Un soldado ucraniano a la entrada de Robotyne.

Un soldado ucraniano a la entrada de Robotyne. Redes sociales

Europa

Ucrania logra romper la primera línea de defensa rusa en Zaporiyia tras penetrar en Robotyne

Kiev continúa con su estrategia de desgaste a las tropas rusas para penetrar poco a poco en sus líneas de defensa, acercándose a Tokmak, centro de operaciones del ejército ruso en Zaporiyia.  

12 agosto, 2023 02:46

Nunca pasa nada… hasta que pasa. Y entonces las consecuencias se pueden precipitar. A eso juega Ucrania en esta contraofensiva de verano, y lo que hemos visto esta semana en el entorno de Robotyne, entre las ciudades de Orikhov y Tokmak, en la región de Zaporiyia, puede suponer un punto de inflexión en las hostilidades.

Después de semanas de intensas batallas por conquistar el villorrio -apenas 500 habitantes al empezar la guerra-, Ucrania ha conseguido superar los terrenos minados, la resistencia en las trincheras, el bombardeo de helicópteros y drones rusos para romper por primera vez la temida “primera línea fortificada” del ejército de Putin.

El simbolismo de la toma casi completa de Robotyne reside exactamente en su condición de terreno protegido y supuestamente a salvo de los avances ucranianos. Hasta ahora, el ejército de Zelenski y Zaluzhny se había limitado -y no es poca cosa- a avanzar justo hasta esa primera línea defensiva rusa de minas, trincheras y nidos de ametralladoras. Los más pesimistas afirmaban que si Ucrania no era capaz ni de pasar esa primera línea, era imposible imaginar siquiera que superara las siguientes.

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Pues ya está, las tropas de liberación ya han superado esa primera barrera y lo ha hecho ni más ni menos que en Zaporiyia, donde empezó la ofensiva y donde los rusos llevan esperando meses. El avance desde Orikhov es de casi 20 kilómetros hacia el sur.

La protegidísima Tokmak, centro de operaciones del ejército ruso en la región, queda a 30 por la T0408. Parece poco, pero es muchísimo. Casi todas las fuerzas rusas en el sur de Ucrania se concentran en torno a esa ciudad y a Vasiliivka. Liberar cualquiera de las dos ciudades supondría el principio del fin de la guerra para el ejército ucraniano.

¿Refuerzos desde Donetsk?

Más allá del simbolismo -del “sí se puede”, por decirlo de alguna manera-, está la realidad estratégica. Rusia tiene que parar cuanto antes el avance ucraniano en Zaporiyia. Mandarán tropas y tropas para echar al enemigo de Robotyne y obligarle a recular. El asunto aquí es de dónde las sacarán.

Con las líneas de comunicación entre Crimea y el sur de Zaporiyia afectadas por los daños producidos en los puentes del Kerch y de Chongar, más la necesaria protección que siempre debe reservarse a las ciudades clave de Melitopol, Berdiansk y Mariúpol, lo normal es que Rusia recurra a sus tropas desplegadas en el este -Donetsk- o en el oeste -Jersón-. Ambas opciones presentan dificultades.

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En el primer caso, Rusia se ha empeñado en no ceder la localidad de Urozhaine, en el saliente de Vremievsky, ni Bakhmut, por su importantísimo valor sentimental. Aunque sus tropas están rodeadas y pese a que hace tiempo que el ejército ucraniano domina los terrenos en alto en los flancos de ambas ciudades, Moscú se empeña en mandar más y más hombres.

No es algo que inquiete a Ucrania, pues su estrategia no pasa por conquistar terreno, sino por dañar al enemigo todo lo posible. No hay prisa en recuperar Bakhmut ni en avanzar por el saliente, siempre que la recompensa sea convertir al ejército ruso en el objeto de un ejercicio de tiro.

Si estas tropas se movieran hacia el oeste para proteger Tokmak, necesariamente dejarían las dos ciudades desamparadas. Ucrania podría, ya sí, entrar sin problemas y mantener la presión sobre Mariúpol, por un lado, y sobre Donetsk capital, por el otro. Recordemos que el territorio disputado de Vuhledar, esa inmensa llanura, queda casi a medio camino entre ambas ciudades claves del Donbás prorruso.

La amenaza desde el Dniéper

La otra alternativa es enviar refuerzos desde Jersón, pero aquí nos encontramos con un doble problema para Gerasimov y los suyos: por un lado, no está nada claro qué tipo de tropas se encuentran en el sur de Jersón. La creencia es que se trata de soldados con muy poca experiencia, llamados a hacer bulto más que otra cosa, ya que el alto mando ruso estaba convencido de que el río Dniéper les serviría de defensa natural ante un posible ataque desde el norte y con eso iba a bastar.

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Incluso en el caso de que en el sur de Jersón haya importantes batallones bien armados, bien formados y con experiencia, no está nada claro que este sea el mejor momento para moverlos de ahí, una vez se confirmó el pasado miércoles la presencia de tropas ucranianas en torno a la localidad de Kozachi Laheri, en el lado sur del río.

Si Ucrania consigue establecer una cabeza de puente sólida en esa área, podría avanzar hacia el sur -complicado, pues es un terreno lleno de marismas y pronto llegará el frío del otoño-invierno-; o hacia el este, siguiendo el curso del río, hasta la presa volada de Nova Kajovka y, más allá, la central nuclear de Energodar.

En ese sentido, se ha informado en redes sociales de ataques sueltos en las cercanías de la ciudad de Kajovka, al este incluso de la presa, aunque no hay confirmación visual de los mismos.

Sí la hay de la llegada de las tropas anfibias formadas en Reino Unido y que podrían ser clave en un eventual cruce del río en otras zonas si Rusia tiene que descuidar la vigilancia de su lado del Dniéper por tener que tapar agujeros en otros lados. Es la representación gráfica de la estrategia ucraniana: mover al contrario de lado a lado hasta que deje un hueco… y cuando ese hueco quede al descubierto, entrar sin contemplaciones. Hasta entonces, calma y prudencia. Le pese a quien le pese.