Francia ha aprobado la nueva ley de inmigración. Y lo ha hecho no de la manera que hubiera deseado el presidente Emmanuel Macron porque ha contado como ‘aliado’ con el voto de la extrema derecha.
En concreto, el texto salió adelante con 349 votos a favor (los del bloque macronista, los conservadores de LR y la ultraderecha del RN, el partido que lidera Marine Le Pen) y 186 en contra, básicamente de la coalición izquierdista Nupes (Nueva Unión Popular Ecologista y Social) liderada por Jean-Luc Mélenchon.
No ha sido un camino fácil para el Gobierno de Macron. De hecho, el pasado 11 de diciembre la Asamblea Nacional rechazó el texto incluso antes de empezar a debatirlo. Después, diputados del bloque presidencial votaron en contra de la versión final. Incluso varios ministros amenazaron con dimitir.
Un arduo camino hasta su aprobación
La ley de inmigración aprobada hubiese salido adelante sin el voto del partido de Marine Le Pen. Pero el hecho de contar con dicho voto agrupa en la foto tanto a Macron como a Le Pen. Una instantánea que deseaba evitar a toda costa el primero.
¿Y cómo es el texto aprobado? El mismo es fruto del acuerdo entre el Ejecutivo y el partido Los Republicanos (derecha gaullista). Sin embargo, introduce novedades respecto al primer texto original que, en su momento, presentó el ministro del Interior: Gérald Darmanin.
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Dicho primer texto tenía dos pilares clave: uno, acelerar las expulsiones de aquellas personas cuya demanda de asilo fuese rechazada; y, dos, facilitar las condiciones de regularización de los trabajadores en determinados sectores de la economía.
Buenos propósitos que tropezaron con diferentes piedras en el camino durante su trayecto parlamentario. Palos en las ruedas que vinieron por parte de Los Republicanos. Estos hicieron valer su mayoría en el Senado para bloquear, sobre todo, las medidas orientadas a facilitar las condiciones de regularización de los inmigrantes.
No sólo eso. También usaron esa mayoría para incluir una serie de disposiciones que tenían un claro objetivo: aumentar los plazos y endurecer los requisitos de aquellos inmigrantes no comunitarios que quisieran establecerse en el país.
Para contrarrestar, Renacimiento (el partido de Macron) intentó suavizar las medidas de Los Republicanos. Pero la oposición, en bloque, se opuso.
Los puntos clave de la ley de inmigración
Tantas eran las diferencias entre las partes que, incluso, Macron amenazó con retirar el proyecto de ley. Sin embargo, la ley finalmente ha sido aprobada aunque con fuertes concesiones a la derecha. Como, por ejemplo, la aparición en el texto de la ‘preferencia nacional’. O, lo que Le Pen ha definido como “una ventaja para los franceses respecto a los extranjeros presentes en el territorio en el acceso a prestaciones sociales”.
Eso se traduce en que los inmigrantes deben llevar dos años y medio trabajando en Francia, o cinco en el caso de no tener trabajo, para poder acceder a determinadas ayudas sociales.
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Otros puntos destacados con los referentes a las reglas de reagrupación familiar, la recuperación del delito de estancia irregular en el Código Penal, el establecimiento de un depósito de garantía para comenzar a estudiar en Francia, y la concesión del permiso de residencia para aquellos que estén residiendo en el país durante, al menos, tres años. En este último punto, además, deben haber trabajado durante 12 meses en los últimos dos años.
¿Más aspectos de la ley? Si una persona tiene doble nacionalidad, y comete un atentado, perderá la ciudadanía francesa; habrá ‘números clausus’ en cuanto al número de inmigrantes que acogerá el país en periodos de tiempo determinados; y se limitan las ayudas a la vivienda.