La guerra entre Ucrania y Rusia continúa con su lenta escalada armamentística. Aunque el líder ucraniano, Volodímir Zelenski, lleva meses pidiendo a Occidente -con escaso éxito- más munición y armas de alto poder destructivo como cazas y carros de combate, ahora Estados Unidos sí dará un paso adelante: entregará bombas de racimo para que pueda defenderse de la invasión de Putin y continuar la contraofensiva de verano.
Según informan medios internacionales, el presidente estadounidense, Joe Biden, anunciará en las próximas horas que el nuevo paquete de ayuda militar que van a enviar a Ucrania incluirá este tipo de munición.
Un portavoz del Pentágono señaló que la Casa Blanca estaba considerando enviar bombas de racimo del tipo DPICM (Municiones mejoradas convencionales de doble propósito, por sus siglas en inglés), pero solo de aquellas que tienen un porcentaje de fallo del 2,35%.
Además de esta munición, se espera que EEUU envíe ayudas valoradas en 800 millones de dólares. Esto incluye los famosos sistemas de artillería móvil HIMARS y otros vehículos terrestres como los Bradley y Stryker.
Hay que tener en cuenta que el panorama estratégico está cambiando en la guerra, que ya se acerca al año y medio de duración. El motín del Grupo Wagner al que se enfrentó el régimen ruso hace dos semanas ha mostrado la debilidad de Putin sobre el terreno. Así, algunos analistas consideran que puede ser el mejor momento para que Ucrania aseste un golpe en la mesa y acelere una contraofensiva que ha logrado escasos avances pese a llevar varias semanas en marcha.
Un arma muy discutida
Se trata de una clase de bombas que se usó por primera vez en la Segunda Guerra Mundial y que ha sido ampliamente discutida desde entonces. La razón: que al ser disparadas se dispersan sin control, de forma que no permite atacar objetivos concretos y tienden a causar bajas civiles o producir incendios.
De hecho, en 2008 se firmó la Convención sobre Municiones de Racimo, un tratado internacional que prohibía las bombas de racimo. Desde entonces, más de un centenar de países han ido ratificando su compromiso con el tratado, pero ni Estados Unidos, ni Ucrania ni Rusia se encuentran entre ellos.
En este sentido, la ONG Human Rights Watch (HRW) ha denunciado hoy en un comunicado el uso de bombas de racimo por parte de Rusia y Ucrania y en el que pide también a Estados Unidos que no envíe este tipo de municiones a sus aliados ucranianos, que se las solicitan a Washington desde hace meses.
"Las fuerzas ucranianas han utilizado munición de racimo que ha causado la muerte y heridas serias a civiles. Las fuerzas rusas han usado de manera extensiva munición de racimo, causando numerosas muertes de civiles y heridas graves", señala el comunicado de la organización pro derechos humanos.
El comunicado de la ONG ha provocado la indignación del asesor de la oficina presidencial ucraniana Mijailo Podoliak: "Los 'activistas por los derechos humanos’ lanzan una agresiva campaña de lobby… no para expulsar a Rusia de Naciones Unidas, sino para torpedear el suministro de armas a Ucrania", ha tuiteado.
Nuevas armas de Bulgaria
Mientras llega la nueva ayuda militar de Ucrania, Zelenski ha conseguido este jueves un acuerdo con Bulgaria para que este país le envíe ayuda militar de corte defensivo.
Aunque no ha entrado en detalles, el primer ministro búlgaro, el reformista proeuropeo Nikolaj Denkov, ha apuntado que la nueva asistencia incluye entrenamiento y atención médica para soldados ucranianos.
"Es un paquete defensivo, no ofensivo, para que los padres puedan proteger a sus hijos. Si hablamos de artillería, cubre una cierta distancia que no llega al territorio de Rusia, para evitar que (los rusos) vuelvan a Ucrania", apuntó Zelenski en una rueda de prensa durante su visita a la capital búlgara.