Máxima expectación en Bruselas por las elecciones parlamentarias que se celebran este domingo en Polonia, cuyos resultados aguardan con inquietud los líderes europeos. Unos comicios trascendentales no sólo para el futuro de las relaciones entre la Unión Europea y Varsovia, sino también para el apoyo occidental a Ucrania frente a la guerra de agresión de Rusia.
Los más de 29 millones de polacos convocados a las urnas deben escoger entre dar un tercer mandato al Gobierno de derecha radical y nacionalista de Ley y Justicia (de la misma familia política que Vox), que ha protagonizado un enfrentamiento abierto y constante con Bruselas por su deriva autoritaria; o bien cambiar totalmente el rumbo con la Plataforma Cívica de Donald Tusk (adscrita al Partido Popular Europeo) que fue presidente del Consejo Europeo entre 2014 y 2019 y cuya victoria significaría el regreso de Polonia al núcleo duro de la UE.
Todos los sondeos otorgan la victoria a Ley y Justicia (cuyo candidato es el actual primer ministro Mateusz Morawiecki) con alrededor del 37% de los sufragios, un porcentaje que está lejos del 43% logrado en los anteriores comicios de 2019 y no le garantiza una mayoría suficiente para gobernar. Por su parte, la Plataforma Cívica de Tusk se sitúa en una franja alrededor del 30%.
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La llave del Gobierno la tendrán por tanto con toda probabilidad los partidos minoritarios: la Tercera Vía, una alianza de partidos de centroderecha a la que las encuestas le otorgan el 11% de los votos; la Nueva Izquierda (10%), y el partido de extrema derecha Confederación (10%).
Dependiendo del resultado de las urnas, Tusk podría formar un Gobierno de coalición europeista con las dos primeras fuerzas, mientras que el único aliado posible para Morawiecki es el ultra Confederación, lo que decantaría su Gobierno hacia posiciones todavía más euroescépticas y contrarias a apoyar a Ucrania.
La campaña se ha desarrollado en un ambiente de alta crispación, que se evidenció en el único debate electoral celebrado el pasado lunes en la televisión pública. Allí, Tusk criticó la ausencia del presidente de Ley y Justicia, Jaroslaw Kaczynski, que según sostiene es el auténtico poder en la sombra en Polonia.
El líder de la Plataforma Cívica tachó a Morawiecki de "Pinocho mentiroso". Por su parte, Morawiecki se refirió despectivamente a Tusk y su equipo como "banda de los pelirrojos" y le acusó de tener un "corazón de piedra" durante su etapa como primer ministro entre 2007 y 2014.
En su enfrentamiento también hay un fuerte componente personal. Morawiecki trabajó para Tusk como asesor económico entre 2010 y 2012. Y el choque entre Tusk y Kaczynski se remonta a la época en la que ambos militaban en el sindicato Solidaridad, decisivo en la caída del comunismo.
El líder de Ley y Justicia acusa además a Tusk de estar detrás del accidente de avión que costó la vida en 2010 a su gemelo Lech, entonces presidente de Polonia, aunque todas las investigaciones le han exonerado. El líder de Solidaridad, Lech Walesa, apoya a Plataforma Cívica en estas elecciones.
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En campaña electoral, Tusk ha prometido desbloquear los 35.400 millones de fondos Next Generation que corresponden a Polonia, que la UE mantiene congelados por considerar que las reformas promovidas por Morawiecki ponen en riesgo la independencia del poder judicial y el Estado de derecho.
Desde la llegada al poder de Ley y Justicia en 2015, Bruselas y Varsovia se han enfrentado de forma constante también por la libertad de prensa, los derechos de las personas LGTB, la política migratoria o la lucha contra el cambio climático.
Junto con Hungría, Polonia es el único Estado miembro contra el que la Comisión ha apretado el 'botón nuclear', activando el artículo 7 del Tratado, que podría acabar con la suspensión del derecho de voto de Varsovia en la Unión Europea.
"Sé que están planeando sistemáticamente, a sangre fría, sacar a Polonia de la Unión Europea", ha dicho Tusk durante la campaña refiriéndose a Ley y Justicia. Morawiecki lo niega y acusa al ex presidente del Consejo Europeo de ser un vasallo, una marioneta al servicio de Berlín y de Bruselas.
Las relaciones entre Polonia y la UE habían mejorado considerablemente desde el estallido de la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania. Morawiecki se convirtió en el principal apoyo de Kiev en Bruselas, pero todo se ha torcido de nuevo durante la campaña electoral.
El Gobierno de Ley y Justicia ha prohibido de forma unilateral la entrada de cereales ucranianos y ha anunciado que dejará de enviar armas a Ucrania tras las críticas de Volodímir Zelenski, un giro que todos los analistas atribuyen a motivos electoralistas para conservar el voto agrícola.
Si tras las elecciones del domingo Morawiecki forma un Gobierno de coalición con Confederación, el apoyo de Polonia a Ucrania podría resquebrajarse todavía más. Además de un euroescepticismo agresivo, la formación ultra se opone a dar ayudas a los refugiados ucranianos y reclama dar prioridad a los intereses nacionales antes de enviar más armas a Kiev. Eso significa que Varsovia se sumaría de forma decidida al bando que ahora forman Hungría y la Eslovaquia de Roberto Fico, con capacidad para bloquear las decisiones de la UE y la OTAN. Un escenario que provoca escalofríos en Bruselas.