El adelanto de Sánchez desdibuja la presidencia española y complica el fin de legislatura en la UE
La parálisis en España podría poner en riesgo la aprobación de normas fundamentales como la reforma del mercado eléctrico o las nuevas reglas fiscales.
31 mayo, 2023 03:17Pedro Sánchez había diseñado la presidencia del Consejo de la Unión Europea (que por estricto turno le corresponde a España entre el 1 de julio y el 31 de diciembre de 2023) como un elemento central de su campaña para unas elecciones generales en principio previstas para fin de año. El escaparate ideal para resaltar su perfil más favorecedor: el de estadista europeo que se desenvuelve como pez en el agua en las cumbres internacionales con un inglés más que fluido.
Tras la debacle del PSOE el 28-M, el presidente del Gobierno no ha dudado en achatarrar todos estos planes con un adelanto electoral de supervivencia para el 23 de julio, que ha causado sorpresa y una cierta inquietud en Bruselas. Unas elecciones anticipadas que desdibujan la presidencia española y complican el final de legislatura en la Unión Europea y la resolución de expedientes difíciles y vitales para nuestro país como la reforma de las reglas de disciplina fiscal, el Pacto Europeo de Migración o la reforma del mercado eléctrico.
"Sánchez se está jugando su propia vida política pero también está jugando con la capacidad de España de influir en estas importantes decisiones que deben tomarse durante la presidencia española. Todavía le puede salir bien si gana, porque estará en mejor posición para hacer valer el punto de vista del Gobierno español en estas negociaciones en la UE. Pero puede perder, o puede haber un periodo de inestabilidad política, lo que obviamente disminuirá la influencia de España en estos expedientes", explica a EL ESPAÑOL Jacob Kirkegaard, investigador principal en el German Marshall Fund.
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"España está en condiciones de asegurar el normal funcionamiento de la presidencia rotatoria de la Unión Europea", ha asegurado en Bruselas el ministro de Agricultura, Luis Planas. Es el mensaje que ha trasmitido también a sus homólogos el secretario de Estado para la UE, Pascual Navarro, durante la reunión del Consejo de Asuntos Generales de este martes. Sin embargo, Navarro, siempre atento con los periodistas, se ha negado esta vez a hablar con los corresponsales en una evidente muestra de incomodidad.
"Hay expedientes legislativos importantes que se están discutiendo en el Consejo de la UE y en la Eurocámara. Y estaremos en contacto con las autoridades españolas para garantizar que, independientemente del contexto político en España antes y después de estas elecciones, el trabajo legislativo de la UE pueda seguir su curso con normalidad", ha dicho el portavoz de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen.
Sánchez todavía tendrá posibilidades de exhibir músculo europeo en las primeras semanas de julio, coincidiendo con la campaña electoral. Primero con la visita a Madrid de la presidenta Ursula von der Leyen y el colegio de comisarios, un ritual que se repite en todas las presidencias. Después participará en la cumbre de la OTAN en Vilna (Lituania) el 11 y 12 de julio, y presentará las prioridades de la presidencia española en un discurso ante el pleno de la Eurocámara el 13 de julio. El plato fuerte para el presidente del Gobierno será sin duda la cumbre entre la Unión Europea y América Latina, que tendrá lugar en Bruselas el 17 y 18 de julio.
A partir de ahí, lo que preocupa en Bruselas es el riesgo de parálisis en la UE mientras se forma un nuevo Gobierno en España, justo en la complicada recta final de la legislatura comunitaria. Las elecciones europeas ya están convocadas para entre el 6 y el 9 de junio de 2024 y las leyes que no se acuerden antes de fin de año tienen muchas posibilidades de decaer. "Si Sánchez es reelegido, reivindicará su posición y continuará con sus políticas europeas. Por otro lado, puede haber un cambio de Gobierno que requiera tiempo y que se traduzca en menos estabilidad", explica un diplomático europeo.
Otros analistas y diplomáticos minimizan el impacto del adelanto electoral. Al fin y al cabo, la presidencia rotatoria de la Unión Europea ha quedado relegada a un papel eminentemente técnico desde la entrada en vigor del Tratado de Lisboa en 2009. Ya no ostenta la representanción exterior (lo hace el jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell), ni dirige las cumbres (potestad del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel). Sus funciones se limitan ahora a fijar la agenda de las reuniones ministeriales (que viene determinada en gran medida por las propuestas que presenta la Comisión y los acontecimientos) y a buscar acuerdos aceptables para todos los socios.
Además, las presidencias rotatorias elaboran su programa de prioridades en tríos, lo que aún limita más su margen de maniobra: a España le ha tocado con Bélgica (primer semestre de 2024) y Hungría (segundo semestre de 2024). "Las elecciones en España no deberían tener un gran impacto. El programa está preparado desde hace meses. La presidencia debe ejercer de mediador imparcial (honest broker) para facilitar acuerdos. Su papel tiene que ser neutral y por tanto no está sujeto a politización. Pero será interesante ver qué pasa", señala a este periódico otro diplomático de un país nórdico.
"El impacto a nivel técnico del adelanto electoral no va a ser demasiado grande porque las grandes líneas de la presidencia serían muy similares si tuviésemos al presidente Feijóo. La visión europea de Sánchez y de Feijóo no difieren demasiado, por ejemplo respecto a la política de la UE hacia Amércia Latina", opina Camino Mortera-Martínez, jefa de la oficina en Bruselas del Centre for European Reform.
No es infrecuente que se celebren elecciones en el país que ocupa la presidencia de turno de la UE. La última vez que ocurrió fue durante la presidencia francesa del primer trimestre de 2022: Emmanuel Macron revalidó su mandato tras derrotar por segunda vez a Marine Le Pen en abril de ese año. El presidente francés había concentrado la mayoría de su programa al frente de la UE durante el primer trimestre del año.
Pero sólo hay dos casos en los que se haya producido un cambio de signo político en el Gobierno en plena presidencia de la UE. La primera vez ocurrió durante la presidencia italiana en el primer semestre de 1996: el Gobierno del tecnócrata Lamberto Dini cayó tras perder el apoyo de Silvio Berlusconi y en las elecciones de abril ganó una coalición de centroizquierda liderada por Romano Prodi, que después sería presidente de la Comisión.
El segundo caso fue el de la presidencia checa durante el primer semestre de 2009. El entonces primer ministro, el conservador euroescéptico Mirek Topolánek, dimitió el 24 de marzo tras salir derrotado de un voto de confianza en el Parlamento. Fue sustituido por el tecnócrata Jan Fischer, que dirigió un Gobierno provisional de gesión el resto de la presidencia. Ambas presidencias se recuerdan en Bruselas como ineficaces y caóticas.