Berlín

En la política alemana, Die Linke encuentra su equivalente español en Podemos. Como Podemos, Die Linke comenzó la semana pasada una etapa parlamentaria nueva, llena de incertidumbre y con no pocos miedos sobre su futuro. Die Linke, el partido situado más a la izquierda del espectro político alemán, dejaba este miércoles de contar con su propio grupo parlamentario.

La formación Die Linke se ha disuelto por decisión propia después de que nueve diputados del partido decidieran unirse a la escisión que ha protagonizado la hasta octubre diputada Sahra Wagenknecht. Esta mujer de 54 años ha roto con Die Linke después de mucho tiempo de enfrentamientos con la dirección, a la que ha reprochado la limitación de ideas y propuestas orientadas a mantener exclusivamente el voto de estudiantes, académicos y el resto de intelectuales de izquierdas.

Ella, que está previsto que presente en enero su propio partido, cuenta con una decena de diputados fieles que ha dejado a Die Linke con 28 escaños en el Bundestag. Para tener un grupo parlamentario –'Bundestagsraktion', según el término alemán– hace falta tener un mínimo de 37 diputados en la presente legislatura. Die Linke consiguió 39 escaños tras las pasadas elecciones generales.

[Abdul Bari Omar, el líder talibán que capeó a la inteligencia alemana para dar un discurso en Colonia]

Entre los apoyos de Wagenknecht figura, por ejemplo, Andrej Hunko, quien ejerció de "observador internacional" en el referéndum ilegal que organizó el independentismo en Cataluña el 1 de Octubre de 2017, o Dieter Dehm, otro polémico izquierdista que estuvo entre los pocos políticos alemanes que visitaron al prófugo de la justicia española Carles Puigdemont en sus días en la cárcel de Münster (norte germano).Dehm, al que se recuerda por meter a un inmigrante ilegal transportándolo desde Italia hasta Alemania en el maletero de su coche, fue de los únicos alemanes que siguió haciendo caso al líder independentista y expresidente de la Generalidad tras salir de prisión.

En las últimas elecciones generales de Alemania, Die Linke no habría conseguido ni un sólo diputado si no fuera porque logró tres escaños por voto directo. En porcentaje, Die Linke se hizo con apenas un 4,9%, por debajo del 5% que hay que superar, salvo excepciones, para lograr la representación en la Cámara Baja alemana.

La política alemana y miembro del Bundestag Sahra Wagenknecht camina después de su discurso durante una protesta contra la guerra en la Puerta de Brandenburgo en Berlín. Reuters

El milagro que permitió a Die Linke tener hasta el pasado miércoles su propio grupo parlamentario ha llegado a su fin. En este contexto, el diario Bild, el más leído del país, describe estos días a Die Linke como un partido en "autodestrucción".

Quienes conocen bien la actividad parlamentaria del partido señalan que estos días reinan las caras largas entre quienes trabajan o acaban de dejar de trabajar para el partido. Die Linke, partido con retórica en muchos casos marxista, está obligada a despedir a un buen centenar de empleados que trabajaban para su grupo parlamentario. "He visto lágrimas", decía al diario Frankfurter Allgemeine Zeitung sobre sus compañeros de partido Thomas Westphal, el responsable de llevar a cabo el plan de recortes que exige la desaparición del Grupo Parlamentario de Die Linke.

El periódico berlinés Die Tageszeitung, de línea editorial progresista, describe ya a los diputados del partido "a su bola" y sin estructuras como las que venían utilizando en el Bundestag. Allí, Die Linke tiene ahora, entre otras cosas, menos posibilidades de intervenir, de dar réplicas y de organizar actos en salas del Parlamento germano que estos días, de hecho, tocaba desalojar.

Una amarga derrota 

"El fin del Grupo Parlamentario de Die Linke en el Bundestag es una amarga derrota para nosotros", ha dicho esta semana el ex presidente de ese grupo, Dietmar Bartsch, en unas declaraciones al diario Rheinischen Post. Puede que todo esto sea también un aviso para peores derrotas que están por llegar.

Los sondeos de intención de voto más recientes sitúan a Die Linke con un 3% de los votos. Ese resultado sería el fin de este partido en el Bundestag después de 18 años de presencia ininterrumpida con grupo parlamentario en la Cámara Baja.

También hay quien prefiere pensar en positivo, y anima a ver el vaso de Die Linke más lleno que vacío. Un elemento que anima al optimismo es que, a raíz de la crisis desatada por la escisión de Wagenknecht, se han registrado más entradas de nuevos miembros en el partido que bajas de militantes. Según las cuentas que ofrecía el Frankfurter Allgemeine Zeitung a principios de este mes, se habían producido 838 bajas y unas 2.100 altas en el partido en lo que va de año.

Más optimismo hay, sin embargo, en el campo de Sahra Wagenknecht. La mujer que ha puesto la puntilla al Grupo Parlamentario de Die Linke tiene los sondeos a su favor. Casi un tercio de los electores alemanes dicen poder plantearse el votar por un partido de Wagenknecht, según una encuesta del centro de estudios demoscópicos infratest dimap publicada el mes pasado por la televisión pública ARD.

Una disolución parlamentaria "histórica"

Cabe esperar que tanto partidarios de Die Linke como de Wagenknecht traten de formar sus respectivas "agrupaciones" parlamentarias en lo sucesivo. Esto les concedería a ambos equipos izquierdistas más posibilidades de acción parlamentaria. Sea como fuere, nunca podrán tener tantas opciones como cuando se constituye una Bundestagsfraktion.

En las últimas seis décadas, la vida parlamentaria germana no había visto un caso como el de Die Linke, en el que un partido tiene que disolver su grupo parlamentario, literalmente, en mitad de la legislatura. En este sentido, la implosión parlamentaria de Die Linke en el Bundestag se considera algo "histórico".

Normalmente, en Alemania se lamentan, aunque no muy a menudo, este tipo de situaciones cuando termina una legislatura y hay elecciones generales. La última vez que desapareció un grupo parlamentario en el Bundestag fue hace diez años, cuando, en las elecciones generales de 2013, el partido liberal (FDP) sufrió un derrumbe electoral que le hizo quedar por debajo de la barrera del 5%. Los liberales recogieron en vano el 4,8% de los votos.

Todos los diputados del FDP tuvieron entonces que salir del Bundestag. Entre 2009 y 2013 habían gobernado en coalición con la Unión Demócrata Cristiana (CDU) que entonces lideraba la canciller Angela Merkel. Aquella traumática salida de los liberales del Bundestag recuerda al varapalo que están encajando estos días los diputados de Die Linke.