Bruselas

El abandono prematuro por parte de Charles Michel del cargo de jefe del Consejo Europeo ha dado el pistoletazo de salida a la carrera por los altos cargos de la UE, que deben renovarse tras las elecciones a la Eurocamára del próximo 9 de junio. Está en juego también la presidencia de la Comisión Europea, el puesto de Alto Representante para la Política Exterior, así como la adjudicación de carteras en el próximo Ejecutivo comunitario, y también podría entrar en el reparto la secretaría general de la OTAN.

Michel dio la campanada al anunciar por sorpresa el pasado fin de semana que se presenta a los comicios europeos como cabeza de lista de los liberales francófonos belgas (lo que garantiza su elección), abandonando la presidencia del Consejo Europeo casi medio año antes de que expire su mandato el 30 de noviembre. Y justo cuando su papel es más importante para asegurar la estabilidad y la continuidad durante la transición entre los mandatos del Parlamento y la Comisión. 

"No se pueden combinar los dos cargos. Eso significa, por tanto, que ejerceré mi función de presidente del Consejo Europeo hast que preste juramento como diputado al Parlamento Europeo, lo que sucederá el 16 de julio. Pero ya está previsto que después de las elecciones europeas, a finales de junio o principios de julio, está previsto que el Consejo Europeo se reúna y tome decisiones, en particular para designar a mi sucesor", ha relatado Michel a la prensa belga

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La espantada de Michel ha sido objeto de críticas de "oportunismo" y "egocentrismo" en la prensa europea y en la propia Eurocámara. Es la primera vez que el presidente del Consejo Europeo abandona el cargo (creado con el Tratado de Lisboa en 2009) antes de concluir su mandato. "El capitán abandona el barco en medio de una tormenta. Si este es su escaso compromiso con el destino de la Unión Europea, ¿qué credibilidad tiene usted como candidato?", ha escrito la eurodiputada liberal holandesa Sophie in't Veld.

Lo cierto es que todo el mundo en Bruselas sabía ya que Michel estaba buscando un nuevo trabajo y que había intentado diferentes opciones, incluso la presidencia del Banco Europeo de Inversiones que finalmente ha logrado Nadia Calviño. El Parlamento Europeo sería para él una especie de "último recurso". 

La mayoría de opiniones sobre la trayectoria de Charles Michel al frente del Consejo Europeo no son particularmente positivas, lo que le descalifica para otro alto cargo en la UE. Se le critica especialmente por su ansia constante de protagonismo, su gestión caótica de las cumbres y su guerra con Ursula von der Leyen desde el famoso episodio del 'Sofagate' en Ankara.

Pero su salida temprana ha generado inquietud en la capital belga por el riesgo de que el húngaro Viktor Orbán (adalid de la derecha radical y único aliado de Vladímir Putin en la UE) se convierta de rebote en el responsable de dirigir las negociaciones para el reparto de altos cargos de la UE. Según la legislación comunitaria, si el jefe del Consejo Europeo se marcha sin que se haya designado a su sucesor, el cargo lo asumiría de forma provisional el primer ministro cuyo país ostenta la presidencia semestral. Y a Hungría le toca a partir del 1 de julio.

"El anuncio de Charles Michel altera por completo el proceso de renovación de cargos. Probablemente, no por el peso político que haya podido tener Michel, que ha sido menor, sino porque la ausencia de la figura de coordinación que ejerce el presidente del Consejo deja la intergubernamentalidad reinante en la UE sin filtro alguno y, por ironías del calendario, con una presidencia rotatoria en manos de Viktor Orbán", explica a EL ESPAÑOL Carme Colomina, investigadora sénior especializada en Unión Europea del CIDOB.

Un riesgo que obliga a los líderes europeos a ponerse las pilas y activar la renovación de los dirigentes de la UE antes de lo previsto con el fin de evitar el escenario Orbán. "El anuncio de Michel acelerará el proceso de selección del paquete de altos cargos, de forma que la decisión se tome lo antes posible en verano", asegura a este periódico un diplomático europeo.

La gran incógnita ahora es qué hará Ursula von der Leyen, a la que todo el mundo en Bruselas considera favorita indiscutible para repetir un segundo mandato como presidenta de la Comisión porque, a diferencia de Michel, su gestión sí que cuenta con el aprobado de la mayoría de líderes europeos. "La presidenta anunciará su decisión en el momento más oportuno", ha dicho este lunes su portavoz, Eric Mamer.

"La salida de Michel y su impacto en el calendario afecta también a Ursula von der Leyen, primero porque aumenta la presión para que la presidenta de la Comisión revele públicamente si aspira o no a repetir mandato. Segundo, y no menor, en su decisión ya sabe de antemano que Michel, con quien ha mantenido una tensa relación, no estará en la ecuación", señala Colomina. 

El anuncio de Michel pilla con el paso cambiado a los socialistas europeos, que después de haber colocado a Josep Borrell como jefe de la diplomacia comunitaria esta legislatura aspiraba ahora a la presidencia del Consejo Europeo. Sin embargo, su principal candidato, el portugués António Costa, tuvo que dimitir por verse envuelto en un presunto caso de corrupción. En las quinielas figura ahora la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, o la ex finlandesa Sanna Marin.

Para la OTAN, el principal aspirante es el primer ministro holandés saliente, Mark Rutte; pero también se han postulado la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas; y el ministro de Exteriores de Letonia, Krisjanis Karins. Los altos cargos europeos se negocian siempre en paquete, lo que obliga a buscar un complicado equilibrio geográfico (norte/sur, este/oeste), entre familias políticas, de género y también entre países grandes y pequeños.