El presidente ruso, Vladimir Putin, ha iniciado una ronda de contactos para tratar de encontrar una salida a la crisis abierta por el lider del grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin. Tras su alocución al país en la que ha calificado la rebelión del grupo de mercenarios como una “puñalada por la espalda”, ha descolgado el teléfono para buscar el apoyo de algunos países aliados, entre los que se encuentra Turquía.
Según fuentes de la Presidencia turca, citadas por la agencia Reuters, el presidente Recep Tayyip Erdogan se puso al otro lado de la línea con Putin. De la conversación ha trascendido que el líder turco le mostró su disposición a “ofrecer su ayuda para buscar una salida pacífica a la situación”. Erdogan le instó a su colega ruso a “actuar con sentido común”.
La respuesta es lo suficientemente ambigua como para esperar el desarrollo de los acontecimientos antes de tomar partido. Pero el simple hecho de que Ankara reconozca que ha habido conversaciones y que su país se implique en el conflicto abierto en Moscú es suficientemente relevante.
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Las relaciones entre ambos países no han sido precisamente idílicas en el pasado reciente. Durante los primeros años de la guerra en Siria, Turquía y Rusia defendían intereses contrapuestos. Una tensión que se vio agravada en 2016 con el asesinato del embajador ruso en Ankara, Andréi Karlov, que fue tiroteado en una galería de arte.
En los últimos años, sin embargo, Erdogan y Putin se han ido acercando. Turquía asumió que Bachar Al Asad había ganado la guerra en Siria y, aunque el presidente turco defiende la integridad territorial de Ucrania, ha protagonizado varias intentonas para ejercer como mediador entre Moscú y Kiev. Turquía es la potencia más importante implicada en la crisis que se ha abierto en Rusia y además afianza su papel como actor geoestratégico de primer orden.
Irán y satélites de Rusia
Erdogan no ha sido el único en recibir este sábado una llamada del Kremlin. Putin está en contacto con las autoridades iraníes, que también se han postulado como mediadores en los últimos años en diferentes conflictos en los que se ha visto implicada Rusia. Los medios oficiales iraníes aseguran que su Gobierno apoya “el imperio de la ley” en Moscú, lo que se traduce en un apoyo al Ejecutivo de Vladimir Putin.
Bielorrusia, Uzbekistán y Kazajistán también han mostrado su respaldo al presidente ruso, que ha hablado con sus respectivos líderes. Todos estos países, antiguos integrantes de la Unión Soviética, están controlados por gobiernos afines a Moscú y son tradicionales aliados de Putin.
Tras su aislacionismo con Occidente y su relación cercana a China, que tampoco ha mostrado nunca un apoyo rotundo a Rusia tras la guerra desencadenada en Ucrania, estos son los apoyos con los que puede contar ahora mismo el jefe del Kremlin. Según analistas internacionales, su futuro ahora mismo estaría más bien en manos de los designios de sus militares más cercanos.
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Expectación en Occidente
En Ucrania celebran la vía de agua abierta en Moscú y esperan que el conflicto interno pueda favorecer a sus intereses para recuperar el control en diferentes zonas del país, como expresó el propio Volodymir Zelenski.
Mientras, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, aseguró que su país está “en constante coordinación con el resto de aliados para evaluar la situación”. Washington ha sido el principal suministrador de armas a Ucrania desde que comenzó la guerra.
Desde la Unión Europea, el resto de países también reconocen que están siguiendo de cerca la situación, a la espera de cómo salga Putin del conflicto abierto desde dentro.