La Asamblea Nacional francesa rechazó este lunes debatir el proyecto de ley de inmigración del Gobierno francés, en una apretada votación que supone el primer gran golpe para el Ejecutivo desde la reelección de Emmanuel Macron en 2022.
Una moción de los ecologistas -capitaneados por Benjamín Lucas- para rechazar el debate sobre el texto obtuvo 270 votos a favor y 265 en contra, tras una intensa sesión en la cámara baja del Parlamento francés.
El ministro del Interior, Gérald Darmanin, una figura fuerte del Ejecutivo de Macron que suena como presidenciable para 2027, comenzó el debate parlamentario lanzando anzuelos tanto a la izquierda como a la derecha en busca de apoyo ante la falta de mayoría del Gobierno.
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"Francia afronta una presión migratoria constante", por lo que "hace falta lograr compromisos", pero señaló que "no hay política de inmigración sin una integración fuerte y exigente".
Darmanin deslizó otra píldora para la derecha y la extrema derecha, al decir que "la soberanía de un pueblo" consiste en "poder fijar sus propias reglas" y en poder controlar sus fronteras "como pide la policía".
Pero estas alusiones y guiños no fueron suficientes y los diputados de la Agrupación Nacional de Marine Le Pen y los Republicanos marcaron la diferencia al decidir, en el último minuto, votar favorablemente esta moción que unió a toda la izquierda.
Marine Le Pen propuso un proyecto de ley que, después de la votación de esta tarde, "no tengo ninguna duda de que será transpartidista y que será aceptado con alivio por la mayoría presidencial para modificar un determinado número de artículos y facilitar la expulsión de delincuentes extranjeros".
La líder del grupo de extrema derecha cree que la aprobación de la moción de rechazo "protege a los franceses de una atracción migratoria adicional".
Así pues, la extrema derecha alertaba de que se abriría la vía a una oleada migratoria mientras que reprochaba al Gobierno el poco castigo a la inmigración ilegal mientras que la izquierda, todo lo contrario, le reprochaba que el proyecto se centraba demasiado en la represión y poco en la integración.
Mathilde Panot, la presidenta del partido de izquierdas, Francia Insumisa, celebró también este rechazo preliminar porque así "vamos a ahorrarle al país dos semanas de discursos xenófobos".
Para Panot, "Macron está entrando en una crisis de poder extremadamente profunda". "¿Qué legitimidad le queda a este gobierno con un Ministro del Interior que acaba de ser desautorizado por la Asamblea Nacional?, preguntó a los periodistas. Ahora les pedimos que se vayan".
El hecho de que el proyecto de ley no se vaya a debatir impide a la primera ministra, Élisabeth Borne, aprobarlo sin votación en la Asamblea por el artículo 49.3 de la Constitución, como ya hizo con la discutida reforma de las pensiones.
Ahora el Gobierno francés maneja tres opciones. La más drástica es asumir que tras esta votación divida, el Gobierno no tiene los apoyos suficientes y abandonar tanto el debate de la ley como la porpia ley. Las otras dos son: llevar a la Asamblea el texto que se había aprobado en el Senado -más conservador que el propuesto- u optar por una comisión paritaria de ambas cámaras, en la que seguiría habiendo una mayoría conservadora.
Esta votación es extremadamente extraña tanto por el resultado como por que se haya aprobado por tan pocos votos. Pese a que sea común, la última "desestimación" se remonta a 2008 cuando los parlamentarios rechazaron la ley sobre organismos genéticamente modificados. En aquella época, fue entonces el comunista André Chassaigne quien consiguió que se aprobara.