El día de su boda, concedió un vals vienés a Vladímir Putin. Era 2018, y se codeaba con el presidente ruso como ministra de Exteriores de Austria, puesto que ocupaba desde el año anterior y en el que se mantuvo hasta 2019. Pero aquella amistad, incipiente pero intensa, ha perdurado después del cargo de Karin Kneissl, y ha devenido una alianza íntima y polémica entre el Kremlin y la exministra del populista Partido de la Libertad (FPÖ).

Ahora, la exministra austriaca se trasladará a San Petersburgo para dirigir presencialmente una especie de think tank dependiente de la universidad de la ciudad. El centro Gorki ―acrónimo en ruso del Observatorio Geopolítico para las Cuestiones Clave de Rusia en la Universidad de San Petersburgo― está "afiliado al Estado", según el diario alemán Welt

"Como hay mucho trabajo allí y requiere mucha atención, no puedo hacerlo de pasada, decidí trasladarme a San Petersburgo para este trabajo", declaró Kneissl a la Agencia TASS a su llegada a Rusia. Su viaje se efectuó desde la base militar rusa en Hmeimim, al norte de Siria, donde se encontraba. Allí, ella y sus dos ponis fueron recogidos por un avión militar Il-76 que los trasladó a la región de Leningrado.

[Putin asiste a boda de una ministra austríaca en una controvertida visita]

La agencia de periodismo de investigación rusa The Insider cita una publicación de Telegram del 7 de septiembre, en la que el canal Fighterbomber daba cuenta de la escena: "En Artek [nombre oficioso de la base aérea de Hmeimim], en lugar de un escuadrón heroico, los camaradas aviadores se cargan de ponis. Si el país realmente necesita ponis, vuelen con ponis, pero digan de quién son". 

Estos días, la austriaca ha aparecido como participante en el Eastern Economic Forum de Vladivostok, ciudad del Lejano Oriente ruso donde Putin se ha reunido esta semana con su homólogo norcoreano, Kim Jong-Un. En Vladivostok, Kneissl se ha mostrado crítica con el comportamiento de Austria hacia Rusia tras el inicio de la guerra, que ha tildado de "esquizofrénico".

La exministra de Exteriores austriaca, Karin Kneissl, baila con Vladímir Putin el día de su boda, en 2018.

"La política y la opinión pública austriacas no se cansan de condenar a Rusia", dijo, y añadió que quienes siguen manteniendo vínculos comerciales con Moscú son tachados de "ganar dinero sangriento". En el mismo evento, ha denunciado que Austria traiciona a Rusia y que ella misma es "una especie de daño colateral". Respecto a Putin, afirma: "Creo que reúne todas las condiciones para ser un líder muy serio. Para dirigir un país tan grande durante 23 años, hay que tener ciertas cualidades. Así que le respeto por ello".

En 2020, Kneissl abandonó Austria por primera vez debido a "amenazas constantes", y desde entonces se ha confirmado su cercanía al régimen ruso. De febrero de 2021 a mayo de 2022, Kneisl también fue miembro del consejo de administración del gigante petrolero Rosneft.

Dejó el puesto por miedo en 2022, una vez empezó la invasión de Ucrania, por miedo a ser sancionada. En ese momento, también volvió a dejar su país natal. La decisión se debió a las numerosas amenazas de muerte recibidas entonces, según revelaron en su día fuentes cercanas al asunto al diario estadounidense The Washington Post.