchamos en nuestro territorio. Defendemos nuestras ciudades y pueblos", ha sentenciado antes de acusar a Rusia de tratar de utilizar lo sucedido como excusa para lanzar "un ataque a gran escala". A Kiev de nada le ha servido rechazar la autoría: para Moscú es el culpable directo y, por ello, "se reserva el derecho de tomar medidas de represalia donde y cuando lo considere oportuno", según han anunciado desde el Gobierno ruso.
El vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvédev, ha dado un paso más y ha instado a "la eliminación física de Zelenski y su camarilla" tras lo que considera un "atentado terrorista" que ha sido neutralizado. Según el expresidente ruso, popular por sus declaraciones fuera de tono, no necesitan al líder ucraniano "para firmar la rendición incondicional", como tampoco hizo falta que "Hitler firmara". En esta línea, Medvédev ha añadido que "siempre habrá alguien que ocupe su lugar al estilo del presidente y almirante (Karl) Dönitz", quien heredó la dirección del Tercer Reich y firmó la rendición de Alemania en la Segunda Guerra Mundial.
La marcha del Regimiento Inmortal
Más allá de la retórica con la que Moscú ha tratado de justificar desde el principio su invasión a Ucrania y que se basa en calificar de nazis a los ucranianos, la comparación entre Zelenski y el dictador alemán no es arbitraria. Tampoco lo es ese supuesto ataque con drones justo en un momento delicado: el próximo martes 9 de mayo los rusos celebran el Día de la Victoria. Esta festividad conmemora la victoria soviética sobre el nazismo en Europa. Ese día, el país se llena de desfiles y canciones en la que es una gran celebración patriótica.
Este año, sin embargo, la fiesta será descafeinada. En varias regiones, como las de Kursk y Belgorod, que limitan con Ucrania, o en la península de Crimea, ilegalmente anexionada en 2014, no habrá celebración. Marchas tradicionales, como la del Regimiento Inmortal, pilar central de la jornada en la que los ciudadanos desfilan con retratos de los familiares que murieron en la Segunda Guerra Mundial, tendrá "un formato diferente". Y es que las autoridades han instado a los rusos a poner las fotografías en los coches, en las casas y en las redes sociales en vez de llevarlas al desfile.
El motivo que ha dado el Gobierno ruso para tomar estas "precauciones" es que hay "un mayor riesgo de amenaza terrorista" y para "no provocar" al ejército ucraniano. En esta línea, los ataques con drones sobre el Kremlin, unidos a una bomba que hizo descarrilar un tren de mercancías hace unos días en la región fronteriza de Briansk, sirven a Putin para justificar las medidas de seguridad instauradas para este 9 de mayo.
No obstante, podría haber otra explicación. Durante una década, el líder ruso ha utilizado la jornada para exhibir poderío militar y para avivar los sentimientos de los nacionalistas rusos. Pero en pleno conflicto con el país vecino, esta vez la jugada podría salirle mal. "Un ataque con drones ucranianos en la Plaza Roja durante el desfile militar del Día de la Victoria sería humillante para Putin, pero parece más probable que esté preocupado por la posible humillación de miles de civiles que marchan con los retratos de sus hijos y esposos caídos en Ucrania", escribía en The Guardian, Samantha de Bendern, miembro asociado del Programa de Rusia y Eurasia en Chatham House.
[Las claves de la masacre de Makíivka: el cambio de año, la munición guardada y los misiles HIMARS]
El Kremlin ha acallado una y otra vez las voces disidentes con medidas represivas desde el incio de la guerra. Sin embargo, desde que Putin anunció la "movilización parcial" el septiembre pasado, las críticas por el elevado número de bajas entre las tropas rusas no han dejado de aumentar. Basta recordar cómo la ira se reavivó en las calles de Rusia tras la matanza de Makiivka, una localidad en el este de Ucrania que en Nochevieja se convirtió en la tumba de unos 400 militares rusos. Y es que no son sólo soldados profesionales o mercenarios del Grupo Wagner los que mueren en el frente, sino jóvenes obligados a alistarse cuyas familias no han dudado en mostrar en público su desgarro, su desesperación y su dolor.
Las cifras sobre los caídos rusos en la guerra de Ucrania bailan. Si bien la oficial apunta a menos de 6.000 bajas militares, Kiev estima que son 150.000. Hay cálculos que incluso llegan a sugerir que habrían muerto unos 60.000 combatientes rusos. Esta misma semana, Estados Unidos situaba en 20.000 los rusos muertos en el terreno sólo desde diciembre y en 80.000 los militares heridos.
La mayoría de estas bajas, según detalló en una rueda de prensa el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, habrían sido en la localidad de Bakhmut, principal punto caliente de la guerra desde finales de 2022 que se ha convertido en una "carnicería" con centenares de muertos en un bando y en el otro, y en el que nadie ha logrado avances significativos. Sería esa sangrienta y feroz batalla la que habría disparado en los últimos meses el número de muertos. Una cifra que -siempre según los funcionarios estadounidenses- podría seguir aumentando de cara a la gran contraofensiva de primavera que las fuerzas ucranianas preparan para recuperar el territorio ocupado.
Con todo, las restricciones que Putin ha impuesto para el Día de la Victoria parecen tener más que ver con el control de la narrativa oficial de la guerra en un momento de flaqueza que con que Moscú no sea capaz de defender sus cielos.