Desde el estallido de la guerra de agresión de Rusia, el Gobierno de derecha radical de Polonia se había hecho perdonar en Bruselas sus ramalazos autoritarios gracias a su firme apoyo a Ucrania. El primer ministro Mateusz Morawiecki (del partido Ley y Justicia, aliado de Vox en la Eurocámara) se convirtió en el principal padrino de Volodímir Zelenski en la UE, hasta el punto de dar lecciones y abroncar al resto de socios por ser demasiado lentos en la entrega de armas a Kiev o demasiado tibios en las sanciones a Moscú. Una posición que llevó además a Varsovia a poner fin a su alianza "iliberal" de Varsovia con la Hungría de Viktor Orbán, que nunca ha roto del todo con Moscú.
Aunque siempre se había opuesto a las cuotas migratorias en la UE, Polonia acogió con los brazos abiertos a más de tres millones de refugiados ucranianos tras el inicio del conflicto. Todo ello hizo que la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, aprobara el plan de recuperación presentado por Varsovia para acceder a los 35.400 millones de fondos Next Generation que le corresponden, pese a no haberse resuelto los problemas sistémicos en materia de Estado de derecho en el país (en particular los ataques del Gobierno a la independencia del poder judicial).
Todo el crédito que había recuperado Polonia al convertirse en una especie de brújula moral de la UE en la guerra de Ucrania se está esfumando en cuestión de días. El Gobierno de Ley y Justicia ha prohibido de forma unilateral las importaciones de cereales ucranianos, pese a que Bruselas asegura que ya se han resuelto las distorsiones en el mercado. Tras las críticas de Zelenski, Morawiecki ha anunciado este jueves que paraliza la ayuda militar a Kiev. "Vamos a dejar de entregar armas a Ucrania, porque ahora vamos a dotar a Polonia de armas más modernas", se ha justificado.
[Polonia deja de entregar armamento a Ucrania tras el conflicto por las importaciones de cereales]
La impresión general en Bruselas es que el Gobierno radical de Ley y Justicia está dispuesto a todo para ganar las elecciones legislativas del próximo 15 de octubre, incluso hasta el punto de sacrificar a Ucrania.
"Al principio de la guerra, Polonia ha ganado crédito ante la Unión Europea y el resto de la comunidad internacional: ha estado en primera línea en la defensa de Ucrania y ha acogido a millones de refugiados. Eso ha relanzado la colaboración entre Varsovia y la Comisión, que se había enfriado por los problemas en materia de Estado de derecho", explica a EL ESPAÑOL Sébastien Maillard, consejero especial del Instituto Jacques Delors.
"Pero ahora Varsovia ha ido demasiado lejos con este chantaje de no enviar más armas a Ucrania. Está provocando la división de Europa y haciendo un favor a Vladímir Putin. Además, el viaje de Varsovia se produce en un momento en que la contraofensiva ucraniana está pasando apuros. Sabemos que el Gobierno polaco lo hace por motivos puramente electorales, porque hay elecciones el 15 de octubre y quiere conservar el voto agrícola. Va a privar a Kiev de armas por motivos electoralistas, lo que le convierte en un socio no fiable para defender a Ucrania", subraya Maillard.
El jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, ha restado importancia al viraje de Polonia y ha asegurado que la UE seguirá prestando apoyo militar a Zelenski. "No nos corresponde a nosotros comentar lo que Polonia ha anunciado que pretende hacer con su contribución bilateral y voluntaria a la legítima defensa de Ucrania frente a la agresión. Lo importante es que la política de la UE hacia Ucrania no va a cambiar. El apoyo de la UE a Ucrania sigue siendo firme en todos los frentes: político, humanitario, diplomático y militar", ha dicho su portavoz, Peter Stano.
En cuanto a los cereales ucranianos, Bruselas ha venido dando cobertura a las exigencias de Polonia y otros cuatro países (Hungría, Eslovaquia, Rumanía y Bulgaria). El pasado mayo introdujo medidas restrictivas para evitar una avalancha de importaciones que hundiera los precios para los agricultores del Este y aprobó un paquete de ayudas de 100 millones de euros.
Ante las crecientes protestas de Kiev, el Ejecutivo comunitario decidió el pasado 15 de septiembre levantar todas las restricciones por considerar que "han desaparecido las distorsiones del mercado en los cinco Estados miembros limítrofes con Ucrania". Sin embargo, el Gobierno de Ley y Justicia ha decidido reintroducir su veto a los cereales ucranianos de forma unilateral (junto a Eslovaquia y Hungría), provocando un conflicto diplomático con Ucrania, que quiere llevar el caso ante la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Bruselas sopesa ahora iniciar un expediente sancionador contra Varsovia por vulnerar la legislación comunitaria, ya que la política comercial es competencia "exclusiva" de la UE. "La Comisión se reserva el derecho, si es necesario, de lanzar un procedimiento sancionador contra los países que han introducido vetos unilaterales. Pero nuestro objetivo es encontrar una solución constructiva", asegura la portavoz de Comercio, Miriam García Ferrer.