Pese a la "amistad sin límites" que firmaron Moscú y Pekín justo antes del estallido de la guerra de Ucrania, Xi Jinping no se dejará arrastrar por un eventual fracaso de Vladímir Putin. La derrota del Kremlin (que al fin y al cabo es el eslabón débil en esta alianza) no frenará la ambición de China de convertirse en la primera superpotencia mundial, sino que al contrario podría darle impulso para seguir avanzando en sus pretensiones, según avisa Josep Borrell.
El jefe de la diplomacia comunitaria aboga por "recalibrar" (eufemismo de endurecer) las relaciones entre la UE y China y definir una "estrategia coherente" que ponga fin a la cacofonía de voces discordantes que se observó en el reciente peregrinaje de líderes europeos a Pekín. Su documento de propuestas se ha discutido por primera vez este viernes en la reunión informal de ministros de Exteriores de los 27 celebrada en Estocolmo.
Si en 2019 Bruselas clasificó a China a la vez como socio, competidor económico y rival sistémico, "es obvio que en los últimos años el aspecto de rivalidad se ha vuelto más importante", dice Borrell en una carta dirigida a los ministros. Pese a ello, el Alto Representante sostiene que la UE debe mantener el diálogo con Pekín. "Primero, por su influencia en el mundo. Segundo, porque China está aquí para quedarse", escribe.
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"El problema de China es mucho más complejo que el de Rusia. A diferencia de Rusia, China es un verdadero actor sistémico. Rusia representa el 1% del producto nacional bruto (PNB) mundial, mientras que China se acerca al 20% y su PNB será el más alto del mundo en tan solo unos años", avisa el jefe de la diplomacia comunitaria.
Para Borrell, la ambición de Pekín es "claramente construir un nuevo orden mundial con China en el centro, convirtiéndose en la primera potencia mundial, simbólicamente en 2049, centenario de la creación de la República Popular de China". "Una derrota rusa en Ucrania no hará descarrilar la trayectoria de China. China conseguirá aprovecharse geopolíticamente de ella", argumenta.
En todo caso, el Alto Representante admite que el futuro de la relación depende del papel que finalmente juegue Xi en la guerra en Ucrania. El plan de paz del presidente chino no hace sino confirmar la posición prorrusa de Pekín, ya que en ningún momento llama a la retirada de las tropas del Kremlin pese a su insistencia en la integridad territorial. Al mismo tiempo, la reciente llamada de Xi al presidente ucraniano es para la UE una señal positiva.
"La UE está dispuesta a dialogar seriamente con China en este tema crucial y da la bienvenida a todos los movimientos genuinamente positivos provenientes de China con el objetivo de encontrar una solución", escribe Borrell. "Las relaciones entre la UE y China no se desarrollarán si China no presiona a Rusia para que se retire de
Ucrania", insisten.
En cuanto al conflicto por Taiwan, el jefe de la diplomacia comunitaria advierte de que "la UE debe estar preparada para escenarios en los que las tensiones aumenten de forma significativa". Al mismo tiempo, los europeos deben intensificar el diálogo tanto con Pekín como con Washington con el fin de rebajar la temperatura y garantizar que se mantenga el statu quo.
En materia económica, Borrell reclama "reducir los riesgos y las dependencias excesivas", apostando por la diversificación de las cadenas de suministro, especialmente en los sectores que tienen que ver con la seguridad. Al mismo tiempo, el Alto Representante apuesta por "revitalizar el sistema multilateral" y avisa de que Europa no se beneficiaría de una ruptura total que genere "dos ecosistemas tecnológicos desconectados".